Un hombre frente a una puerta busca entrar en la Ley.
La puerta está abierta, pero un guardián le niega la entrada. El hombre intenta obtener el permiso para entrar, pero falla. Desesperado, decide ofrecer todo lo que tenía para sobornar al guardián, aun lo más valioso, pero sus estrategias son infructuosas.
Maldijo su mala suerte a los gritos, hasta que voz se debilitó y solo pudo quejarse entre murmullos… Y pasó el tiempo.
Durante largos años, el hombre se vio a sí mismo envejeciendo frente a una puerta abierta que no podía franquear. Ya no sabía si realmente había menos luz o si sólo le engañaban sus ojos, pero allí, en medio de la oscuridad podía distinguir un resplandor, que brotaba inextinguible de la puerta de la Ley.
Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confundían en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no había formulado: “Todos se esfuerzan por llegar a la Ley”, dijo el hombre, “¿cómo se explica entonces, que durante tantos años sólo yo intentara entrar?”
El guardián comprende que el hombre va a morir y, para asegurarse de que oye sus palabras, le dice al oído con voz atronadora: “Nadie podía intentarlo, porque esta puerta estaba reservada solamente para ti. Ahora voy a cerrarla”.
El cuento “Ante la Ley” circunscribe al carácter trágicamente absurdo imaginado por Franz Kafka en sus obras. Su significado puede ser una incógnita: Kafka insinúa la fatalidad de una persona que vive toda una vida sin entender que es ´su´ respuesta es ´la´ respuesta su propia pregunta.
Las entradas son complejas; pueden ser al mismo tiempo puertas abiertas pero inaccesibles: sin saberlo, podríamos pasar toda una vida parados en el umbral y sin poder entrar…
Esta semana comenzamos la lectura de Vaikrá*, el tercer libro de la Torá.
Rab Jonathan Sacks Z´L explica que este libro es marcadamente diferente de los demás. No contiene ningún viaje. Está ambientado enteramente en el Sinaí. Ocupa sólo una breve fracción de tiempo: un solo mes. Y casi no hay narrativa: el libro de Levítico nos acerca al ritual, al orden, detallando los diversos tipos de sacrificio que los israelitas llevaron al Tabernáculo**.
Hoy, al no existir un mizbeaj (altar) a donde acercar nuestras ofrendas, parecería que la preocupación por el ritual arcano no tiene interés para el lector moderno. Por eso no es sencillo acercarse a Levítico: está repleto de detalles de un sistema de ofrendas y sacrificios que no se practican desde hace casi 2000 años.
Pero entrar a Vaikrá tiene algo fascinante. Desde los primeros versículos propone una lectura rica que no cede su sentido a simple vista, sino que expande y altera los contornos de nuestra mente. Levítico trae ideas profundas a través del lenguaje concreto de la ley y el ritual, obligándonos a reducir la velocidad para comprender este lienzo repleto de enseñanzas que aún ilumina los enigmas de nuestras propias vidas.
El hecho de que este situado en el medio de los libros mosaicos, puede ser la clave para entender su centralidad en la vida judía, y el Midrash podría aportar unas pistas.
Una historia cargada de nostalgia nos recuerda que los niños comenzaban el aprendizaje de la Torá con Vaikrá. No hace mucho tiempo, en muchas ciudades y pueblos de la vieja Europa, el primer día de clases los padres solían llevar a sus hijos envueltos en un talit, cubriéndoles amorosamente el rostro para que no viesen cosas feas o desagradables camino a la escuela. ***
Para enseñarle a leer el alef-bet, el maestro de la clase vertía un poco de miel sobre las letras. Si el niño leía “alef” correctamente, el rebe le permitía lamer la miel que cubría la letra alef. Y cuando el pequeño leía “bet” correctamente, podría hacer lo mismo con esa letra. De ese modo el niño descubría la dulzura de estudiar la Torá. Pasado un tiempo, cuando aprendían todas las letras y
estaban preparados para el estudio del Jumash (Pentateuco), el rebe estudiaba con ellos Vaikrá, aun antes de comenzar Bereshit.
Esta tradición se halla explicada en el Midrash Rabá (7:3): ¿Por qué se comienza por Torat haCohanim y no por Bereshit? Dijo el Santo Bendito: “Dado que los niños son puros y las ofrendas y sacrificios son puros, que vengan los puros y se ocupen de los puros”. Para la tradición judía, las puertas de Vaikra están abiertas de par en par para los niños.
Este Libro se caracteriza por una rareza textual. En los rollos de la Torá, que aún se escriben a mano con pluma y tinta sobre pergamino, la última letra de la primera palabra, el alef al final de Vaikrá, está escrita mucho más pequeña que todas las demás letras.****
En relación al Midrash, el Rabí Shlomó Efraim de Lunchitz agrega: “Por ello la letra ‘alef’ de la palabra ‘Vaikrá’ tiene un tamaño menor al resto de las letras: para sugerir que los niños deben comenzar por aquí. Así como la ‘alef’ encabeza el abecedario, esta enseñanza debe encabezar el estudio de los niños”.
