«En lugar de detener la legislación y calmar los ánimos, Netanyahu continuó difundiendo vergonzosas mentiras contra el sistema de Justicia que no tienen nada que ver con la realidad», indicó Lapid en Twitter.
Netanyahu postergó por unas horas un viaje previsto a Londres para transmitir un mensaje nacional, en el que prometió una «solución» para encontrar el «mayor consenso posible» ante la fractura social que provocó la reforma judicial que impulsa, y que ayer, jueves, volvió a congregar a cientos de miles de israelíes en las calles durante violentas protestas.
Sin embargo, advirtió que no detendrá la reforma, que busca suprimir la capacidad de la Corte Suprema de revisar y anular leyes anticonstitucionales y da al Ejecutivo gran control en el nombramiento de jueces.
También anunció que a partir de ahora se involucrará directamente en el proceso legislativo, a pesar de que la Fiscalía General se lo prohibió al estimar que existe un conflicto de intereses debido al juicio por varios cargos de corrupción que Netanyahu enfrenta.
«Hasta hoy, mis manos han estado atadas», dijo el primer ministro, refiriéndose al fallo de la fiscalía. «Ahora tomo las riendas, por el bien del pueblo y del país, haré todo lo que esté a mi alcance para llegar a una solución».
Ayer, el Parlamento aprobó una ley que blinda a Netanyahu de la posibilidad de ser recusado o declarado no apto para ejercer su cargo, pese a los cargos que enfrenta.
«Netanyahu se negó a detener la legislación (…) Esto demuestra que no tiene intención de realizar negociaciones reales», estimó Lapid, al advertir que las manifestaciones seguirán «luchando por un Israel judío, democrático y fuerte».
Decenas de miles de personas volvieron a manifestarse en las calles contra la reforma, como lo han hecho desde que se anunció en enero. Se trata del movimiento de protesta más importante de Israel en su historia reciente.
El jueves, las autoridades desplegaron a la Policía montada y se utilizaron cañones de agua para dispersar las multitudinarias protestas antigobierno que, cada vez más violentas, dejaron cerca de un centenar de detenidos.
«Alto al intento de convertirnos en un país antidemocrático. Escuche a los cientos de miles de leales patriotas que salieron a las calles», pidió Lapid.
Netanyahu ha llamado «anarquistas» a los manifestantes, pero subrayó que «Israel no será una dictadura» y que garantizará los derechos civiles de todos los ciudadanos.
Los que se oponen a la reforma judicial “no son traidores” y los partidarios “no son fascistas”, dijo, en medio de una profunda polarización del país, que muchos han comparado al inicio de una «guerra civil». EFE y Aurora
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