Por primera vez en el mundo, un equipo de investigadores de la Universidad de Tel Aviv y del Instituto Israelí de Investigaciones Biológicas ha desarrollado una vacuna basada en ARNm que es 100% eficaz contra un tipo de bacteria letal para el ser humano.
El estudio, realizado en un modelo animal, demostró que todos los animales tratados estaban totalmente protegidos contra la bacteria. Según los investigadores, su nueva tecnología puede permitir el rápido desarrollo de vacunas eficaces contra enfermedades bacterianas, incluidas las causadas por bacterias resistentes a los antibióticos, por ejemplo en caso de una nueva pandemia de rápida propagación.
El estudio fue dirigido por el Dr. Edo Kon, de la Universidad de Tel Aviv, y el Prof. Dan Peer, Vicepresidente de I+D y Jefe del Laboratorio de Nanomedicina de Precisión de la Escuela Shmunis de Biomedicina e Investigación Oncológica, en colaboración con investigadores del Instituto Israelí de Investigación Biológica: Dr. Yinon Levy, Uri Elia, Dr. Emanuelle Mamroud y Dr. Ofer Cohen. Los resultados del estudio se publicaron en la revista Science Advances.
Edo Kon explicó lo siguiente: «Hasta ahora se suponía que las vacunas de ARNm, como las de COVID-19 que todos conocemos, eran eficaces contra los virus pero no contra las bacterias. La gran ventaja de estas vacunas, además de su eficacia, es la posibilidad de desarrollarlas con gran rapidez: una vez publicada la secuencia genética del virus SARS-CoV2 (COVID-19), sólo hicieron falta 63 días para iniciar el primer ensayo clínico. Sin embargo, hasta ahora los científicos creían que las vacunas de ARNm contra bacterias eran biológicamente inviables. En nuestro estudio demostramos que es posible desarrollar vacunas de ARNm 100% eficaces contra bacterias mortales».
Los investigadores explican que los virus dependen de células externas (huésped) para su reproducción. Al insertar su propia molécula de ARNm en una célula humana, un virus utiliza nuestras células como fábrica para producir proteínas virales basadas en su propio material genético, es decir, se replica a sí mismo. En las vacunas de ARNm, esta misma molécula se sintetiza en un laboratorio y luego se envuelve en nanopartículas lipídicas parecidas a la membrana de las células humanas. Cuando la vacuna se inyecta en nuestro cuerpo, los lípidos se adhieren a nuestras células y, en consecuencia, éstas producen proteínas víricas. El sistema inmunitario, al familiarizarse con estas proteínas, aprende a proteger nuestro organismo en caso de exposición al virus real.
Kon añadió: «Como los virus producen sus proteínas dentro de nuestras células, las proteínas traducidas a partir de la secuencia genética viral son similares a las traducidas a partir del ARNm sintetizado en laboratorio. Las bacterias, sin embargo, son harina de otro costal: No necesitan nuestras células para producir sus propias proteínas. Y como las evoluciones de los humanos y las bacterias son bastante diferentes entre sí, las proteínas producidas en las bacterias pueden ser diferentes de las producidas en las células humanas, incluso cuando se basan en la misma secuencia genética».
«Los investigadores han intentado sintetizar proteínas bacterianas en células humanas, pero la exposición a estas proteínas provocaba un bajo nivel de anticuerpos y una falta general de efecto inmunitario protector, en nuestro organismo. Esto se debe a que, aunque las proteínas producidas en las bacterias son esencialmente idénticas a las sintetizadas en el laboratorio, al estar basadas en las mismas «instrucciones de fabricación», las producidas en células humanas sufren cambios significativos, como la adición de azúcares, cuando son secretadas por la célula humana».
Y siguió su discurso: «Para resolver este problema, desarrollamos métodos para secretar las proteínas bacterianas eludiendo las vías de secreción clásicas, problemáticas para esta aplicación. El resultado fue una respuesta inmunitaria significativa, en la que el sistema inmunitario identificó las proteínas de la vacuna como proteínas bacterianas inmunógenas. Para mejorar la estabilidad de la proteína bacteriana y asegurarnos de que no se desintegra demasiado rápido dentro del cuerpo, la reforzamos con una sección de proteína humana. Combinando las dos estrategias de vanguardia obtuvimos una respuesta inmunitaria completa».
Al respecto, el profesor Peer señaló: «Hay muchas bacterias patógenas para las que no tenemos vacunas. Además, debido al uso excesivo de antibióticos en las últimas décadas, muchas bacterias han desarrollado resistencia a los antibióticos, reduciendo la eficacia de estos importantes medicamentos. En consecuencia, las bacterias resistentes a los antibióticos suponen ya una amenaza real para la salud humana en todo el mundo. El desarrollo de un nuevo tipo de vacuna puede dar respuesta a este problema mundial. En nuestro estudio probamos nuestra novedosa vacuna de ARNm en animales infectados con una bacteria mortal. Al cabo de una semana, todos los animales no vacunados murieron, mientras que los vacunados con nuestra vacuna permanecieron vivos y sanos».
Y concluyó: «Además, en uno de nuestros métodos de vacunación, una dosis proporcionó protección completa tan sólo dos semanas después de ser administrada. La capacidad de proporcionar una protección completa con una sola dosis es crucial para la protección contra futuros brotes de pandemias bacterianas de rápida propagación. Es importante señalar que la vacuna COVID-19 se desarrolló tan rápidamente porque se basó en años de investigación sobre vacunas de ARNm para virus similares. Si mañana nos enfrentamos a algún tipo de pandemia bacteriana, nuestro estudio proporcionará una vía para desarrollar rápidamente vacunas de ARNm seguras y eficaces».
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