Por Esteban Silva, para Radio Jai [1]
El día miércoles 12, el Poder Judicial de Perú absolvió por segunda vez al ciudadano libanés Mohammad Ghaleb Hamdar, acusado de ser miembro del grupo terrorista Hezbollah. Según los jueves de la Quinta Sala Penal de Apelaciones, “las pruebas obtenidas resultaron ilícitas y no podían ser valoradas por el tribunal”. Es decir, no se ha demostrado su inocencia, pero tampoco se ha podido desvirtuar la presunción de inocencia.
Previamente, Hamdar había sido condenado a seis años de prisión por el delito de falsedad genérica (entró al país con un pasaporte falso de la República de Sierra Leona).
¿Quién es el terrorista confeso liberado? ¿Qué mecanismos está utilizando Hezbollah para penetrar en Latinoamérica? ¿Qué riesgos genera este caso para la seguridad de los países de la región sudamericana?
La detención y los sorprendentes hallazgos
El inicio de esta novela judicial se da con la detención de Mohammad Ghaleb Hamdar en octubre de 2014, cuando la Dirección contra el Terrorismo (DIRCOTE) de la Policía Nacional de Perú (PNP) intervino la casa donde residía, en la ciudad de Lima. De acuerdo al parte policial, en esta residencia se hallaron rastros de pólvora, trinitrotolueno (TNT) y nitroglicerina. Además de estos elementos químicos explosivos, se utilizó una confesión escrita por el libanés para iniciar la investigación. En esta carta escrita en inglés, Hamdar aceptaba pertenecer a la organización terrorista radical Hezbollah.
La Fiscalía de la Nación elaboró una hipótesis sobre el modus operandi de Mohammad Ghaleb Hamdar, sosteniendo que el ciudadano libanés llegó al país con tres objetivos: 1) obtener información importante para la organización con respecto a la vigilancia de aeropuertos, 2) obtener la nacionalidad peruana, y 3) aprender el idioma español para tener llegada a otras personas.
Durante el secuestro de sus pertenencias, se encontraron fotos tomadas por Hamdar que correspondían a los accesos del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez (Callao, Perú), fachadas de comisarías (dependencias policiales), puestos de Serenazgo (guardia civil) y de la sede de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DIRINCRI).
Asimismo -siguiendo la línea establecida por la Fiscalía-, Hamdar se casó con una ciudadana peruana con el fin de obtener la nacionalidad y contar con documentos peruanos, para pasar desapercibido; esto correspondería a elementos de convicción contundentes que expondrían una relación del libanés con la organización Hezbollah.
El juicio, la sentencia y las dos absoluciones
Según la Fiscalía peruana de ese momento, Mohammed Ghaleb Hamdar había llegado a Perú en un viaje de estudios religiosos de un grupo de jóvenes peruanos conversos al islam que regresaban de la ciudad iraní de Qom. Indicios en la investigación permitieron establecer que Hamdar tenía como objetivo cumplir la misión de recabar información de inteligencia tendiente a la posterior ejecución de ataques terroristas ordenados por Hezbollah en Perú. En el expediente judicial original iniciado en su contra, se señala como objetivos de ataque el aeropuerto de Lima, empresarios e intereses de la comunidad judía local y edificios comunitarios. Hamdar, negó los cargos y declaró no haber estado en Venezuela antes de llegar a Perú ni luego de afincarse en Lima. Su abogado expresó que, en los tres días posteriores a su encarcelamiento, Hamdar fue torturado, sometido a vejaciones y apremios ilegales por la policía y los organismos de inteligencia para que admitiera ser miembro del grupo Hezbollah. El letrado impugnó el procedimiento policial porque -según dijo -mantuvieron a Hamdar encapuchado y habría sido golpeado por varias personas no identificadas que lo interrogaron durante esos días, hablándole en idioma árabe y hebreo sin la presencia de su abogado defensor ni de personal de la fiscalía interviniente.
En el primer juicio se pudo comprobar que Hamdar arribó a Perú procedente de Brasil y que durante los primeros cuatro meses de su estancia en Lima habría viajado al menos en dos oportunidades a Ciudad del Este, Paraguay; aunque la investigación peruana nunca pudo establecer sus contactos comunitarios o políticos paraguayos. Hamdar admitió en su primera declaración que viajó a Paraguay a ver un primo suyo radicado allí desde por los últimos once años. También reconoció que ingresó a Perú utilizando un pasaporte falso de Sierra Leona que le fue secuestrado durante su detención. Del mismo modo, admitió que a poco de llegar al país contrajo matrimonio con una ciudadana peruana y negó conocer las actividades de personas con las que se relacionó en cuanto a la pertenencia de ellas al grupo local Inkarri al-Islam. Conocido por su cercanía a Irán y a Hezbollah, el grupo desempeñó un papel activo en apoyo a la campaña electoral que llevó a la primera magistratura del país al expresidente Pedro Castillo Terrones.
