Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro
La existencia del llamado Gobierno de Toda Palestina, es poco conocido. Los historiadores han puesto su atención en el conflicto árabe israelí, y la situación posterior a la Guerra de los Seis Días de 1967. Este fue un intento de crear o impulsar un Estado palestino, que quedó en la nada, dado que el Reino de Transjordania – luego Jordania – anexó la llamada Margen Occidental o Cisjordania, y el mismo gobierno egipcio, que controlaba la Franja de Gaza, nunca tuvo un interés real en la consolidación del denominado Gobierno para Toda Palestina.
La finalización de la Segunda Guerra Mundial, encontró al movimiento palestino es una situación debilitada. Las divisiones políticas, la falta de una postura clara de la Liga Árabe en relación a Palestina, agregándose que el nuevo Alto Comité Árabe, no estaba en capacidad de tener una política independiente o decisiva sobre el destino de los palestinos. Los estados árabes se aferraron a una política intransigente hacia la idea de la creación de un estado judío. En este marco el Alto Comité Árabe, considero la partición decretada por Naciones Unidas en 1947, como ilegal e impracticable En 1945 con la creación de la Liga Árabe, en un primer momento, había apoyado la idea de un Estado palestino unitario, posterior a la retirada británica prevista en otoño de 1947. Pronto salieron a la luz, diversas posturas sobre la idea de una Palestina independiente. Por un lado, el gran muftí de Jerusalén Hajj Amin Al Hoseyni, apoyaba la idea de un estado árabe palestino, y por otro el rey Abdullah de Transjordania, tenía otras ideas: anexar la parte árabe de Palestina a su reino. Esto tenía que ver con la viabilidad económica de su país, especialmente en materia de producción agrícola y controlar el valle del Jordán.
En septiembre de 1947, ante la inminente retirada británica del Mandato de Palestina, el Alto Comité Árabe solicitó apoyo a la Liga Árabe, para la formación de un gobierno palestino, ante el eventual vacío de poder que iban a dejar los británicos. La mayor parte de los integrantes de la Liga Árabe eran reacios apoyar un gobierno liderado por el gran muftí de Jerusalén, como también confiarle a dicho personaje, el esfuerzo de guerra en Palestina.
En las reuniones llevadas a cabo por el Consejo de la Liga, en Líbano y Egipto, el gran muftí al Hoseyni, suplicó por la formación de un gobierno en las sombras bajo la dirección del Alto Comité Árabe. Los pedidos, cayeron en saco roto, como también el despliegue de fuerzas militares de los estados árabes vecinos en territorio del Mandato. En febrero de 1948, los estados árabes rechazaron de plano los pedidos del gran muftí para la formación de un gobierno en el exilio, designar jefes militares, como de financiar los gastos para el establecimiento de una administración palestina, bajo control del Alto Comité Árabe. Los pedidos de apoyo para un estado palestino o por lo menos crear un gobierno, fueron rechazados por los estados árabes. El Alto Comité fue marginado gradualmente en las discusiones sobre Palestina por parte de la Liga Árabe. En mayo de 1948, con la proclamación del Estado de Israel, solo quedaba en Ahmad Hilmi Abdul Baqui, miembro del Alto Comité Árabe en el territorio del mandato.
La invasión de las fuerzas árabes, no trajo consigo la posibilidad de crear un gobierno palestino, o por lo menos un comando unificado. Esto fue una verdadera tragedia, lo que impulsó a muchos en el medio del caos de la guerra, abandonar el territorio. En cambio, los israelíes, contaban no solo con un gobierno nacional, sino con fuerzas armadas regulares con mando unificado. El 11 de junio, las fuerzas israelíes ejercía el control efectivo del territorio asignado por la partición. En lo referente a los árabes, las fuerzas egipcias controlaban parte del litoral, lo que hoy es la Franja de Gaza, los iraquíes estaban presentes en las zonas montañosas del norte, y las fuerzas de Transjordania, ocupaban Jerusalén Este, y lo que hoy se conoce como Cisjordania.
