Habiendo leído en el día de ayer un comunicado de prensa de un estado que no conocemos, nos vemos obligado a refutar cada una de las palabras que en él se manifiestan, por el buen nombre del periodismo y de la libertad de prensa.
Comenzamos por el título: “la embajada del Estado de Palestina…”.
Aquí comienza el problema. ¿Dónde está ese Estado? ¿Quién lo declaró? ¿Quién lo gobierna? ¿Está en Cisjordania? ¿Está en Gaza?
En primer término, no existe ningún Estado de Palestina, aunque podría existir si los árabes tanto de la mal llamada Palestina como los de otros países hubieran aceptado el decreto de partición que surgió de las Naciones Unidas en 1947. No la aceptaron ni la aceptan hoy.
Existen árabes musulmanes originarios de Siria, Egipto, Arabia Saudita, etc. que habitan en Medio Oriente. Un gran número constituye la amplia mayoría de los ciudadanos del reino de Jordania, esos son jordanos. Otros viven en Siria, Líbano, en Gaza hay unos dos millones que están gobernados o mejor dicho dirigidos por una feroz dictadura del movimiento terrorista Hamás, que se apropió de esa zona en el año 2007 expulsando por las armas a los anteriores dominantes de la zona que era otro movimiento terrorista llamado OLP (Organización de Liberación de Palestina) al mando de la cual está el terrorista jubilado Mahmud Abbás, que hoy en día ni puede visitar Gaza porque peligra su vida. Hay también unos dos millones de árabes musulmanes en la zona de Judea y Samaria (mal llamada también Cisjordania), dirigidas -que no gobernadas- por la misma OLP y el mismo Mahmud Abbás, que se declaró presidente por cuatro años y ya lleva veinte sin miras de dejar el puesto. Pero esta zona de Judea y Samaria, por acuerdos entre partes (Oslo) reconocido internacionalmente, fue dividida en tres partes con diferente status a discutir su futuro.
Walid Shoebat, un ex-terrorista de la OLP reconoció la mentira por la cual estaba luchando, y la verdad, declarando su sentir además de historiar los imperios que dominaron Medio Oriente, en un artículo que comienza con esta pregunta: “¿Por qué el 4 de junio del 1967 yo era un jordano y de repente al otro día me transformé en un palestino?” Aconsejamos su lectura.
Por lo tanto esos “palestinos” son casi en su totalidad árabes musulmanes jordanos y egipcios, que como sus países perdieron la guerra de 1967, una parte quedó en poder de Israel para decidir su futuro en conversaciones que ellos no aceptan, y viven en Judea y Samaria, y la otra parte quedó en Gaza que Israel se la quiso dar a Egipto junto con el Sinaí, pero el gobierno egipcio (¡sabio Sadat !) aceptó el Sinaí y se negó a recibir Gaza.
Incluso lo que agitadores usan como bandera palestina es la jordana a la que le quitaron la estrellita blanca.
Dice el comunicado: «Hoy, Israel, la potencia ocupante”. Eso no es un error, sino una mentira. Israel no es ocupante.
Después de ganar la guerra, se hicieron los acuerdos de Oslo en los cuales, bajo dirección internacional, se dividió cierta zona en tres partes, donde la llamada Administración Palestina bajo el mando de Mahmud Abbás gobierna -es un decir- y en futuras conversaciones se resolverán las diferencias y entonces sí podrá existir un país que podrá llamarse Palestina.
Pero mientras tanto, entre las obligaciones de Mahmud Abbás que él firmó, está la de asegurar paz y tranquilidad, algo que él no está cumpliendo, por lo que Israel no tiene otra salida que enviar a su ejército no a luchar con los palestinos ni con Abbás sino a limpiar los focos de terrorismo que están matando civiles dentro de Israel.
Estos días hubo enfrentamientos entre terroristas musulmanes armados y el ejército israelí. No hubo “asesinatos” sino que hubo varios enfrentamientos armados y murieron personas de ambos lados. Que mueran más terroristas que soldados israelíes es simplemente porque Israel envía un ejército regular como haría cualquier país que defiende a sus habitantes, y del otro lado hay terroristas a los que no les importa morir mientras puedan asesinar judíos, sea a civiles o a uniformados.
