Esteban Silva, para Radio Jai[1]
En medio de las celebraciones de Pésaj, Semana Santa y Ramadán en el Estado de Israel, centenares de misiles fueron lanzados desde la Franja de Gaza y el Líbano hacia diferentes regiones del país; estos ataques fueron reivindicados por las organizaciones terroristas Hamás (Palestina) y Hezbollah (Líbano), ambas financiadas con dinero del régimen fundamentalista iraní. Este ataque coordinado se da -como excusa oficial- por la intervención de la Policía de Israel en la Mezquita de Al-Aqsa, donde se encontraron explosivos y se arrestaron a cerca de 350 personas, provocando la preocupación de la comunidad internacional frente a una escalada de violencia en la región.
Asimismo, durante la semana dos atentados enlutaron al país entero. El primero fue el asesinato de Lucy (madre), Maia y Rina Dee, ciudadanas británico-israelíes residentes de Efrat que fueron atacadas por un terrorista palestino cuando transitaban en su auto por el valle del Jordán. El segundo se dio en pleno centro de Tel Aviv, cuando el joven abogado italiano Alessandro Parini (fallecido) y cuatro turistas de la misma nacionalidad (gravemente heridos) fueron arrollados por el árabe-israelí Youssef Abu Jaber cerca al parque Charles Clore, en el malecón de la ciudad.
¿Qué factores han permitido tantas violaciones a la seguridad interna del país? ¿Cuál es el esquema del terrorismo radical que amenaza a Israel desde los países vecinos? ¿Hacia dónde se dirige esta escalada de violencia en medio de la crisis interna? Este artículo pretende responder de forma general a todas estas preguntas, entendiendo su complejidad, al mejor alcance.
Un país dividido: la clave de la vulnerabilidad
Durante la semana, el ayatolá Alí Khamenei (líder político y espiritual del régimen iraní) había declarado que “el fin de Israel vendría antes de lo pronosticado (…) debido a la división en todos los sentidos”. Estas declaraciones provocadoras hacen clara referencia a las protestas que han asolado al país en contra de la reforma judicial que pretende llevar adelante el primer ministro Benjamín Netanyahu, que no han cesado pese a la “tregua” convocada por el gobierno, después de 15 semanas de multitudinarias manifestaciones en las grandes ciudades.
Este desacuerdo general con el gobierno y la sensación de polarización constituyen -lamentablemente- un ambiente de desorden generalizado. La negativa de muchas reservas de las Fuerzas de Defensa de Israel a asistir a sus funciones, así como la poca legitimidad de las autoridades que actualmente ocupan los cargos directivos, abren una ventana de vulnerabilidad frente a los ataques de agentes externos. En ocasiones de menor conflictividad interna (como casi todas las ofensivas terroristas posteriores a la Segunda Intifada) el riesgo de desastre provocado se reduce; por su parte, en situaciones de incertidumbre (como en ambas intifadas) las debilidades del sistema de seguridad se hacen más evidentes.
Geopolítica del terrorismo radical: las amenazas en las fronteras del país
Un aspecto importante a tomar en cuenta es la cantidad de brigadas, organizaciones terroristas e incluso ejércitos nacionales que constituyen un eventual peligro para la seguridad nacional del Estado de Israel.
Además de las ya conocidas organizaciones terroristas palestinas que constantemente atacan el país (Hamás, la Jihad Islámica Palestina y los brazos armados de Al-Fatah), en los extramuros del país se encuentran otros entes que pretenden generar peligro.
En el Líbano se encuentra la amenaza más grande: Hezbollah. Durante la semana, se viralizaron imágenes de la reunión entre Ismail Haniye (líder de Hamás y gobernante de Gaza) y Hassan Nasrallah (jefe de la organización libanesa) se reunieron en Beirut para hablar de la cooperación entre sus grupos, en medio de los recientes enfrentamientos en Jerusalén y la escalada de violencia en Israel. En esta reunión también estuvo presente Saleh Al-Arouri, jefe fundador del ala militar de Hamás y sindicado por la prensa israelí como responsable del lanzamiento de cohetes hacia la Alta Galilea, en el Distrito Norte.