El conde Bernadotte, mediador de Naciones Unidas, propuso en una primera instancia que las partes árabes de Palestina, fuerana anexadas al Reino de Transjordania, quienes se oponían a ello decidieron actuar. El 8 de julio el Comité Político de la Liga Árabe alcanzó un acuerdo, por el cual proponía crear una administración civil bajo control de la Liga. Por razones políticas y evitar un conflicto con el rey Abdullah, la propuesta de los estados árabes, hablaba de un gobierno o administración temporal, dejando de lado el término “gobierno palestino”. La idea fue objeto de críticas por parte de Transjordania, y se opuso tenazmente a la idea. El Alto Comité Árabe, con la esperanza de convertirse en el gobierno palestino, solo recibió un tímido apoyo de la Liga, quedando en una suerte de callejón sin salida. Esto quedó reflejado en el esfuerzo de la Legión Árabe – denominación del ejército de Transjordania – para tener un control efectivo de los sectores árabes de Palestina. El objetivo era reclamar que los delegados del rey Abdullah, ocuparan el lugar del Alto Comité Árabe, que representaba a los palestinos. Esta política tenía apoyo de Londres. Mientras tanto Egipto maniobró junto a otros estados árabes, para crear un gobierno palestino. Esto fue aprobado en julio por el Comité Político de la Liga Árabe, con apoyo de estados como Arabia Saudita, Siria, Irak. Jamal Al Hoseyni, primo del gran muftí de Jerusalén, realizó una gira en diversas capitales árabes, incluyendo al reino de Transjordania, para lograr apoyo político a la idea de un gobierno civil temporario para Palestina. Finalmente, a pesar de la oposición de Ammán, por resolución de la Liga Árabe, en septiembre de 1948, en Gaza fue establecido el denominado “Gobierno para Toda Palestina”. De alguna manera, los estados árabes consintieron la partición del Mandato de Palestina y la existencia del Estado de Israel.
El Gobierno para Toda Palestina y las divisiones políticas entre los palestinos, salen a la luz.
En 1948, las fuerzas egipcias en el marco de la primera guerra árabe israelí – conocida por Israel como Guerra de la Independencia – ocuparon la Franja de Gaza, donde establecieron el 22 de septiembre de 1948, el Protectorado para Toda Palestina. No cabe duda que el establecimiento de este gobierno, tuvo que ver con la presión de la opinión pública árabe, un intento de mostrar a los palestinos, que la Liga Árabe estaba haciendo por ellos, como también un intento de crear una entidad que tuviera reconocimiento internacional como lo tenía el Estado de Israel.
El Gobierno de Toda Palestina, fue la herramienta por la cual los patrocinadores egipcios, intentaron frustrar la idea de una federación o posible anexión de territorios palestinos a Transjordania. Mientras tanto, desde Londres, apoyaban al rey Abdullah, por ser un aliado importante para la defensa de los intereses británicos en la región. Los británicos, se oponían con firmeza que un futuro estado palestinos estuviera liderado por el gran muftí Hosseini, dado que se abriría las puertas al fanatismo y podría afectar a los estados árabes vecinos. El Foreign Office, presionó para impedir o por lo menos retrasar la proclamación del “Gobierno para Toda Palestina”, donde la figura del gran muftí generaba más dudas que certezas, dado que en el pasado había sobradas pruebas, del sentir antibritánico, y su hostilidad hacia el Estado de Israel. Un gobierno liderado por Al Hoseyni, no era garantía de seguridad.
El primer ministro del gobierno de esta entidad fue Ahmed Hilmi Baqi, miembro del Alto Comité, que no hacía mucho había aceptado ser gobernador militar de Jerusalén Este. El gabinete de Hilmi, fue formado mayoritariamente por seguidores de Al Hosseini, además de representantes de otras facciones palestinas, que habían sido apoyados por el rey Abdullah, no hacía mucho. El primo del gran muftí, Jamal al Hosseini, fue designado ministro de exteriores. Incluso el nuevo gobierno o administración civil de transición, como lo denominaba la Liga Árabe, tenía un ministro de defensa, que era Rajai al Hosseini. El gobierno palestino, tenía unos veinte ministros, que gran parte de ellos, habían vivido en varios países árabes, en el exilio, y regresaron, instalándose en Gaza, en un intento de hacer funcionar un gobierno, que solo limitaba su campo de acción a unos 360 km2, bajo el amparo de los egipcios. El presidente del nuevo gobierno, fue el gran muftí Amin Al Hosseyni. Personaje que fue objeto de cuestionamientos de la comunidad internacional, dado sus vínculos con el III Reich y por haber sido impulsor de revueltas árabes, que terminaron con matanzas de poblaciones judías como la ocurrida en Hebrón en 1929.
Los egipcios enviaron armas a los palestinos en Belén, en un intento de generar una oposición armada al rey Abdullah y extender la influencia del nuevo Gobierno para Toda Palestina. El gran muftí ingresó a Gaza y fue recibido como un héroe nacional, dado que los palestinos tenían la esperanza de tener su propio estado.
El gran muftí impulsó recrear el “Ejército de la Guerra Santa”, grupo de milicias que lucharon en la guerra de 1948. El objetivo que el pequeño “estado” palestino que pretendía establecer, debería contar con su propio ejército. En el plano internacional, el Gobierno para Toda Palestina, buscó el reconocimiento, enviando una delegación a Naciones Unidas. En este proceso se emitieron 14.000 pasaportes, en su mayoría destinados a familias notables y hombres de negocios.
