Esta semana ha sido noticia muy comentada en nuestra región, la gira del presidente de Irán visitando a Venezuela, Nicaragua y Cuba. Parece adecuado poner la noticia en contexto. Una de las más vesánicas tiranías del mundo visita a través de un presidente que no lo elige nadie a tres dictaduras latinoamericanas, todas ellas con un horrendo historial de crímenes y sometiendo a su propia gente a penosas vicisitudes. O sea, son encuentros entre pares. Tampoco es una novedad que este tipo de encuentros se lleven a cabo. Cuando Ahmadinejad era lo que se llama presidente de Irán, vivía más en América Latina que lo que los Ayatolas que lo nombraron y lo echaron hubiesen querido. Pero con Ahmadinejad, había otros protagonistas que se unían fervorosos al equipo dictatorial, como el Brasil de Lula, el Ecuador de Correa, el Paraguay de Lugo, la Bolivia de Evo Morales.
Después de casi 10 años sin visitas a la zona en la presidencia de Hassan Rouhani en Irán, los Ayatolas envían a Raisi, salvo que ahora hay países que esta vez no se pisan, aunque seguramente Bolivia y Brasil no rechazarían a Raisi de darse el caso. Ya cuando Ahmadinejad visitaba la región con frecuencia, Irán y sus amigos creían que era importante hacerlo para darle un mensaje a Estados Unidos en cuanto a que había líderes latinoamericanos que querían mostrar que deseaban enfrentar a EE. UU. y que para ello contaban con apoyo económico, logístico y terrorista de una presunta potencia. Hoy el mensaje no es muy diferente, pero hay matices. A EE. UU. no se le ha movido un pelo por la penetración iraní en la región, Venezuela, Cuba y Nicaragua son vetustas dictaduras que llevan décadas de horrores contra su propia gente y los enfrentamientos públicos y las conversaciones secretas entre EE. UU. e Irán son muy diferentes que hace una década.
El gobierno de Ahmadinejad invirtió bastante en América Latina, aunque la gente no se haya enterado mucho, porque ni se sabe muy bien donde fue tanto dinero, las obras prometidas no existen, pero los gobernantes de las dictaduras integran cualquier cálculo de la revista Forbes. El gobierno de Rouhani se preocupó de las armas nucleares y cómo hacer un acuerdo con Europa y EE. UU., y hoy Raisi empieza a retornar a una política parecida a la de Ahmadinejad, en especial en cuanto a prometer dinero muy liviano y obras que quien sabe quien y cuando las harán.
Los mayores vínculos de Irán son con Venezuela. Empezaron con Chávez y siguen con Maduro. Han firmado decenas y decenas de acuerdos sobre energía, agricultura, educación, salud, ciencia, tecnología, minería, turismo, transporte y cultura. Este lunes Raisi anunció en Venezuela 25 acuerdos por 20 billones de dólares, y dijo que ambos países comparten visiones comunes, intereses y enemigos comunes. No cabe duda de que tienen odios comunes y que lo proclaman desde todo podio que se les ponga delante incluyendo la ONU. Desde allí Chávez habló de “olor a azufre” para intentar agraviar a EE. UU.; desde otro podio Chávez maldijo a Israel; Irán lo aplaudió y sigue haciéndolo, y entre los ministros de Chávez que escuchaban sus maldiciones se veía la euforia de Maduro apoyándolo. Cuando Raisi agregó el lunes que las relaciones con Venezuela van más allá de la diplomacia, ya que son estratégicas, no cabe otra cosa que asentir, ya que Hezbollah está asentado en Venezuela como si estuviera en el Líbano, y en temas de transportes los vuelos directos entre las capitales de ambos países fueron y son un poco más que estratégicos, ya que en realidad son un peligro latente y permanente para toda la región.
Hay acuerdos que sí se cumplen. Chávez dejó instalar en Venezuela dos bancos (Banco Internacional de Desarrollo y Banco Venezolano-iraní) que trajeron, por llamarlo de alguna manera, inversiones iraníes a la región para manejarse desde allí sin dificultades, entrando al sistema bancario regional. Irán ha reparado deterioradas refinarías en Venezuela, han hecho decenas de swaps con petróleo, han llegado en 2022 drones operativos militares a Venezuela, que Israel lo denunció, pero nadie quiso escuchar.
