El terrorismo palestino es una “amenaza estratégica para la estabilidad política de Israel”
Ely Karmón, experto israelí en defensa, terrorismo y seguridad, dialogó en Radio Jai sobre las crecientes y preocupantes amenazas que enfrente el Estado de Israel respecto al yihadismo islámico palestino.
El entrevistado resaltó la necesidad de renovar las definiciones a través de las cuales se entiende el conflicto y los actores involucrados, ya están desactualizadas las simples conceptualizaciones de la situación como una contienda entre el Estado judío y el terrorismo palestino: “No estamos hablando del terrorismo de los ‘70, o de los lobos solitarios, no estamos hablando de algo que puede ser definido solo como acciones terroristas”. Se trata de un nivel organizativo y de combate de mayor nivel que, según Karmón, debe ser comprendido como una guerra de guerrilla.
En ese sentido, remarcó que el terrorismo palestino debe ser considerado una “amenaza estratégica”, y “no solamente contra el proceso de paz, sino también para la estabilidad política de Israel”. De hecho, aquella debería haber sido la nomenclatura utilizada para entender el conflicto a lo largo de las últimas décadas, en las que erróneamente “se consideró solo Irán y tal vez Hezbollah como amenazas estratégicas”, generando que “no se tomara en cuenta la amenaza potencial del terrorismo palestino, que creció y ahora ya está en la fase de amenaza seria”.
El experto destacó que la cuestión de las conceptualizaciones no es un simple ejercicio teórico, “la definición es importante no solamente para los académicos, es importante para los mandos militares y políticos para tomar decisiones”, funcionado como el lente a través del cual entienden la realidad y determinan cómo se actuará sobre ella.
En línea con aquello, Karmón no vaciló en calificar la actual insurgencia terrorista atravesada por el Estado de Israel como Tercera Intifada. Dándole contexto histórico a aquel término explicó que “la primera intifada [1987-1993] empezó espontáneamente como desobediencia civil, con muchos heridos y también muertos pero sin grandes atentados”. Posteriormente, entre los años 2000 y 2005, “la segunda intifada se caracterizó por una ola de ataques suicidas que provocaron la muerte de miles de civiles israelíes […] en las grandes ciudades de Israel”. Esta última, terminó con una pacificación de Judea y Samaria por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel, que fue seguida por casi diez años de relativa calma hasta el estallido de la guerra en Gaza en 2014. A partir de aquel año, “empezó una nueva ola de violencia más difusa, con la utilización de cuchillos, de carros blindados, de bulldozer”, lo cual lleva a la situación actual en la que “estamos ante tentativas no solamente de atentados individuales, sino de grandes proporciones”.
Como claro exponente de esta nueva situación de seguridad, cita el enfrentamiento violento que tuvo lugar en la ciudad de Jenin el pasado lunes. tras que terroristas palestinos atacaran con explosivos a un vehículo militar israelí hiriendo a nueve soldados de las FDI. El mismo generó que, por primera vez en dos décadas, el ejército israelí utilizase un helicóptero para realizar ataques aéreos en Judea y Samaria, a fines de resguardar a sus tropas bajo peligro.
En este contexto, existen presiones por parte de la extrema derecha israelí, liderada por Itamar Ben Gvir (ministro de Seguridad) y Bezalel Smotrich (ministro de Finanzas y subministro de Defensa), para que se lleve a cabo una intervención de gran escala en los principales enclaves terroristas en Judea y Samaria. Sin embargo, según desarrolló Karmón, la complejidad de la amenaza terrorista palestina para Israel implica a su vez la inexistencia de soluciones inmediatas y exclusivamente militares que puedan permitirle al Estado hebreo terminar con aquella problemática sin la intromisión de la política. Si bien la idea de “entrar a Jenin, ocupar Jenin por algunos días, matar a los líderes terroristas e intentar quitarles el armamento” podría parecer atractiva, el experto detalla que posee contraindicaciones. Una operación militar de este tipo “provocaría muchos más muertos y heridos civiles”, lo cual a su vez generaría una mayor radicalización de la población circundante, conduciendo a un incremento en lugar de a una reducción del terrorismo.
Consecuentemente, de acuerdo con Karmón, la resolución del conflicto requeriría una “primera fase de cooperación con la Autoridad Palestina, y después ver cómo se puede resolver el problema del control de Hamás sobre Gaza”, debiendo esta última amenaza necesariamente ser resuelta mediante la destrucción de aquel grupo terrorista mediante el uso de la fuerza militar.
Escuche la nota.
Redacción Tomás Polakoff