El tamaño de la masacre de seis millones de nuestros hermanos y hermanas asesinados durante la Shoá es absolutamente incomprensible e inconmensurable para cualquier ser humano. ¿Cómo podemos resumir la infinita suma de esperanzas y desesperanzas, sueños y frustraciones, acciones e inacciones, alegrías y tristezas que caracterizan la vida de todo ser humano… de seis millonesde vidas truncadas por el más absurdo de los odios? ¿Cómo dimensionar el vacío radical dejado por comunidades judías completas arrasadas de cuajo por la bestia nazi? ¿De qué manera podemos internalizar que uno de cada tres judíos del mundo – la abrumadora mayoría de la comunidad judía de la Europa Continental – desapareció, asesinado por la maquinaria alemana y sus múltiples cómplices y socios, en el lapso de 6 años?
La simple respuesta a esta insoportable pregunta es que no hay ninguna forma de comprender, concebir o imaginar siquiera la monstruosidad que representan esos números –seis millones de nuestros niños, jóvenes, adultos y ancianos, hombres y mujeres brutalmente asesinados -.
¿Cómo honrar, entonces, en este Yom HaShoá, este Día del Holocausto, a tantas almas, tantos espíritus, tantas mentes y corazones que no conocieron tumba ni piedad? La única posibilidad de intentar dimensionar lo ocurrido es tomar la historia de una persona que sucumbió en manos de los asesinos, y multiplicarla por millones, seis millones – como en el caso de nuestra pequeña grande Ana Frank -.
Macabi contó con decenas miles de asesinados – muchos de ellos, combatiendo en la resistencia clandestina; la mayoría, presos en ghettos y en campos de exterminio junto a sus familias -. Existe un caso que es por demás singular: la historia de un joven macabeo que dio su vida por los jóvenes que educó, a quienes acompañó en sus momentos más amargos – hasta su propia muerte -: se trata de Alfred (Fredy) Hirsch. Fredy fue a la educación judeo-sionista no formal tan grande, tan importante, tan ejemplar, como lo fuera Janusz Korczak a la educación formal de la primera mitad del siglo XX. Ambos dieron todo por sus educandos – y ambos tuvieron el mismo destino trágico, en campos de extermino diferentes (Auschwitz y Treblinka).
El nombre de Fredy Hirsch está necesariamente asociado con la educación de niños y juventud en el Ghetto de Terezin (Theresienstadt) y más tarde con el “Campamento Familiar”[1] de Birkenau. Este “Campamento”, establecido gracias a la iniciativa de Hirsch en la Sección BIIbd del campo de Birkenau – con su “Bloque de Niños” – fue una prueba extraordinaria para crear un “oasis” en medio de un campamento de exterminio. El objetivo principal del Bloque era crear un ambiente un poco más tolerable para los prisioneros más pequeños de Auschwitz, donde podrían escaparse, si quiera por un rato, de la trágica realidad de sus alrededores.
Fredy nació y vivió en Aachen, Alemania, donde dio sus primeros pasos en Maccabi Tzair. Al trasladarse a Frankfurt, su liderazgo macabeo creció, siendo ya una figura entre los jóvenes judíos de la ciudad. Con las leyes antisemitas raciales de Nürenberg del 15/09/1935, Fredy decidió emigrar a Checoslovaquia, viviendo en Brno y liderando allí también a los jóvenes de Maccabi Tzair, esforzándose en el trabajo con la juventud, enseñando deportes y preparando jalutzim (pioneros) para la aliá en la “Tierra Prometida”. Fredy organizó Juegos Macabeos Nacionales, liderando todos sus aspectos. En el año 1939 Fredy se mudó a Praga, organizando en el club Hagibor (Macabi) de Praga-Strasnice varios eventos y competencias deportivas, fogatas y representaciones teatrales para cientos de niños. Fredy promovía con ello las ideas de comunidad, responsabilidad y de buen estado físico.
