Desde Villa María, una ciudad en la provincia de Córdoba, Argentina, Francisco Marinaro recibe a AURORA para conversar sobre Afront, una start-up dedicada a la enseñanza del hebreo que recientemente recibió una inversión del fondo 44Ventures, liderado por un exCFO de Microsoft.
Francisco hizó aliá en 2017, quizás motivado por su sueño de armar su propia start-up, algo más difícil de pensar en un ecosistema como el argentino. Gracias los viajes de Taglit y Masá, Francisco pudo conocer el entorno hi-tech en Israel, aunque siempre con una particularidad, que era su poco conocimiento del hebrero.
«Me instalé en Ranana, el gobierno me ayudó, tuve mentorías. Yo originalmente quería hacer algo relacionado al e-commerce, pero mi mentor me explicó que no era viable. Tenía razón», relata Francisco, que alterna sus días entre Israel y Villa María.
El problema del idioma fue la llave. «Probé con Duolingo, con clases particulares, con mi abuela morá, pero no podía. El problema es esa enseñanza intesiva que termina generando muchas deserciones. No hay innovación. Entonces pensé y le llevé la idea al mentor. Encontramos que existía un nicho para la enseñanza del hebreo: la población cristiana en América Latina», explica.
Se trata, cuenta Francisco, de el MVP o producto mínimo viable. Junto a dos socios, Adam, que había conocido en Ranana, y Fer, que conocía de Argentina, se lanzaron a desarrollar la start-up.
Al principio la idea tardó en florecer. «Estuvimos dos años buscándole la vuelta. Al principio era on-demand la idea, conseguimos un inversor ángel y arrancamos», cuenta el joven de 36 años. Hoy, Afront tiene una base de más de 60.000 alumnos.
La enseñanza que proponen es «multi-metodológica». Con inspiración en un concepto de la Unión Soviética, fit classroom, la propuesta incluye aulas disponibles las 24 horas del día, clases filmadas, ejercicios inteligentes y perfiles de los alumnos que permite adaptar la enseñanza a sus necesidades.
«Suena cliché pero la verdad es que creemos realmente en democratizar la educación», señala Francisco, que apunta también a su experiencia en el armado del producto. «Fuimos olim jadashim, nuevo inmigrantes, y sabemos que es caro estudiar. Por eso proponemos clases uno a uno desde 4,9 dólares, además de una semana de prueba gratis».
Recientemente, 44ventures, un fondo de inversión, decidió agregar a Afront a su cartera. «Sólo tres de cada 10.000 start-up logran ese tipo de inversiones. Es realmente un orgullo», destaca Francisco.
Para el argentino, el desafío está dado por la visión de Afront. «Queremos ser el número 1 en enseñaza de hebreo para hispanohablantes, creo que estamos en el top tres ya. Además queremos expandirnos hacia otros idiomas».
Afront se vio beneficiada por su participación en el programa Google for Startups del gigante tecnológico y además recibió apoyo de la aceleradora municipal de Tel Aviv, llegando incluso a dar clases para el gobierno local. Por eso, Francisco es categórico cuando se refiere a Israel. «Le debo todo a este país. El ecosistema, lo que me dio», agradece.
Además, da su visión respecto a porqué en Israel existe ese ecosistema. «Acá todos quieren ser el mejor en lo suyo. No lo veo en otros lados. Acá sí, todo el tiempo el desafío está en mejorar y ser el mejor«.
Hoy, Afront cuenta con 25 trabajadores de varios puntos del mundo y se expande a nuevas fronteras. La clave, según Francisco, está en el deseo. «Yo quería mi start-up, sigo siendo un estudiante, sigo aprendiendo todo el tiempo. No nos mueve la plata. El sueño se va transformando, creo que en ese sentido, el fracaso es diario, es una máquina gigante de testeo. Se trata de eso».
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