Los judíos han estado presentes dentro la historia de la antigua China; aunque muchas veces se mantuvieron en la discreción y otras veces activos, los pueblos semitas se distribuyeron principalmente en la región norte y central, pero se concentraron principalmente en los puertos y ciudades.
Comunidades judías relativamente aisladas desarrolladas a través de las dinastías Tang y Song (siglos VII y XII E.C.) y sobre todo a través de la dinastía Qing.
A fines del s. IX el cronista árabe Ibn Chordabde, jefe de la administración de Correos y Policía de la provincia de Djibal (actual Iraq), escribe en el Libro de las Carreteras y de los Reinos:
Este es el camino de los mercaderes judíos llamados radhanitas (comerciantes judíos de la Edad Media), viajan de Occidente a Oriente y regresan tanto por mar como por tierra… Embarcan en el país de los francos (los árabes daban este nombre a los países cristianos europeos), para dirigirse a Faram (Pelusium), allí cargan sus mercancías sobre camellos y toman el camino terrestre hacia Kulsum (Suez), viaje que dura cinco días. Desde Kulsum siguen el camino marítimo a través del Mar de Oriente (Mar Rojo) hacia Aldschar y Jidda (Arabia) y luego siguen hasta Sind, India y China.
La lista de importaciones comprendía alumbre, bálsamo, azafrán, jengibre, nuez moscada, perlas, esmaltes y sobre todo pimienta e incienso.
El mes de julio era el más favorable para proseguir viaje hasta Adén, por el monzón del Oeste con el cual los veleros llegaban a la desembocadura del Indo en cuarenta días. Para regresar usaban el monzón del Este, que sopla de fines de diciembre a principios de enero. En el viaje a la India, en 1161, murió el hermano de Maimónides, el gran filósofo judío de Córdoba.
Con los juncos chinos se llegaba fácilmente a Java, Sumatra, Indonchina y Cantón. Pero era una aventura llena de peligros. Un informe relata que a principios del siglo IX fue hecho prisionero Ishaq, hijo de un judío de Omán, en Sumatra, debiendo pagar como rescate veinte mil denarios.
La segunda ruta comercial de los radhanitas seguía su curso por caminos terrestres, atravesando Babilonia, donde había ricas y sabias comunidades judías en las ciudades de Sura y Pumbadita, célebres por sus Academias rabínicas. Desde allí llegaban a Oballa (actual Basra), también con una nutrida comunidad judía, antes de embarcar por el océano Índico hacia la India y China. Las cuatro rutas conducían a China, cuyo reino alcanzó una gran expansión bajo la dinastía Tang (618-907). Allí los radhanitas encontraban correligionarios establecidos desde tiempos antiguos.
En 1605 el padre Mateo Ricci, un jesuita misionero en China, descubre en Kai-feng-fu la capital de China de 907 a 1126, judíos. Un joven llamado Ai le da una explicación “increíble”. Los judíos chinos tienen una tradición que afirma que llegaron con Tamerlán (conquistador, líder militar y político turco-mongol), el célebre conquistador. Al final el padre Ricci tropezó con una gran comunidad. Los restos de una gran sinagoga en este lugar pudieron ser datados en el siglo XIII. Sin embargo, Tamerlán vivió un siglo más tarde. Por lo tanto, los habitantes de Kai-feng-fu tenían que haber estado en el país desde antes.
Pronto aparecieron pruebas de que en efecto en épocas anteriores habían vivido judíos en China. Suleiman, un mercader árabe, observa en un relato datado antes del año 900 que ha encontrado judíos en todas las ciudades importantes del Celeste Imperio, que hablaban hebreo y le reciben con hospitalidad. También existen narraciones de un comerciante hebreo llamado Eldad ha-Dani, el cual regresó tras una vida llena de aventuras desde China a Kairuan en 880, que habla de “tribus judías” en China. El mismo fue llevado allí como prisionero y redimido por otro judío. También hay otros textos que mencionan la existencia de judíos en Cantón por esa época.
Todavía no se ha estudiado ni valorado en profundidad los numerosos documentos chinos en los que aparecen datos sobre judíos. Incluso algunos historiadores nostálgicos, como M. N. Adler, hablan de que parte de las tribus perdidas podrían haber hallado refugio en China. En cambio, la historia de los judíos en India sí está más documentada y conocida. Pero lo cierto es que la actividad de los radanitas llegó a su fin hacia el año 900, pues tras la caída de la dinastía Tang en 907, se cortaron las relaciones con Occidente. El reino judío de los kazares situado entre el Cáucaso y el mar Negro se derrumbó. Los asaltos de los tártaros bloquearon las vías de comunicación. Las comunidades de India y China quedaron desgajadas y comenzó su desmoronamiento.
En el momento de la creación de la República Popular de China en 1949, pocos, si es que se conociera cualquier judío nativo chino, han mantenido la práctica de su religión y cultura. A finales del XIX y principios del siglo XX, los inmigrantes judíos del mundo occidental llegaron con influencias comerciales, en particular a los centros comerciales de Hong Kong, que fue durante un tiempo una colonia británica, Shanghái (el Acuerdo Internacional y la Concesión Francesa) y Harbin (el Ferrocarril Transiberiano). En la primera mitad del siglo 20, miles de refugiados judíos que huían de la Revolución Rusa de 1917 y el Holocausto en Europa llegaron a China. El cónsul chino en Viena, Ho Feng-Shan, arriesgando su propia vida y carrera aprobó velozmente los pedidos de visa de miles de judíos que buscaban refugio de los nazis.
Hoy, con la actual expansión del comercio y la globalización, judíos de muchas etnias de múltiples regiones del mundo se han asentado de manera permanente y temporal en las principales ciudades de China. Éste es considerado uno de los grupos étnicos oficialmente sin distinción en China. Si bien el antisemitismo es bajo existen crecientes restricciones a la libertad de culto.
Fuente: Wikipedia
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