La comunidad judía de Praga fue deportada al Ghetto/Campo de Concentración Terezin[2] (Theresiendstadt) el 4 de diciembre de 1941. Con otros 22 empleados de la Comunidad Judía de Praga, Fredy formó el “Aufbaukommando II” con el propósito de organizar la vida diaria del naciente ghetto. Desde el principio de la existencia del ghetto, los niños vivían en cuartos especiales, separados de sus padres. Hirsch y los otros maestros se esforzaban en mejorar las condiciones de vida de los niños en el ghetto. Fredy insistía en que los niños hicieran ejercicio y se lavaran todos los días para mantener una buena condición física y mental, la cual el veía como la única manera de sobrevivir. Gracias a su origen alemán y a su comportamiento de mucha seguridad, Hirsch era, hasta cierto punto, respetado aun por algunos hombres de la SS. Así tuvo éxito en obtener un área de juegos que sirvió para los Juegos Macabeos en mayo de 1943. Además, Hirsch tuvo la oportunidad de “reclamar” individuos de los transportes al Este europeo – que regularmente usaba para salvar niños -.
En el verano de 1943, un transporte de 12,000 niños judíos del desmantelado ghetto de Bialystok llegó a Terezin. Los niños fueron mantenidos en aislamiento total de otros judíos en Terezin. Cualquier comunicación con estos niños estaba estrictamente prohibida. Aun así, Fredy Hirsch trató de establecer algún contacto con el maestro de los niños de Bialystok. Fue descubierto y, como castigo, fue incluido en el transporte. El 8 de septiembre de 1943 partió con otros 5,000 prisioneros hacia el “campo de familia” en Auschwitz-Birkenau.
Estos 5,000 judíos predominantemente checos incluían unos trescientos niños menores de 15 años. La presencia de niños en Birkenau era realmente extraordinaria en ese momento (normalmente los mataban inmediatamente al llegar los transportes). Además del campo de familia de Terezin, algunos niños vivían en el campamento gitano. Gracias a la habilidad de Hirsch para negociar con los comandantes nazis (siempre prestaba atención en la pulcritud de su ropa y sus botas), él pudo reservar una de las barracas de madera del campo de familia para el “Bloque de Niños”. Fredy rechazó una posición ventajosa como capo-lager y se volvió el líder del Bloque de Niños. Las amenidades del Bloque diferían de esas encontradas en el resto de las barracas de prisioneros de Birkenau: en vez de catres de tres pisos, los cuartos estaban llenos de sillas pequeñas en donde se podían sentar; los niños pasaban sus días sólo ahí, en el Bloque No. 31: en la noche regresaban con sus padres. Las paredes dentro de la barraca estaban decoradas con dibujos de Blanca Nieves y los Siete Enanitos, esquimales, flores y hadas. Aunque por supuesto los niños sufrían de hambre, ninguno de ellos murió por ello hasta la liquidación de marzo del 43 del transporte de septiembre del 42. Para los niños, el bloque se volvió un lugar seguro dentro del constante terror de los hombres de la SS. Particularidades positivas del Bloque de niños incluían el hecho que los controles diarios (de pie, y en filas) eran cortos y eran conducidos dentro de la barraca, mientras que los prisioneros adultos tenían que pararse afuera durante varias horas – lo que era especialmente cruel cuando llovía o estaba congelado -.
Hirsch dirigió en el bloque de niños una educación secreta e improvisada, donde los niños eran divididos en grupos pequeños según su edad. Los maestros narraban a los niños el contenido de los libros que recordaban, y les enseñaban geografía, historia, conducían juegos, y bailaban juntos.
Después de la llegada de más transportes en diciembre, el bloque acomodó a 500 niños, y Hirsch tuvo éxito en conseguir una segunda barraca para los niños.
