Por Galia Lavi
Los anuncios de los líderes afirman que se trata de una visión de largo alcance que unirá los dos continentes y conducirá a un «Oriente Medio más unido, próspero y estable», repleto de «posibilidades infinitas».
Si el orador no fuera el presidente estadounidense Joe Biden, se podría pensar que se trata de una grabación del presidente chino de 2013, cuando anunció la Iniciativa China de la Franja y la Ruta.
Incluso el nombre del Memorando de Entendimiento –»Corredor Económico India-Oriente Medio»- parece figurar en la lista estándar china de nombres.
Probablemente la similitud no sea del todo casual.
Estados Unidos está muy preocupado por el control de China en Medio Oriente, que ha logrado en gran parte gracias a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de hace una década.
En los últimos años, China ha fortalecido su influencia en los países del Golfo a través de la cooperación desde puertos y ferrocarriles, pasando por la energía, comunicaciones, inteligencia artificial y ciudades inteligentes, hasta el campo del espacio.
Por el contrario, Biden recibió un trato frío más de una vez cuando los líderes de países prominentes de la región se negaron a alinearse con las demandas de Estados Unidos y continuaron su cooperación con el mayor rival de su aliado.
En teoría, la nueva «visión del corredor» puede ayudar a Estados Unidos a encontrar su camino de regreso a los corazones de los líderes de la región, a través del rico mercado europeo y la fuerte influencia india, gracias en parte al gran número de sus ciudadanos que trabajan en los países del Golfo.
Si es posible un futuro «corredor» a través de Jordania e Israel hasta el Mar Mediterráneo, esto ayudará a acercar a Estados Unidos al menos a dos aliados que todavía ven a China como un socio económico importante: Israel y Arabia Saudita.
Sin embargo, dicha aprobación está condicionada a la ampliación de los Acuerdos de Abraham y el marco I2U2, de modo que incluyan también a Riad.
Alcanzar este objetivo implica un largo camino por recorrer.
Mientras tanto, se desconoce el alcance financiero requerido de la inversión para establecer el «corredor», quién lo financiará y quién participará en su establecimiento.
Será interesante ver, por ejemplo, si las compañías chinas pueden participar en esta empresa.
Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies
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