Desde el inicio, la existencia del Gobierno para Toda Palestina fue más que precario. Esta dependía de los fondos egipcios y de la asistencia de Naciones Unidas, en lo referente a miles de refugiados que inundaron la pequeña Franja de Gaza. El gobierno palestino reclamó su jurisdicción sobre los límites del antiguo Mandato Británico de Palestina, sobre el cual se había creado el Estado de Israel, y en cuanto a Cisjordania y Jerusalén Este, estos quedaron en manos jordanas, sin ninguna intención por parte del rey Abdullah, de ceder o reconocer algún tipo de jurisdicción del flamante gobierno palestino.
El gobierno presidido por al Hoseyni era un verdadero fantasma. Carecía de estructuras para ejercer un control real, a pesar de los reconocimientos que tuvo, bajo el régimen de Protectorado de la Liga Árabe. Intentó exhumar el llamado Ejército de la Guerra Santa, con el cual los palestinos participaron de la guerra de 1948. Adoptaron una bandera, similar a la de la rebelión árabe de 1917 y fue convocado un Consejo Nacional Palestino. En el proceso fueron invitados a participar elementos representativos de la sociedad palestina, antiguos alcaldes, miembros de consejos de aldea, comandantes militares, cámaras mercantiles, sindicatos, líderes políticos de diversos partidos políticos. Solo unos 150 delegados pudieron llegar a la sed del Consejo Nacional, en una escuela en mal estado edilicio en Gaza. Los representantes tuvieron problemas dado las restricciones impuestas por tropas iraquíes y transjordanas. Superadas las dificultades, los flamantes delegados en medio de la euforia inicial legitimaron al gran muftí de Jerusalén Amin al Hosseyni presidente del Consejo, y a Hilmi como primer ministro.
El Consejo adoptó una serie de medidas, además de aprobar los símbolos nacionales, una constitución provisional, y un plan de liberación de Palestina, proclamó el 1 de octubre la independencia, reclamando como límites históricos, las del Mandato en tiempos del dominio británico. Mientras tanto, el rey Abdullah, reclamaba su rol como representante legítimo del pueblo palestino, tanto en la Liga Árabe como en foros internacionales. En otras palabras, la posibilidad de construir un estado palestino sobre la base de la Margen Occidental, Jerusalén Este y Gaza, quedaron impedidas por los conflictos de intereses entre los mismos estados árabes, especialmente entre Egipto y Transjordania, además de las divisiones palestinas, que pronto se hicieron visibles.
La respuesta a la creación del Gobierno para Toda Palestina, fue la Conferencia de Jericó, liderada por el jeque Muhammad Ali Ja’ abari, donde una serie de personalidades palestinas, reclamaron la anexión de Jerusalén y Cisjordania al reino de Transjordania. Estados Unidos fue uno de los primeros países de apoyar la idea, pero quienes lo reconocieron formalmente fueron Gran Bretaña y Pakistán, agregándose la oposición de Siria y Egipto, como del mismo gran muftí, pero sus llamados a declarar nula dicha conferencia, quedaron en la nada. El 26 de diciembre de 1948, el mismo rey Abdullah, apoyó las resoluciones de la Conferencia de Jericó. Bajo el denominado Congreso palestino en Ammán, este rechazó la proclamación de la independencia en Gaza, dado que consideraba que el Gobierno para Toda Palestina, ilegítimo y que no representaba los intereses de la población árabe palestina. En 1949 por medio de una ley de nacionalidad, los palestinos fueron considerados jordanos. El reino de Transjordania, pasaría a convertirse en Jordania.
El apoyo popular al Gobierno para Toda Palestina, comenzó a disminuir, luego de la celebración de los congresos, que apoyaron la anexión jordana. El régimen jordano se valió de distintos métodos, desde sectores políticos locales que consideraban la soberanía de Ammán como una solución realista para los palestinos, el pedido por parte de gobernadores militares, que pedían auxilio para firmas en las peticiones al rey, para legitimar la anexión de Cisjordania, como también el soborno a los que apoyaban al gobierno del gran muftí.
En el plano internacional, el Gobierno para Toda Palestina no tuvo éxito en su lucha por tener reconocimiento. La oposición de Gran Bretaña a la existencia de este gobierno y su negativa a reconocerlo, influyó en la decisión de otros gobiernos. La Liga Árabe tenía posturas contradictorias, a fin de evitar una ruptura con Transjordania, que provocaría una crisis, a las complejas relaciones entre los estados árabes. La incapacidad de los gobernantes árabes, de alcanzar consensos sobre la cuestión palestina, que era utilizada como herramienta para aglutinar la opinión doméstica, cuando los gobiernos tenían problemas de legitimidad o crisis internas. Los conflictos externos, eran una válvula de escape, para muchos gobernantes árabes, que no eran muy populares.