En febrero de 1944 Fredy Hirsch fue convocado por miembros del movimiento de resistencia del campamento de Auschwitz para que se les una. Sobre la tarjeta personal de cada prisionero que había arribado con Fredy a Auschwitz – incluyendo a “sus niños” – aparecía escrito el término “Sonderbehandlung”, que implicaba la muerte en las cámaras de gas. Gracias a su autoridad natural entre los prisioneros, los miembros del movimiento de resistencia vieron en Fredy un líder potencial para una eventual rebelión. Una rebelión significaba una muerte segura para la mayoría de los prisioneros que estaban el campamento de familia, y sin duda, la muerte de todos los niños; por otro lado, proporcionaba la oportunidad de matar a varios hombres de la SS, y una pequeña esperanza para el escape de unos pocos prisioneros. En la mañana del 8 de marzo, Fredy apareció muerto. Junto con los restos de 3,792 prisioneros asesinados en el campo de familia de Terezin, el cuerpo de Fredy Hirsch fue quemado en el crematorio de Birkenau en la noche de ese mismo día. Sus niños tuvieron el mismo destino: fueron asesinados por la bestia alemana Nazi inmediatamente después. El transporte de niños de septiembre fue asesinado. Fredy no pudo salvar a “sus niños”… pero vivió toda su vida promoviendo su ideología macabea: judaísmo y sionismo; fuerza y autogestión; deporte y salud.
En una era en la que nuestro pueblo tiene independencia y autonomía, una patria y un Estado propios, la impotencia y la desesperación que nos genera la devastación de la Shoá se multiplica, dejándonos envueltos en los fantasmas del pasado, y el dolor, que es siempre presente. Es en el recuerdo y en la honra de aquellos de los que se quiso borrar todo recuerdo – uno de los objetivos nazis más ansiados – que mantenemos vivos sus espíritus en nosotros, y asumimos la responsabilidad – enorme, casi abrumadora, pero magnífica – de continuar con sus legados, con sus caminos, con sus ejemplos, llevando nosotros a la práctica y a la acción algunas de las esperanzas que ellos tuvieron.
Que sus memorias sean siempre benditas, y recordadas, honradas y perpetuadas por nuestras obras,
¡JAZAK VE’EMATZ!
Rabino Carlos A. Tapiero
Vice-CEO & Director de Educación
Unión Mundial Macabi
[1]El campamento familiar para 17,517 judíos de Theresienstadt a Birkenau existió desde septiembre de 1943 hasta mediados de julio de 1944: 3,500 habían sido reasignados a cuadrillas de trabajo antes de la liquidación del campamento familiar de Theresienstadt, y 1,167 sobrevivieron hasta la liberación. Desde septiembre de 1943 hasta mayo de 1944, el campamento familiar de Theresienstadt constaba mayoramente de judíos del Protectorado de Bohemia y Moravia con varios cientos de judíos de Alemania, Austria, y Holanda. Hubo dos transportes principales en septiembre y en diciembre de 1943 y uno menor en mayo de 1944. Inicialmente a los prisioneros de Theresienstadt se les había permitido usar su ropa civil, no estaban rapados, y a las familias les era permitido quedarse juntas, aunque las barracas habían sido separadas por género. La expectativa de vida de cada transporte era de más o menos 6 meses. Uno de los actos más conmovedores de resistencia fue cometido por 3,971 judíos checos, quienes, el 8 de marzo de 1944, sospechando que iban a ser asfixiados por gas, empezaron a cantar el himno judío Hatikvá y el himno nacional checo, aunque esto estaba obviamente prohibido. La SS mató a todos menos a 37 de este grupo.
[2] Los de edad madura y las familias fueron llevados en grandes números a Terezin. Entonces, en grupos numerosos, eran transportados al Este, a Auschwitz-Birkenau, cuando éste estuvo completamente en operación a finales de 1942. Ahí los mayores eran mandados inmediatamente a las cámaras de gas mientras que los prisioneros menores que podían trabajar, eran temporalmente perdonados. Las familias en Terezin eran, en algunas instancias, mantenidas juntas en Birkenau, en barracas familiares, hasta el fin de su destino. De la mayoría de judíos checos que fueron llevados a Terezin, 97,297 murieron – entre los cuales 15,000 eran niños. Se sabe que sobrevivieron.sólo132 de esos niños. Cuando los transportes terminaron, solo 11,000 judíos sobrevivieron de casi 140,000 que habían habitado el ghetto originalmente.