Las relaciones entre Irán y la Nicaragua de la familia Ortega tienen 23 años. Cuando Ahmadinejad visitó Nicaragua en 2007, Ortega dijo que “ en nuestros hermanos iraníes tenemos un gobierno y un pueblo que quiere unirse a nuestra lucha contra la pobreza”. Después de 16 años, parece que mucho no se unieron. El año pasado y a principios de este año, Nicaragua tuvo dos visitas iraníes: el ministro de petróleo Javad Owji y el de relaciones exteriores Hossein Amir-Abdollahian. Firmaron tantos acuerdos que Ortega se emocionó y declaró:” Estamos agradecidos con Irán por ayudar a un país pequeño como el nuestro que siempre ha estado invadido, primero por los colonizadores españoles y luego por el expansionismo yanqui”. Textual. Pero, la realidad es otra historia. Las exportaciones de Nicaragua dependen totalmente del mercado norteamericano.
En Cuba, Fidel Castro se abrazó a los Ayatolas apenas ocuparon el poder en 1979. Blasfemaron juntos desde el movimiento de los llamados No Alineados, Cuba recibió créditos por 20 millones de euros que aumentaron por 10 cuando Ahmadinejad llegó a la presidencia. La unión ideológica se mantuvo firme. Cuba e Irán mantuvieron incólumes sus odios a EE. UU. e Israel y al llegar Chávez al poder en Venezuela, las triangulaciones de todo orden entre los tres países se hicieron frecuentes. Cuba es la tiranía más antigua, ya es más que sexagenaria, y en el mundo de la tecnología y la inteligencia artificial ser protegido de Irán le resulta casi esencial debido a su anacronismo casi total.
Kenneth Katzman, investigador del Centro Soufan de Investigación en EE. UU. sobre política exterior, opina sobre la gira de Raisi que “ Van a haber muchos anuncios sobre construcción de fábricas e instalaciones en todos lados. Si se cumplieran todas las promesas serían de un monto muy inferior al anunciado y más simbólico que efectivo. Irán no va a gastar dinero en desarrollar las economías de ninguno de estos tres países”. Katzman dice lo que ya viene sucediendo, pero no debería minimizar el tema de apoyo logístico en temas de terrorismo. Katzman está convencido que podrán incrementarse las ventas petroleras con Venezuela, podrán llegar barcos petroleros de Irán a Venezuela, pero, sostiene, “no son una amenaza para la seguridad de EE. UU.”
Discutible apreciación no sólo de Katzman sino de EE. UU. El ex Embajador de Venezuela en ONU Milos Alcalay opina que “Raisi pretende retomar la agenda del extremismo conservador islámico del expresidente iraní Ahmadinejad, y eso es preocupante para todo Occidente y en particular para América Latina”.
Y hay hechos que hoy no se pueden obviar. Irán, Venezuela, Cuba y Nicaragua apoyan a Rusia en su invasión a Ucrania. El Canciller ruso Sergei Lavrov estuvo en la región y se abrazó con Maduro hace apenas 3 meses. México y Brasil protegen las violaciones a los derechos humanos de estas dictaduras latinoamericanas y son muy oscuros a la hora de definirse sobre la invasión rusa. Brasil insiste como ya lo vimos la semana pasada que las bestialidades del régimen de Maduro son una “narrativa”. El presidente de Irán no vino esta semana a la región a visitar 3 dictaduras sólo para hacer acuerdos menores sino para demostrar otra vez que tiene muchos más aliados y cómplices que los 3 países que visita y que otras dos dictaduras como Rusia y China pasean por América Latina con comodidad. Y como ya pasó más de una vez, cuando alguien se despierte, va a ser tarde. Las dictaduras no llegan al poder para irse, sino para quedarse, y si pudieran lo harían por mil años, ¿no es cierto?