En la búsqueda de apoyos en el mundo árabe, el Gobierno de Toda Palestina, apeló a Irak. Su regente de Irak, era el sobrino del rey Abdallah de Jordania. A pesar de los lazos dinásticos y el apoyo dado por el gran muftí, en el golpe de Estado de 1941, que llevó al primer ministro Rashid Alí, abiertamente antimonárquico y nacionalista, el regente iraquí Abd al Illah, miró hacia otro lado, y buscó en la causa palestina tener credenciales de líder panarabista y nacionalista, que tenía que ver no solo con la política exterior del país, sino frente a la opinión pública doméstica. Ello no impidió que las presiones británicas se hicieran presentes y el apoyo iraquí se diluyera, generando la ira de los nacionalistas.
El fin del “Gobierno de Toda Palestina”
El Ejército de la Guerra Santa, fue desmantelado por Glubb Pashá, el comandante en jefe de la Legión Árabe. Esta fuerza irregular palestina, había sufrido un golpe moral con la muerte en combate de su carismático líder Abd al-Qadir al-Husayni. Las fuerzas de la Legión Árabe rodearon las unidades palestinas y las desarmaron. La Liga Árabe había apoyado en las formas, la creación de otro ejército, que iba estar teóricamente bajo el control del Gobierno de Toda Palestina, pero impidieron que el Ejército Árabe de Liberación, incorporara mayores efectivos. Dicho ejército, era una herramienta para el régimen sirio de aquel momento, para obtener ganancias territoriales a favor de Damasco. Pero resultó ser un fracaso y los israelíes, lanzaron la Operación Hiram, que expulsó al Ejército de Liberación fuera de las fronteras del antiguo Mandato.
Las ofensivas lanzadas por los israelíes, obligaron a los egipcios a replegarse, quedando reducida su presencia a la Franja de Gaza. La derrota militar egipcia frente a las fuerzas israelíes, fue el “canto del cisne” para el gobierno palestino., que era una ficción. Los palestinos estaban divididos, por un lado, había sectores que veían en la anexión a Transjordania, como una solución creíble y viable, frente a los seguidores del muftí, de posturas más radicales, y buscaban crear un estado palestino, en todo el territorio del antiguo mandato.
El rey Faruk, sabía que la presencia de al Hoseyni, era un problema. No había sido extraditado, por las acusaciones que pesaban sobre el gran muftí, en calidad criminal de guerra. El primer ministro egipcio Mahmud Nuqrashi, le recordó al gran muftí, que era un refugiado político y lo invitó a volver a El Cairo. El flamante presidente del Gobierno de Toda Palestina, se negó, y finalmente pro la fuerza fue conducido a la capital egipcia, donde quedó bajo custodia policial. Esto arrastró también al resto de su gobierno, que se quedó sin financiamiento. Las autoridades egipcias, bajo la excusa que la Franja de Gaza era una zona militar, señalaron que era conveniente que el Gobierno palestino se trasladara a El Cairo. El primer ministro Hilmi, siguió participando como representante palestino en la Liga Árabe hasta 1952, cuando este organismo transfirió sus “responsabilidades” al gobierno egipcio. En 1959, el Gobierno de Toda Palestina, fue disuelto por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, el gran muftí al Hoseyni, se exilió a Beirut, donde murió en 1974. La proclamación de la República Árabe Unida, incorporaba de iure al citado Gobierno y la Franja de Gaza, siguió en manos de gobernadores militares egipcios.
No cabe duda, que, si la Liga Árabe hubiera tenido una postura clara respecto a los palestinos, tal vez, en los territorios que hoy teóricamente están en manos de la Autoridad Nacional Palestina, se hubieran convertido en un estado. La presencia de un personaje como al Hoseyni, dado sus vinculaciones con el III Reich, restó apoyos internacionales al Gobierno de Toda Palestina. Los líderes palestinos también tenían sus diferencias, lo que impidió también la posibilidad de la construcción de un proyecto nacional. Los estados árabes, tienen su responsabilidad histórica, al emplear la cuestión palestina, como herramienta para sus intereses y manipular la opinión doméstica.
Han pasado nada menos 75 años desde la creación del Gobierno de Toda Palestina, y la historia parece repetirse. Quienes aspiraban a ejercer un control real y sentar las bases de un estado palestino, se vieron impedido de llevarlo a cabo por las divisiones entre los mismos palestinos, posturas irreductibles frente al Estado Israel, impidieron tener apoyos de actores externos relevantes, y la injerencia de gobiernos de la región, que utilizaron la causa palestina, para dirimir sus diferencias o para imponer sus propias agendas.