Rabino Jonathan Sacks Z´L
El quinto faltante – un extracto de la Hagadá
Varios comentaristas, entre ellos el Gaón de Vilna, han llamado la atención sobre la influencia del número cuatro en relación con la Hagadá. Hay cuatro cuatros:
- Las cuatro preguntas
- Los cuatro hijos
- Las cuatro copas de vino
- Las cuatro expresiones para referirse a la redención: “Te sacaré del yugo de los egipcios y Te liberaré de la esclavitud. Te libraré con demostración de Mi poder y con grandes actos de juicio. Los llevaré hacia mí como nación” (Éxodo 6:6-7).
Sin embargo, puede ser que así como una radiografía puede revelar una pintura anterior que se encuentra debajo de una superficie, así, debajo de la superficie de la Hagadá haya otro patrón que discernir. Eso es lo que quiero señalar en este capítulo.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que hay, de hecho, otro “cuatro” en la noche del seder, a saber los cuatro versículos bíblicos cuya exposición forma una parte importante de la Hagadá:
- “Un arameo intentó destruir a mi papá…”
- “Y los egipcios nos maltrataron y afligieron…”
- “Y le lloramos a Dios, el Dios de nuestros padres…”
- “Y Dios nos sacó de Egipto…” (Deuteronomio 26:5-8).
Entonces, ahora no hay cuatro cuatros sino cinco.
En las primeras ediciones del tratado del Talmud Pesajim (118a) hay un versículo que desconcertó a los comentaristas medievales. Dice: “Rabí Tarfon dice: sobre la quinta copa recitamos el Hallel”. Los comentaristas medievales estaban confundidos con esto, porque en otras partes la literatura rabínica habla sobre cuatro copas, no cinco. La Mishná, por ejemplo, establece que a una persona pobre hay que darle el dinero suficiente para que pueda comprarse cuatro copas de vino. Tanto en el Talmud de Babilonia como en el de Jerusalem el debate gira entorno a la suposición de que hay cuatro copas en la noche del seder. Entonces, ¿cómo podemos entender la afirmación del Rabí Tarfon de que hay una quinta copa?
Entre los comentaristas surgieron tres puntos de vista. El primero fue de Rashi y Tosafistas. De acuerdo con ellos, hay solo cuatro copas en la noche del seder, y está prohibido tomar una quinta. Por lo tanto, la afirmación de Rabí Tarfon debe haber sido un error de imprenta, y los textos del Talmud deben ser corregidos.
El segundo fue el de Maimónides. El sostiene que hay una quinta copa, pero a diferencia de las otras cuatro, no es obligatoria. La Mishná nos enseña que a una persona pobre hay que darle el dinero suficiente para que pueda comprar cuatro copas de vino, lo que significa que debemos asegurarnos de que tenga la oportunidad de cumplir con esta obligación. Esto no aplica a la quinta copa, que está permitida pero no es obligatoria. La afirmación del Rabí Tarfon debe entenderse como que el que quiera tomar una quinta copa debe hacerlo durante la recitación del Hallel.
El tercer punto de vista, el del Rabino Abraham ben David (Ravad) de Posquières, contemporáneo de Maimónides, es que uno debe tomar una quinta copa. Hay una diferencia en la legislación judía entre obligación, jová, y la buena acción religiosamente significativa mitzvá. La quinta copa es una mitzvá, es decir, no obligatoria pero si digna de elogio y no meramente opcional como lo indicó Maimónides.
Por lo tanto, había una controversia sobre la quinta copa. Rashi dijo que no debemos tomarla; Maimónides que es opcional; Ravad que debemos. ¿Qué hace uno ante este tipo de desacuerdo? La legislación judía trata, siempre que es posible, de proporcionar una solución que respete todos los puntos de vistas, especialmente cuando son de grandes autoridades halájicas. La solución del presente caso es simple: se sirve una quinta copa (para respetar la opinión de Ravad y Maimónides) pero no se toma (para respetar a Rashi).
Cuando en el Talmud ocurre algún desacuerdo que no está resuelto, los sabios usan la palabra Teikú, “déjalo reposar”. Creemos que tales desacuerdos se resolverán en el día que Eliahu venga a anunciarnos la llegada del Mashiaj. Una de sus funciones será dictaminar sobre las controversias halájicas no resueltas. Se puede encontrar una alusión a esto en la palabra Teikú, que se leyó como una abreviatura de Tishbi Yetaretz Kushyot Ve’e Bayot, “El Tesbita, Eliahu, contestará las preguntas y resolverá las dificultades”. Por lo tanto, esta es la historia que se encuentra detrás de “la copa de Elija”. Representa la “quinta copa” que se menciona en el Talmud.
De acuerdo con el Talmud de Jerusalem, la razón por la cual hay cuatro copas de vino es debido a las cuatro expresiones de redención en la promesa que le hizo Dios a Moshé. Entonces, ¿Cómo pudo el Rabí Tarfon indicar que hay cinco copas y no cuatro? El hecho fascinante es que si miramos el versículo bíblico hay cinco expresiones de redención y no cuatro. El versículo continúa: “Y te llevaré a la tierra prometida que juré con mano firme que le daría a Abraham, a Isaac y a Yaco. Y te la daré como posesión. Yo soy tu Dios”. (Éxodo 6:8).
