En pasadas semanas visitamos EE.UU. con una agenda vinculada a la difusión de las actividades de la Confraternidad judeo-musulmana y los valores de paz y diálogo interreligioso que la Confraternidad encarna.
Siempre es importante reforzar los contactos internacionales y para ello este tipo de esfuerzos resultan relevantes.
Entre las muchas actividades que realizamos tuvimos oportunidad de plantear a Luis Almagro, Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), la naturaleza de la Confraternidad judeo-musulmana y sus objetivos.
Acordamos trabajar juntos para llevar adelante nuestras actividades en las Américas y para reforzar la necesidad de la armonía y diálogo entre las religiones y las creencias.
Le propuse al Secretario General, desarrollar un área interreligiosa que pueda acompañar la acción política del organismo. Los valores trascendentes, del pensamiento pausado espiritual, pueden servir de un necesario marco de referencia atemporal, cuando los tiempos de la política se ocupan permanentemente de lo urgente e inmediato.
Los Derechos humanos son universales y no deben ser nunca manipulados por ideologías e intereses mezquinos o particulares. La dignidad de la creatura humana es sagrada y debe estar en el centro de cualquier organismo internacional que bregue por el bien común.
En un mundo y en un continente peligroso, donde el odio, el terrorismo, la vulneración de derechos, la delincuencia organizada están presentes con mucha fuerza, es importante la alianza entre quienes creemos en las libertades, la democracia, la pluralidad de ideas y las sociedades abiertas.
Había entrevistado a Almagro en el pasado en más de una oportunidad, particularmente sobre la necesidad de la vigilancia permanente ante el terrorismo y el antisemitismo en la región, pero también sobre la importancia de la defensa de los valores democráticos en la región.
Sus opiniones siempre fueron claras y contundentes respecto a los peligros de admitir la existencia de dictaduras en América Latina, respecto a los riesgos de minimizar el atropello de los derechos humanos y lo inaceptable de los dobles estándares ideológicos para condenar o dejar de condenar a los regímenes dictatoriales y que además son puerta de entrada para amenazas extrarregionales en Latinoamérica.
He coincidido con Almagro en estos razonamientos y compartido sus preocupaciones.
Escribo estas líneas hoy porque he venido leyendo en la prensa estas últimas semanas intentos de afectar su reputación y de invalidar su trabajo al frente de la OEA.
En estas horas no debemos olvidar la necesidad de una OEA fuerte y vibrante para la democracia y los derechos en nuestro continente.
Almagro fue la primera voz internacional que supo denunciar la dictadura venezolana, el primer responsable de deslegitimar a Maduro en la comunidad de naciones, denunció los atropellos de Ortega en Nicaragua y la naturaleza del régimen cubano, se ha mantenido vigilante ante los brotes de antisemitismo y creó la figura del Comisionado para el Antisemitismo en la OEA, así como ha sido alerta permanente sobre la infiltración del terrorismo en nuestra región, desenmascaró fraudes electorales, denunció con fuerza la agresión rusa contra Ucrania y colocó a la OEA en el lugar de relevancia al cual pertenece.
En momentos en que se juegan muchas cosas importantes en la región es importante estar atentos, es importante reforzar el diálogo y trabajar para la paz y la convivencia. Ese es el aporte que pretendemos hacer desde la Confraternidad judeo-musulmana y el diálogo interreligioso.
Y en este contexto no debemos olvidar que una OEA basada en nuestros valores comunes es un bien público interamericano y debemos desde cada uno de nuestros lugares trabajar para que continúe siendo relevante.
Miguel Steuermann, director general de Radio Jai, cofundador de la Confraternidad Judeo-musulmana.