En tal circunstancia, Mohammad Ghaleb Hamdar fue llevado a juicio en 2015 y se lo sentenció a seis años de prisión efectiva en Perú, sin posibilidad de ser extraditado por no haber acuerdos en la materia entre Perú y Líbano (país de origen real de Hamdar). Finalmente, fue liberado en el mes de octubre de 2020, después de darle por cumplida la pena impuesta y el 27 de ese mes se emitió la orden para que se lo expulse de territorio peruano. No obstante, Sierra Leona no aceptó recibir a Hamdar por no ser uno de sus ciudadanos. Así́, Hamdar permanece todavía en Perú a la espera de que se le extienda un documento que le permita viajar a Beirut. El garante de su permanencia en Perú luego de obtener su libertad es su actual abogado y según trascendió, durante 2021, personas cercanas al actual presidente Castillo se ocuparon de su caso, algunas de ellas allegadas al grupo Inkarri al-Islam, fundado por Edwar “Hussain” Quiroga Vargas, un militante de izquierda cercano a las ideas del grupo terrorista Sendero Luminoso y convertido al islam chiita que colaboró activamente durante la campaña presidencial de Pedro Castillo.
Según fuentes judiciales peruanas -de acuerdo al portal Infobae- en abril de 2021 la Fiscalía General Anti Terrorista mencionó que la Corte Suprema anuló la sentencia que liberó a Hamdar de la acusación de terrorismo en la creencia que existen pruebas suficientes para creer que efectivamente pertenece a la organización libanesa Hezbollah.
Mohammed Ghaleb Hamdar fue sentenciado a seis años de prisión efectiva en 2017 por el delito de falsedad genérica; es decir, se logró consignar que todos los documentos que presentó eran falsos: certificado de nacimiento, licencia de conducir y un pasaporte falso a nombre de Muamad Amadar, supuesto ciudadano de la africana República de Sierra Leona (siendo que Hamdar nació en Beirut, capital del Líbano). Asimismo, durante su detención en 2014 el detenido había asegurado que se dedicaba al comercio de ropa, afirmación que fue desvirtuada por la Fiscalía.
Por su parte, la ciudadana peruana que se casó con Hamdar fue detenida y procesada junto a él, aunque quedó en libertad. Posteriormente fue detenida nuevamente y extraditada a Estados Unidos (poseía nacionalidad estadounidense, era exesposa de un agente de seguridad de Washington), donde permaneció 15 meses en prisiones del estado de Florida. Finalmente fue liberada, pero perdió su ciudadanía estadounidense.
Hamdar salió en libertad el 27 de octubre de 2021 y ha permanecido en Perú, hasta su reciente absolución.
El modus operandi: el terrorismo radical en Latinoamérica
En 2019, antes de la inauguración de los Juegos Panamericanos que se celebraron en Lima, la DIRCOTE detuvo al ciudadano peruano Brian Alvarado en la zona de San Juan de Lurigancho. La inteligencia peruana había detectado un usuario en la red social Telegram llamado @Al_Alfaransi, el cual portaba como foto de perfil la imagen a un “combatiente” del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) portando un arma.
Alvarado formaba parte de un grupo llamado “El Califato Permanecerá” (en el que se daban instructivos para la construcción de explosivos y ejecución de atentados) y mantenía comunicación con simpatizantes del ISIS en Argelia, Túnez, Dinamarca y Brasil. Asimismo, había confesado a un seguidor de esta organización terrorista que planeaba realizar un atentado durante el evento deportivo.
Según el Dr. Bassam Tibi, catedrático de Islamología de la Universidad de Göttingen, en Alemania, la amenaza del fundamentalismo islámico a través de su errada interpretación de la Guerra Santa (“neo yihad”), constituye el nuevo totalitarismo del siglo XXI y el más grande desafío para el sistema occidental de libertad y democracia. Este totalitarismo tiene un carácter dual, tanto religioso como político, que esgrimen un orden divino totalitario en donde, Alá ha de reinar no solo en el mundo del Islam, sino dentro del marco de un panarabismo o una pax islámica, en todo el globo, promoviendo un orden mundial islámico.
Esto demuestra que América Latina no se escapa de la ambición expansionista del fundamentalismo en su afán de islamización del mundo. El accionar de Hezbollah se ha expandido en el escenario latinoamericano y se desarrolla a través del eje regional Cuba-Venezuela, extendiéndose a los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), países caribeños y otros países de la región. La amenaza iraní desde la Revolución Islámica de 1979 es visible en México, Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay, Nicaragua, Ecuador, Perú, entre otros.
A forma de presión durante la Guerra Fría, en 1982 se lleva a cabo en Teherán, el Seminario de Gobierno Islámico Ideal, una cumbre religiosa-gubernamental, con la participación de 380 clérigos de 70 países, acordando exportar la revolución iraní por medio de una penetración cultural, política y religiosa y patrocinar atentados terroristas a través de Hezbollah y Hamas, así como mermar una eventual negociación de paz entre Israel y Palestina. Así, encontramos lamentables incidentes como el atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires en 1992, el atentado la sede de la Asociación Mutual Israelí Argentina (AMIA) en Buenos Aires en 1994, entre otros. Asimismo, de acuerdo a especialistas, la Triple Frontera (Brasil-Paraguay-Argentina) se ha convertido en un foco de actividades relacionadas al narcotráfico, contrabando, falsificación de documentos y lavado de activos directamente conectadas a las células del terrorismo fundamentalista en la región.
De acuerdo al analista Javier Gamero Kinosita, en el caso peruano los informes de los servicios de inteligencia revelan que las células iraníes de Hezbollah están vinculados a frentes antimineros interesados en el Proyecto Macusani (yacimientos de uranio en territorio peruano) y el Etnocacerismo Peruano, un movimiento nacionalista indígena, basado en una ideología etno-socialista incaica, algunos de sus militantes han sido entrenados en Teherán.
[1] Politólogo. Master of Arts en Estudios Migratorios por la Universidad de Tel Aviv (Israel).