Hay un quinto más que falta. Como se mencionó anteriormente, durante el curso de la recitación de la Hagadá exponemos cuatro versículos bíblicos, que comienzan con: “Un arameo intentó destruir a mi padre”. En los tiempos bíblicos, esta era una declaración hecha por alguien que traía primicias a Jerusalem. Sin embargo, si recurrimos a la fuente descubrimos que hay un quinto versículo para este pasaje: “Él nos trajo a este lugar (la tierra de Israel) y Nos dio esta tierra, una tierra que emana leche y miel” (Deuteronomio. 26:9). No recitamos ni explicamos este versículo en la mesa del seder. Pero esto es extraño, ya que la Mishná establece explícitamente que “y uno debe explicar el versículo que comienza, ‘Un arameo intentó destruir a mi padre’ hasta que uno haya completado todo el versículo”. De hecho, no completamos todo el versículo, a pesar de lo que indica la Mishná.
Así que hay tres “cinco faltantes”: la quinta copa, la quinta expresión de la redención, y el quinto versículo. También está claro por qué. Las tres se refieren a Dios, no solo cuando saca al pueblo judío de Egipto, sino también cuando los lleva a la tierra de Israel. La Hagadá tal como la tenemos hoy en día y cómo evolucionó en los tiempos rabínicos es, en palabras de Maimónides, “La Hagadá que se practicaba en el tiempo del exilio”, es decir durante el período de Dispersión. El quinto que falta representaba el elemento perdido en la redención. ¿Cómo podían los judíos celebrar la llegada a la tierra de Israel cuando estaban en el exilio? ¿Cómo podían tomar la última copa de la redención cuando habían dicho, al principio del seder, “este año somos esclavos, el próximo libres; este año aquí, el próximo año en la tierra de Israel”?
La quinta copa (que se sirve y no se toma) era como la copa que se rompe en las bodas judías. Era un símbolo de incompletitud. Significaba que, mientras los judíos estuvieran dispersos por todo el mundo, enfrentando la persecución y el peligro, aún no podían celebrar al máximo. Un gran sabio del siglo XX, el difunto Rabino Menajem Kasher, argumentó que hoy que hay un Estado de Israel, muchos exiliados se han reunido y los judíos han recuperado su soberanía y su tierra, la quinta copa debe ser restablecida. Eso es lo que tienen que decidir las autoridades halájicas.
Pero, ¿Qué hay de las cuatro preguntas y los cuatro hijos? Había una quinta pregunta. La Mishná establece que un niño debe preguntar: “en todas las otras noches comemos carne que está cocinada, hervida o asada, pero esta noche solo comemos carne asada”. Este texto todavía se puede encontrar en los primeros manuscritos de la Hagadá hallada en Genizá del Cairo. Se refiere al momento en que todavía existía el Templo y la comida que se comía en la noche del seder incluía la ofrenda pascual, que era asada. Después de que el Templo se destruyó y se abandonó la práctica de comer un cordero pascual, esta pregunta se descartó y se reemplazó por otra (sobre la reclinación).
¿Había un quinto hijo? El difunto Rebe de Lubavitch sugirió que hay un quinto hijo en Pesaj. Los cuatro hijos de la Hagadá están todos presentes, sentados alrededor de la mesa. El quinto hijo que no se encuentra allí, el hijo perdido por matrimonios mixtos y asimilación. La tradición rabínica nos cuenta que en Egipto, varios judíos se asimilaron y no querían irse. La Torá utiliza una frase para describir la salida de Egipto de los israelitas Vajamushim alu bnei Israel miMitzraim (Éxodo 13:18). Por lo general, esto se traduce como “Los israelitas salieron de Egipto armados para la batalla”. Sin embargo, Rashi, al citar autoridades anteriores, señala que la palabra jamush puede que no signifique “armado”. En cambio, puede ser relacionada con la palabra jamesh, “cinco”. Por lo tanto, la oración puede traducirse como “solo un quinto de los israelitas salieron de Egipto”.
El resto, explica, perecieron en la plaga de la oscuridad. La plaga en sí era menos una aflicción para los egipcios que una forma de cubrir la vergüenza de los israelitas, ya que muchos de ellos no querían irse. La pérdida de los judíos por causa de la asimilación ha sido una tragedia actual en la historia judía. ¿Cómo hacemos referencia a esto en la noche del seder? Con el silencio: el quinto hijo, el que no está allí.
Así que, debajo de la superficie de la Hagadá encontramos, cinco cincos y no cuatro cuatros. En cada caso hay un quinto que falta (una copa, una expresión de liberación, un versículo, una pregunta y un hijo). Cada uno señala algo incompleto en nuestra situación presente. En el medio siglo transcurrido desde el Holocausto el pueblo judío ha pasado de la oscuridad a la luz. El Estado de Israel ha llegado a existir. El idioma hebreo ha renacido. Los judío han sido llevados a lugares seguros de los países en donde enfrentaron la persecución. En las democracias liberales de Occidente, los judíos han ganado libertad, e incluso prominencia y riqueza.
Pero Israel todavía no está en paz. En la diáspora la asimilación continúa su curso. Varios judíos son distanciados de su pueblo y de su fe. Algo falta en nuestra celebración: la quinta copa, la quinta liberación, el quinto versículo, la quinta pregunta y el quinto hijo. Esa es una medida de lo que aún se tiene que lograr. Todavía no hemos llegado a nuestro destino. Los quintos que faltan nos recuerdan el trabajo que queda por hacer, un viaje que aún no se ha completado.
Traductor
Michelle Lahan
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