La actriz británica Helen Mirren presentó ante la Berlinale a una Golda Meir convertida en su nueva «Queen», a través de una película de título inequívoco -«Golda»-, como lo es el propósito de glorificar a la figura que lo inspira, como hizo anteriormente la intérprete con la reina Isabel II.
«Golda fue una mujer increíble, valiente y exponente del compromiso absoluto y de por vida con su país, como lo fue Isabel II con el suyo», afirmó Millen, al presentar ante el festival su película, estrenada en la sección Berlinale Special, fuera de competición.
Dirigida por el realizador israelí Guy Nattiv (Tel Aviv, 1973), el filme incorpora documentación recientemente desclasificada, según explicó su guionista, Nicholas Martin, sobre el contexto de la guerra de Yom Kipur, de 1973.
«Me documenté, leí todo lo que puede leerse sobre el personaje, recabé todas las fuentes posibles, hasta componer mi guión», sostuvo Martin. Su película arranca de la comparecencia de Meir ante una comisión investigadora, confrontada a su presunta responsabilidad en la muerte de miles de soldados.
«A Golda le rompía el corazón cada uno de los soldados muertos en esa guerra», afirmó Mattiv, quien describió a su personaje como una política fuerte y a la vez maternal, hasta hogareña, que horneaba pasteles caseros para recibir a su Estado Mayor o al ministro de Defensa, Moshe Dayan.
Mirren recrea a la fumadora empedernida que fue Meir, una mujer de la que, recordó, «apenas hay fotos en la que no aparezca con un cigarrillo o envuelta en su humo» y que no se desprendió de esa adicción ni a las puertas de la muerte, enferma de leucemia.
El capítulo de la extensa trayectoria de la líder sionista, nacida en Ucrania, en que se centra la película es la guerra de Yom Kipur, lanzada por la coalición liderada por Egipto y Siria.
Se inició en esa festividad judía, tomó por sorpresa al Estado Mayor israelí y al propio Dayan. Israel perdió en unos pocos días tanques, aviones de combate y miles de soldados, hasta que finalmente reencauzó su propia ofensiva sobre el Canal de Suez.
«Golda no quería la guerra, buscaba proteger a su país, buscaba la paz», defiende Nattiv. Muestra de ello, según el equipo, fue el acuerdo alcanzado -por mediación del entonces secretario de Estados Henry Kissinger- entre Meir y el presidente egipcio, Anwar Sadat.
«Egipto e Israel firmaron la paz. Y ese acuerdo se mantiene», resumió el director israelí, quien admitió que su admiración por la «heroína» que fue, a su parecer, la primera ministra israelí.
Mirren consigue una mimetización perfecta con su personaje. Tras esa caracterización hubo «muchas horas de maquillaje», explicó, hasta pasar de la esbeltez característica de la actriz británica a las formas de una mujer ajena a todo toque de femineidad que fue Meir.
Más allá del uso de prótesis en la nariz, la papada o las infladas piernas, hasta alcanzar las dimensiones de las de Meir, la caracterización de Mirren se plasma asimismo en la mirada, gestos y respuestas de la llamada «mujer de hierro» y aficionada a la pastelería doméstica.
Para su comparecencia ante los flashes de la Berlinale, Mirren había recuperado obviamente sus elegantes trazos y dejado de lado las prendas de hechura hombruna de su personaje, para aparecer vestida de un rosa tan brillante como el rubio de su cabello. EFE y Aurora
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