En julio de 1944, se llevó a cabo la Conferencia de Bretton-Woods, en New Hampshire, EE.UU., donde se firmaron los Acuerdos que delinearon las políticas económicas a nivel global, que estuvieron vigentes hasta la década de los 70 del siglo pasado, y cuyo objetivo fue, finalizar con el proteccionismo, y de esta manera, a través del libre comercio se pudiera lograr la paz mundial, una idea que ya en 1795 exponía el filósofo alemán Inmanuel Kant en su obra, Sobre la Paz Perpetua.
También, como resultado de dichos acuerdos, se crearon dos entidades financieras internacionales, el Banco Mundial, para atender las crisis macro económicas, y el Fondo Monetario Internacional para ocuparse de los desajustes micro económicos, las que comenzaron sus actividades en 1946, pero además, se adoptó el Dólar estadounidense como moneda de referencia a nivel global.
Durante la citada conferencia, participó la ex URSS, la que no ratificó los términos de los acuerdos, mientras que China, si bien participó de las mismas, tras el final de su guerra civil y con el triunfo de Mao y su revolución comunista, se retiró de los acuerdos en 1949.
En la década de los años 70, los EE.UU., durante la presidencia de Richard Nixon, se implementaron medidas económicas que causaron el quiebre del sistema de Bretton Woods al dejar la conversión del Dólar con el Oro, y esto se debió, que a principio de dicha década, Washington imprimió su moneda más allá de lo que podía respaldar la Reserva Federal con el oro de Fort Knox, sumado a que en 1971, EE.UU. sufrió un déficit comercial que antes no había experimentado en lo que iba del siglo, y a estos eventos debemos agregar, la crisis económica y financiera mundial de 1973 a consecuencia del conflicto en el Medio Oriente, la guerra de Yom Kippur y sus efectos en el mercado energético global, en síntesis, las principales potencias económicas abandonaron el Patrón Oro, y la economía mundial comenzó a regirse por un sistema de tipos cambiarios fluctuantes.
Ahora bien, a más de medio siglo de aquellos acontecimientos, el bloque económico conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, conocido como los BRICS, hoy supera al G-7 en su influencia a nivel geoeconómico, que se refleja en un mayor porcentual en el PBI Global, el 31,6%, frente al 30,7% del otro bloque constituido por EE.UU., Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón.
En este escenario, los BRICS tienden a expandirse con el interés de sumarse al bloque de Turquía, Argelia, Irán e incluso Argentina, mientras que otros actores como, Egipto, Arabia Saudita y Bangladesh, ya tienen acuerdos con el New Development Bank, que es la entidad financiera del bloque, el que recordemos, tiene su origen en noviembre del 2006, en el encuentro de los cancilleres de Brasil, Rusia, India y China, en New York, aprovechando que se había llevado a cabo la Asamblea Gral. de la ONU.
Tras este primer encuentro, los ministros de RR.EE. de los cuatro países, se volvieron a reunir cuatro veces más, en la última de estas, en mayo del 2008, en Yekaterimburgo, Rusia, se acordaron los objetivos del bloque a través de declaraciones conjuntas, que reflejaron los intereses comunes en relación a como afrontar los problemas económicos y financieros a nivel mundial, y un año después, se llevó a cabo la 1ra. Cumbre del entonces BRIC, y en abril del 2011, en la reunión de Sanya, China, se les unió Sudáfrica, con lo cual, el bloque representa una población de algo más de 3.160 millones de personas.
En mayo del año pasado, durante la Cumbre de Beijing, se abordó el tema de la incorporación de nuevos miembros, como los ya mencionados, y que para el caso de Latinoamérica, Brasil representa a los Estados aspirantes, y de igual forma lo hace Sudáfrica en relación a países africanos interesados, y que según declaraciones de Andrei Klimov, Jefe Adjunto de la Comisión de Cooperación Internacional del presidente Putin, el número de países que aspiran ingresar al bloque ronda en algo más de una quincena.
Por su parte, el vicepresidente de la Duma, Alexandr Babakov, afirmó que los BRICS están proyectando una moneda común, con respaldo no sólo del oro, sino también de otros metales y materias primas, lo que sería anunciado de forma oficial, el próximo mes de agosto, en ocasión de la reunión del bloque en Sudáfrica.
