Según algunos historiadores, la historia del “Schindler japonés” debe revisarse y entenderse como parte de una narrativa nacionalista japonesa

Para muchos, la historia del diplomático Chiune Sugihara se transformó en una de los ejemplos de ayuda desinteresada al pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. Incluso Sugihara es habitualmente conocido como el “Schindler japonés”.

En Japón, el diplomático es un símbolo de honestidad, valor, un modelo a seguir. Desde 1939 hasta 1940, Sugihara se desempeñó como embajador japonés en Lituania. Fue durante este tiempo que ayudó a los refugiados judíos, otorgándoles visas que les permitían ir desde la Unión Soviética a Japón.

Según la historia oficial, el diplomático japonés ayudó a escapar a aproximadamente 6000 judíos, lo que lo transformó en un hito del humanitarismo durante la Shoá.

Meron Medzini, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, publicó en 2016 “Bajo la sombre del Sol Naciente: Japón y los judíos durante el Holocausto”. En ese libro, el historiador afirma que, de las 2.140 visas que emitió el diplomático durante su trabajo en la embajada, muchas no se usaron. Es difícil “corroborar la afirmación de que Sugihara fue fundamental para ayudar a (…) entre 6000 y 7000 judíos a salir de Lituania”, revela Medzini.

Esta nueva perspectiva histórica considera que la figura de Sugihara es producto de la construcción histórica de Japón. El objetivo detrás de esto habría sido fundamentalmente contrarrestar las fuertes críticas al accionar japonés durante la Segunda Guerra Mundial.

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