El ejército israelí incluso avisó un día antes a los civiles para que se fueran de la zona que luego destruirían porque es un “campo de refugiados” que dentro se encontró: fábrica de explosivos, depósitos de armas, y los terroristas los defendieron hiriendo también a soldados, y por ahora se contabiliza un soldado israelí muerto cuando el ejército se retiraba.
Ese comunicado asegura que fueron muertos menores. ¿Qué hacían menores de edad armados en ese sitio y tirando a matar soldados israelíes?
Continúa diciendo: “bombardeos de artillería y munición real, matando e hiriendo a civiles, destruyendo viviendas e infraestructuras civiles y aterrorizando a nuestro pueblo”. ¿Acaso ellos no emplean artillería y munición real? ¿Qué son los misiles, explosivos y armas que tenían allí prontos para ser usados? ¿Las balas con las que mataron a un soldado eran de chocolate? ¿Cuántos civiles asesinaron en lo que va de este año?
Continúa ese comunicado: “Las IDF han asediado el campamento, cortando la electricidad y el agua y empeorando la grave situación humanitaria, obstruyendo y atacando al personal médico que intenta socorrer a los heridos, y una vez más también han atacado a periodistas”. ¿En un sitio gobernado por palestinos hay un campamento de refugiados palestinos que sufrían una “grave situación humanitaria”? ¿Dónde está el dinero que reciben de UNWRA y muchos países donantes? ¿Es mentira que no se permitió a los servicios médicos socorrer a los heridos, y es también mentira que se haya atacado a periodistas. Periodistas en medio de una batalla?
Más adelante: “Los dirigentes palestinos condenan enérgicamente estos crímenes, masacres y atrocidades contra nuestro pueblo y reiteran su llamado recurrente a la rendición de cuentas para salvar vidas, defender el Estado de derecho, garantizar la justicia y salvar las perspectivas de paz y seguridad para nuestro pueblo y nuestra región, que Israel está destruyendo minuto a minuto”. ¿Esos dirigentes condenan también a los terroristas? ¿Son ellos también terroristas? ¿O son los que junto con Mahmud Abbás premian a los terroristas en forma proporcional a la cantidad de israelíes que hieren o matan?
“Esta grave escalada y el descenso en espiral de la situación sobre el terreno exigen la actuación inmediata de la comunidad internacional”. Totalmente de acuerdo, la comunidad internacional debe dejar de dar dinero a estos asesinos, para que dejen tranquila la zona. ¿No les dice nada lo que está sucediendo en París y otras ciudades francesas, y se está extendiendo a otros países europeos? ¿Cuando la prensa muestra lo que sucede en París estos días, todo por la muerte de un solo musulmán, no usa la palabra “proporcionalidad”, como sí la usan siempre contra Israel?
A los terroristas musulmanes, a los que se les une población árabe musulmana instigada por terroristas, lo único que les falta ahora en Francia es exigir la mitad de su territorio para hacer un país musulmán que podría llamarse Frarabia, con la mitad de París como su capital. En nada se diferencia a lo que siempre quisieron hacer con Israel desde 1948, la única diferencia es que Israel no lo permitió ni lo permitirá.
Estos árabes musulmanes terroristas y atrevidos se dirigen al Consejo de Seguridad de la ONU y a la Corte Penal Internacional. Llamarlos descarados es demasiado débil, y tanto el Consejo de Seguridad como la Corte Internacional demostraron ser organismos repugnantes y que de nada bueno sirven.
Ante el vil asesinato de cuatro ciudadanos israelíes, hubo una reacción violenta de un grupo de israelíes que quemaron vehículos y algunas edificaciones de palestinos. Israel, su pueblo y su gobierno están totalmente en contra de hacer justicia por sus propias manos, y lo demostraron no solamente en declaraciones públicas sino en que la policía localizó a responsables, que serán enjuiciados y cumplirán condenas de acuerdo a las leyes vigentes.
*Gilbert K. Chesterton. Escritor, filósofo y periodista británico católico de inicios del siglo XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes. Se han referido a él como el “príncipe de las paradojas”.
por Mauricio Aliskevicius
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