Por su parte, en las últimas horas también se ha tenido alertas de explosivos lanzados desde Siria e Irak. El régimen de Bashar al-Assad tiene a su cargo 17 unidades de combate armadas, así como la sección Fatah-Intifada y el Kataeb Hezbollah (sector sirio); por su parte, en territorio iraquí circulan el Atsa’ab Ahl al-Haq (Red Khazali) y las Fuerzas Quds (de origen iraní). La cooperación del gobierno iraní con las brigadas sirias incluye misiles y vehículos aéreos no tripulados, de acuerdo a los reportes del Dr. Mordechai Kidder en Makor Rishon.
El caso del régimen iraní (poseedor de armas nucleares y reservas de uranio enriquecido) constituye un riesgo estatalizado para el país: constantes amenazas de las autoridades del país, que no ha dudado en culpar a Israel y Estados Unidos de las protestas en su contra, y que muy a menudo anuncia ataques y consecuencias lamentables en contra del Estado judío. La normalización de relaciones entre Irán y Arabia Saudí (firmante de los Acuerdos de Abraham y socio estratégico comercial de Israel) también genera un cambio en el tablero diplomático de la zona, con la intervención indirecta de China.
¿Hacia dónde se dirige Israel? Crisis interna y peligro externo
La respuesta del primer ministro Benjamín Netanyahu frente a la escalada de violencia resulta inexplicable: el jefe de Gobierno eligió culpar al gobierno anterior (presidido por los hoy opositores Yair Lapid y Naftali Bennett) por su “permisividad” con los países de la región y un supuesto incremento de incidentes violentos, en lugar de llamar a la unidad en el país en medio de las protestas en su contra. Por su parte, Lapid aseguró que “los enemigos del país están sedientos de sangre”, y que la reacción del gobierno ha sido ampliamente irresponsable. A nivel social, la solidaridad con los fallecidos en los atentados ha conmovido al mundo entero.
Como se mencionó párrafos arriba, la situación de división interna solo perjudica la estrategia de seguridad. Mientras el país lloraba a sus muertos y concluía la celebración del Pésaj, los ministros ultraderechistas Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir lideraban una protesta (junto a otros 20 parlamentarios) para invadir y repoblar el asentamiento ilegal de Eviatar, en Cisjordania. En las últimas semanas, padres de soldados fallecidos en atentados han rechazado la presencia de Ben Gvir -hoy ministro de Seguridad Interior- y sus seguidores en las ceremonias conmemorativas a realizarse, considerándolo una figura disruptiva para el sistema democrático israelí.
Situaciones de polarización similares han contribuido a tragedias. La Primera Intifada (1987) se originó como consecuencia de los álgidos debates alrededor de la paz entre Israel y Palestina y un nuevo plan de partición para la creación de dos Estados, finalizando con el repudiable asesinato de Isaac Rabin a manos de un propio extremista judío kahanista; por su parte, la Segunda Intifada (2000) se dio en el contexto de la controvertida visita de Ariel Sharón a la Explanada de las Mezquitas, donde en medio de una manifestación exacerbadamente nacionalista y provocadora, las FDI atacaron a fieles musulmanes, iniciando un doloroso proceso de violencia mutua e incluso ejecuciones extrajudiciales que frustraron permanentemente la solución de dos Estados.
A modo de conclusión
La difícil situación política que vive internamente el Estado de Israel lo ha convertido en blanco de sus rivales políticos en la región. La respuesta del propio Gobierno no solo es insuficiente, sino también irresponsable, ya que sigue promoviendo la división del país alrededor de una reforma cuyo objetivo es salvar a Netanyahu de la cárcel.
Hay quienes en nombre de la religión (falsamente y en ambos sectores) claman por una Tercera Intifada; el riesgo de una escalada grave de violencia, que genere más muertos inocentes y peligros para todo el Medio Oriente, es latente y se hace más grande en contextos de vulnerabilidad.
Como relata el Sefer Malkim, “todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá”.
[1] Politólogo. Master of Arts en Estudios Migratorios por la Universidad de Tel Aviv (Israel).