Asimismo, reflejando la postura de alejarse del Dólar como divisa para las transacciones internacionales, y aprovechando la visita del presidente de Brasil, Luis Lula Da Silva a Beijing, se arribó a un acuerdo entre el país latinoamericano y China, para realizar intercambios comerciales con sus propias monedas, independientes de la divisa estadounidense, y esto va en sintonía con el punto de vista de Rusia, que considera que las crisis financieras que sufre Occidente, se debe a la emisión de Dólares sin garantías, y que EE.UU. inyecta en la economía global.
En caso que los BRICS, realicen en agosto la declaración de creación de una moneda común, algo similar al Euro, esto tendría un importante impacto en países cuyas economías tienen una fuerte dependencia del Dólar, tanto a nivel macro como microeconómico, una situación sistémica de nuestro país, y de lo que deberá tomar nota el próximo gobierno que asuma el 10 de diciembre.
Pues bien, ante este cuadro de situación, es menester algunas reflexiones, por un lado, hoy el Dólar como divisa internacional, está respaldado por el poderío de la economía de los EE.UU. y por el rol de la misma en el sistema financiero global, más allá de lo señalado en la década de los años 70, donde abandonó el Patrón Oro.
Por otro lado, la creación de una Moneda Común para un bloque económico, y que la misma sea aceptada a nivel mundial, no constituye un proceso sencillo, sino fijémonos en el caso del Euro, que se previó su creación en 1993 como moneda de reserva de la unión económica y monetaria, para que recién en 1999 se introdujera como moneda en los mercados financieros internacionales, sin olvidar la necesidad de crear también, una entidad emisora responsable, el Banco Central Europeo, el que fue creado en 1998, con sede en Alemania y que adquirió status de institución de la U.E. en el 2009, con el Tratado de Lisboa, y recordemos que en el presente, es la moneda oficial de la euro zona, constituida por 20 de los 27 países miembros de la Unión.
Esto, obviamente plantea una serie de pasos que deberá afrontar el bloque de los BRICS para la creación de una moneda común, como que ser aceptada en los mercados financieros, y también involucra la creación de una entidad similar al Banco Central Europeo, y aún más difícil, la sustitución de monedas nacionales en economías tan desiguales, en crecimiento y desarrollo, como es el caso de muchos de los países que aspiran integrar el bloque y que sufren de recurrentes crisis financieras.
Sin embargo, es indudable que tanto el Banco Mundial y en particular el Fondo Monetario Internacional, los principales organismos financieros internacionales, padecen de una crisis de legitimidad, lo que propicia que los BRICS se posicionen como un posible factor de transformación, a futuro, del sistema económico y financiero global, que tal como se señaló, hoy representan el 40% de la población del mundo, y que según el propio FMI, la contribución del bloque al PBI mundial será del 50% para la próxima década.
Finalizando la columna, la conclusión es: la Historia de la Humanidad nos ha mostrado que todo ciclo tiene su inicio, su duración y su declive, algo aplicable a las naciones como a los modelos políticos y económicos, que en síntesis nos muestran lo transitorio del poder, y que en el tema abordado hoy, es una muestra, que es posible otra estructura de globalización económica, quizás como antítesis de la dicotomía Norte-Sur, y que definitivamente refleja la dinámica de las Relaciones Internacionales, pero también su complejidad e interdependencia, lo que no garantiza que la Multipolaridad pregonada por los BRICS, en particular desde China, no sea el prólogo de un nuevo Orden Bipolar más conflictivo, todo lo cual me recuerda, por un lado la obra del filósofo alemán Friedrich Nietzche, “El crepúsculo de los ídolos”, en donde cuestiona el pensamiento de muchos intelectuales europeos que se basaban en aquellos ídolos que los habían presidido, como verdades absolutas, y por otra parte, a la obra del historiador británico Paul Kennedy, “Auge y caída de las Grandes Potencias”, donde el autor analiza las razones y circunstancias del crecimiento, cenit y declive de los grandes Estados que durante un período han liderado el Orden Mundial, entonces la pregunta que surge es, ¿estamos asistiendo a esa transformación?, con todas incertidumbres que esto genera, por esto, la frase elegida es del gran Albert Eisntein, que dijo: “…un barco siempre está seguro en la orilla, pero ese no es el propósito para el que fue construído…”