Por el Prof. Kobi Michael
Los dos ataques son, entre otras cosas, el producto de un sistema cognitivo constante, sistemático y continuo que opera desde dos centros externos al sistema de Jerusalén y convergen para alimentar el espíritu de la resistencia armada palestina.
Uno de ellos es Hamas, que está trabajando vigorosamente para reforzar la infraestructura en Cisjordania y Jerusalén Este.
Reconociendo el potencial explosivo del área, especialmente en el Monte del Templo, busca un deterioro en la situación de seguridad y espera inflamar el área.
El segundo es la cognición sobre la lucha que se desarrolla y se intensifica cada día en las violentas escaramuzas entre las fuerzas de seguridad israelíes y los habitantes de las ciudades palestinas, encabezadas por Yenín, que ha vuelto a consolidarse como la capital del terrorismo palestino.
La cognición que subyace a la lucha alimenta el espíritu de la resistencia armada palestina y se convierte en la semilla de inspiración más significativa para que muchos jóvenes palestinos, que no están necesariamente asociados con organizaciones terroristas palestinas, se pongan de pie y actúen.
Los dos ataques en Jerusalén son un ejemplo sorprendente de este patrón de acción.
La juventud palestina, ya sea asociada con las organizaciones terroristas o no -y es adoptada por la organización terrorista después del hecho-, está envuelta en la percepción de la intifada.
No están preparados a aceptar la realidad existente y su rechazo tiene por objeto cambiar la situación existente, que conceptualizan como ocupación.
En su opinión, la realidad actual se ve afectada por dos elementos: Israel y la Autoridad Palestina cooperando con el Estado judío.
En consecuencia, no sólo la «ocupación israelí» es rechazada, sino también la Autoridad Palestina, vista como actuando en colaboración con Israel.
Si bien los representantes de la joven generación palestina no saben qué tipo de realidad buscan modelar, existe un amplio y sólido acuerdo entre ellos en cuanto a la falta de voluntad para aceptar la realidad existente, y la convicción de que la única forma de cambiarla es a través de lucha armada.
Hasta ahora, y a pesar del apoyo público muy amplio entre los palestinos a la lucha armada; la calle palestina, incluidos los palestinos que viven en Jerusalén Este, aún no se han movilizado masivamente para la lucha y, por lo tanto, en Israel este sistema terrorista no se define como una intifada
Sin embargo, en este momento hay dos temas que tienen el potencial de unificar las filas del lado palestino hasta el punto de movilizar a las masas palestinas para la lucha armada: uno es el Monte del Templo y el otro son los presos de seguridad.
Israel debería considerar sus pasos cuidadosamente cuando llegue a cambiar el statu quo existente en ambos temas, y siempre recordar que la mayoría del público palestino, como la mayoría absoluta de la población palestina en Jerusalén Este, no es un participante activo en el sistema terrorista, y es importante mantenerlo fuera de la campaña.
Cualquier cambio de política debe ser parte de un contexto mucho más amplio y no una reacción pavloviana cuando la sangre hierve.
La compostura, un propósito estratégico claro y la disciplina estratégica deben ser la base del cambio y el diseño de una política diferente.
Al mismo tiempo, es importante comprender el peso de la cognición en esta campaña y, junto con los esfuerzos cinéticos y otros, como sellar casas y negar derechos, también se debe pensar y actuar en la dimensión de la cognición y crear patrones de acción que influyan en la cognición del público palestino y los perpetradores del terrorismo.
Centrarse en la dimensión física y cinética sin prestar atención y esfuerzo a la dimensión cognitiva, que esencialmente distingue entre la amplia población que no está involucrada en el sistema terrorista y los perpetradores del terrorismo, inhabilitará toda política y movimiento, y perjudicará su eficacia.
Fuente: INSS The Institute for National Security Studies
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