A simple vista, puede ser dramáticamente complejo enseñar Vaikrá a niños: parecería que todo el Libro de Levítico abre la puerta a un mundo de distinciones y separaciones, discerniendo entre el sacerdote y los israelitas, el Templo y el resto del mundo, lo kosher frente a lo prohibido: lo sagrado y lo profano. Pero Levítico, más que los otros libros de la Torá, se preocupa por la creación de un mundo de rituales, con demarcaciones claras de quién debe hacer o no hacer qué, y dónde, cuándo y con quién se debe hacer o no.
Ese es su secreto: enseña que hay normas, orden y limites frente a un mundo de caos y desorden. Y esto, en los niños, es darles un marco de seguridad.
Brillante y sugerente, así como le ponemos tanta atención a un nuevo libro (Sefer Vaikrá) que comienza con una palabra (vaikrá) que contiene una letra que se reduce de tamaño en comparación con las restantes (alef); del mismo modo, padres y educadores aprendemos (e intentamos inculcar) que muchas veces estas distinciones son pequeñas, y no siempre muy obvias, pero son cruciales para la formación de nuestros hijos.
Como en un relato kafkiano, la entrada a Vaikrá puede ser compleja, pero una letra endulzada puede transformarse en el punto de partida a un viaje que recorremos juntos, toda la vida.
Una enseñanza jasídica sostiene que la letra alef contiene la totalidad de la Torá en su interior. Por ser la primera letra del alfabeto hebreo, puede representar lo infinito, la singularidad del Uno. En la Torá tal como la recibimos del Sinaí, esta alef al final de la palabra Vaikrá es diminuta, tan pequeña como una chispa de luz, o mejor aún, como una semilla.
Un núcleo de potencial ilimitado.
Una puerta abierta al mundo, al universo.
Como un niño frente a un libro.
Shabat Shalom veJodesh Tov!
Inspirado por mi niño, Eitan ben Zeev, que cumplió tres años,
y me está enseñando la magia de asombrarme con lo cotidiano.
Seba Cabrera Koch
3 Nisan 5783 / 24 de Marzo de 2023.
Notas
* Este libro, el tercero del Pentateuco, es llamado por su nombre hebreo Vaikrá, cuya traducción es “Y llamó “, y en español Levitico, derivado del griego Leuitikós, ‘acerca de los levitas’. En la tradición judía se lo conoce también como Torat Cohanim, “instrucciones para los sacerdotes”. El eminente Rabino Jonathan Sacks Z´L indica que este título resulta bastante apropiado, ya que “el libro trata principalmente acerca de los sacrificios y de los rituales asociados, primero, con el tabernáculo y, después, con el Templo de Jerusalén, reflexionando acerca de los sacerdotes y de su rol como guardianes de la santidad, conforme lo indica su nombre, Torat Cohanim”.
** Había cinco: la ofrenda quemada (ola), la ofrenda de cereal (minja), la ofrenda de paz (shelamim), la ofrenda por el pecado (jatat) y la ofrenda por la culpa (asham).
*** En el jéder, la escuela primaria hebrea de finales del siglo XIX y principios del siglo XX en Europa del Este, los niños comenzaron a aprender Tora a los 5 años (ver Pirkei Avot, Cap 5 – Mishná 21, también en algunas ediciones en Cap 5 – Mishná 24: “A los cinco años, para el estudio de la Escritura…”). En la actualidad, este modelo educativo continua vigente principalmente (aunque no de forma exclusiva) en el mundo ortodoxo.
**** La tradición judía, además de diversos comentaristas, ven en esto un rasgo de humildad: la letra ‘alef’ de “Vaikrá” es escrita de forma más pequeña que el resto de las letras de esta palabra porque Moshé se empequeñeció en su momento, diciendo: “¿Quién soy yo para que vaya al faraón?” (ver Éxodo. 3:11). “Por ello Dios lo llamó a él, a pesar de que todo Israel estaba parado frente al mishkan”. (Meorá shel Torá, vol. 3, p. 3)
Fuentes consultadas
-Levitico 1:1
-Barenblat, Rachel. “What Silence Conceals and Reveals”. My Jewish Learning.© 2023.
-Felix, Shimon. “The Fine Distinction Between Loving and Casual Relationships”. My Jewish Learning.© 2023.
-Kafka, Franz. “Vor dem Gesetz: Ante la Ley”. (1915). Recuperado de BAMA.org.ar – Shavuot: Del mundo de la literatura. Recursos Educativos On-line.
-Meorá shel Torá, vol. 3, p. 3. Citado por Surazski, G. (2021). “Fragmentos de cielo: perlas y comentarios a los cinco libros de la Torá”. Pág. 267.
-Parperaot latorá, vol. 3, p. 7. Citado por Surazski, G. ut supra.
-Sacks, Jonathan. “Covenant & Conversation: Vaikra”. The Rabbi Sacks Legacy Trust. © 1981-2023
-Schorsch, Ismar. “Why Leviticus?”. JTS: Torah Commentary. Vaikra. © 1995.
-Visotzky, Burton. “What Does It Mean to Be Called?”. JTS: Torah Commentary. Vaikra. © 2023.
-Weissman, Moshe. “El Midrash Dice: El Libro de Vaikra – Levitico”. Bnei Sholem. 1996. Pag 7-11
Imagen: “Niños leyendo”. Getty Images.© 2023.