Álvaro López Asensio
En efecto, cuando los inquisidores sospechan que el acusado mentía en sus declaraciones, recurrían a la tortura como forma no espontánea de obtener información veraz.
Tras examinar varios procesos inquisitoriales, tan sólo hemos encontrado dos casos de tortura en Calatayud, lugar donde se encuentra este cuadro objeto de nuestro estudio. Los conversos Pedro Polo y María López fueron acusados de judaizar, es decir, de vivir en secreto como judíos y de practicar ritos y ceremonias judaicas. Como sus declaraciones eran contradictorias, los padres inquisitoriales decidieron torturarles, cuyas actas reproducimos a continuación.
También reproducimos la tortura que le practicaron a Jayme de Montesa, uno de los cabecillas zaragozanos que intervino en la conspiración y muerte del Inquisidor General de Aragón, el canónigo de la catedral de la Seo (La Seo del Salvador en su Epifanía es una de las dos seos o catedrales metropolitanas de la archidiócesis de Zaragoza), Pedro Arbués.
- El tormento de la Carrucha o cuerda. El suplicio de la cuerda consiste en colgar al reo del techo con una polea y con pesas atadas a los tobillos. Las pesas de los pies se sueltan de repente, haciendo que brazos y piernas sufran violentos tirones y en ocasiones se rompan o disloquen. A Jayme de Montesa y a la bilbilitana María López les torturaron con este aparato. Las actas de lo sucedido son bastante elocuentes:
El 10 de agosto de 1487, en el Castillo de la Aljafería (sede la Inquisición en Aragón) y ante los reverendos inquisidores “fue puesto aquestion de tormento micer Jayme de Montesa reo con las prestaciones solitas e fazederas en tales o semejantes actos, y puesto que fue en el dicho tormento que se dize el tormento de la cuerda, en presencia de los dichos reverendos padres inquisidores e vicario general fue levantado el dicho micer Montesa con la cuerda del tormento por unas seis almas encima de tierrra e contumado que fue en el dicho tormento por spacio de tres credos rezçados poco mas o menos y esto muy moderament, luego el dicho micer Montesa dixo que lo descendressen del tormento que el dira toda la verdat del tratado de la muerte del inquisidor mastre Epila de que havia estado interrogado e amonestado dixiesse la verdat. Et el dicho reverendo prior e inquisidor qui present era dixole que no la diria estonces el dicho micer Montesa, respondio el dicho que si faria a se que el la diria que lo destendiesse con el tormento e assi luego encontinent el dicho reverendo prior e inquisidor mando descender del tormento al dicho micer Montesa, el qual luego fue descendido et despues que fue cobijado e tenydo con su ropa el dicho micer Montesa delante los dichos reverendos padres inquisidores e vicario general e en presencia de mi Johan Dominguez, notario scrivano del dicho Sancto Officio y de los testigos infrascriptos parecio a fazer de si y a otros su confession ordenandose el mesmo micer Montesa la dicha convession e algunas interogaciones de aquella[1]…”.
El 4 de abril de 1488, los Inquisidores de Calatayud, en los bajos de la Torre del tormento de la Iglesia de la Virgen de la Peña, a las 6 de la tarde “fue puesta aquestrion de tormento Maria Lopez (acusada de judaizar), mujer de Pedro de Sancta Cruz… la qual estava a tada las manos atrás y esta no en el tormento llamado de la carrucha y en presencia del magniffico micer Andres Gutierrez de Quintanilla, asesor de la sancta Inquisicion, dixo y conffeso[2]…” sobre las cuestiones que se le plantearon.
- El tormento de la toca o tortura del agua. Esta tortura consiste en introducir una toca o palo en la boca del reo, obligándole a ingerir agua para que tuviera la impresión de que se ahogaba. Al bilbilitano Pedro Polo lo torturaron por este procedimiento, porque se declaraba inocente de todas las acusaciones que le imputaba el Procurador Fiscal. Pese a la tortura, los inquisidores no lograron cambiar su declaración de inocencia.
El 2 de abril de 1492, los inquisidores de Calatayud “inter decima et undecima horas ante meridie juxta dicta pronunciacionem de mandato dicto domino inquisitor fue descendido el dicho Pedro Polo (acusdo de judaizar) a la estancia de las torturas, falli (alli) desnudo fue puesto en la estalereta del tormento del agua. Hatandole fue interrrogado que dixiese todos los ritos y cerimonias judaycas que havia fecho respondio que nunqua los fizo. Hatado fuele empeçada de quimar el agua, e quimada un poco dixo que nunqua penso en cerimonia judayca ni la fizo directament ni indirecta. Hasi le fue quimada el aqua por nueve vezes y siempre dixo que nunqua havia fecho rito ni cerimonias judaycas ni por la pretensa le pasaron ni havia fecho mas de lo que tenia confesado, E asi no dando por acabado el tormento que iniciaron aquel ad prima diem sequentur quemacione y asi se quito del dicho tormento[3]”.
- El tormento del potro o ecúleo. El reo es atado de pies y manos a una especie de mesa, cuya superficie se conecta a un torno. El giro del mismo hacía que las extremidades corporales se tensaran en sentidos opuestos, produciendo un dolor espantoso. En ocasiones también se llegaban a luxar o quebrar.
El cuadro que está en la sacristía de la Iglesia del Santo Sepulcro de Calatayud (cuya fotografía se reproduce “ut supra”) recrea a la perfección como era la tortura del potro. El condenado está echado en el potro y, mediante una rueca, le estiran las extremidades atadas con cuerdas. En la escena aparece un rey sentado entre dos columnas, espectadores que bien podían ser padres inquisidores, así como los soldados y verdugos que ejecutan la tortura.
[1] AHPZ (Archivo Histórico Provincial de Zaragoza), caja 21. Nº 1; Proceso contra Pedro Polo, p. 59 vto.
[2] AHPZ (Archivo Histórico Provincial de Zaragoza), Caja 11, Nº 5; 89/5; Proceso inquisitorial contra María López, p. 50.
[3]AHPZ (Archivo Histórico Provincial de Zaragoza), caja 21. Nº 1; Proceso contra Pedro Polo, p. 59 vto.
Web: www.alopezasen.com
La entrada La tortura en la Inquisición aparece primero en Aurora.