por Ricardo Angoso
En marzo de 1928, veinte años antes de la fundación de Israel, consagrado Stalin como líder supremo de la URSS y sucesor de Lenin, el comité ejecutivo del Soviet Supremo determinó un lugar preciso para establecer una “región autónoma hebrea”: Birobidzhan, una remota y recóndita ciudad poco poblada al norte de Manchuria, en el conflictivo límite con China. En torno a ella, se fundaba la nueva región, u oblast en ruso, autónoma hebrea; contaba con algo más de 36.000 kilómetros cuadrados y vivían en la misma unos 28.000 colonos de todas las nacionalidades que usaban el ruso como lengua oficial.
El lugar se encontraba a 8.000 kilómetros de Moscú y estaba habitado hasta ese momento por coreanos, cosacos, chinos y tribus varias, pero la intención inicial era que en ese lugar se reasentaran una buena parte de los judíos que vivían en la URSS. El periodista Koldo Salazar explicaba las pretensiones de la nueva región: “Stalin pensaba que los judíos eran un pueblo errante que en su Estado actual (años 30 del siglo XX) jamás podrían integrarse en el tejido de la URSS y disolverse dentro del modo de vida soviético. ¿Cuál era la forma de lograr convertir en soviéticos a los judíos?, dándoles tierra y autonomía. Así nació el óblast Autónomo Hebreo de la Unión Soviética”.
Sin embargo, para el conocido y reputado escritor judeosoviético Ilja Ehremburg esta región no era más que un “gran gueto” judío legalizado por el Estado comunista. Además, aunque el Estado socialista consideraba que la formación de esta Región Autónoma Hebrea era un “golpe de muerte al sionismo burgués y antipatriota” no se puso mucho empeño en dotarles a los judíos de los recursos suficientes para el desarrollo de la misma. Tampoco se alentó la emigración de los judíos, ni hubo incentivos importantes, ni facilidades, ni trámites fáciles para la gran marcha.
En 1932, apenas había viviendo 14.000 judíos en la región, una cifra insignificante si tenemos en cuenta que en esa época vivían en la URSS cinco millones de hebreos, pero luego la población judía descendió a poco más de 3.300 en 1933 y subió a 8.300 en 1935. El idioma mayoritario de esta población judía era el idish y hubo encomiable empeño en editar periódicos, libros, obras teatrales y programas radiales en esa lengua, pero las condiciones de vida en la región era muy difíciles, en donde el invierno duraba la mitad del año con temperaturas que podían llegar hasta los 49 grados bajo cero. También faltaban viviendas para los nuevos colonos recién llegados y medios para poder trabajar y sobrevivir.
Luego el clima político era irrespirable y el KGB, la omnímoda policía secreta estalinista, comenzó a aplicar en los años treinta un “filtro” de visados a los judíos que querían emigrar. Si a esto añadimos las purgas y la represión ordenada por Stalin, que aniquiló a muchos escritores y creadores en idish, a los que acusó de “cosmopolitismo” y “complicidad con los enemigos de la patria”, la situación en la región era simplemente tétrica. Esa ola de represión, conocida de las “grandes purgas” en el argot soviética, también incluyó a numerosos científicos, poetas, profesores y profesiones diversas en la Región Autónoma Hebrea.
Pese a todos estos problemas, en los años treinta se abrieron unas 132 escuelas con docentes que hablaban idish y 44 bibliotecas y centros de lectura, se fundó el Museo de Cultura Judía y la biblioteca local “Sholem Aleijem” alcanzó el índice de 110.000 volúmenes, en ruso y idish, fundamentalmente. Entre 1928 y 1948, fueron publicados en idish unos trescientos libros, una cifra realmente alta para una lengua que no es oficial en ningún Estado del mundo.
UNA REGION AUTONOMA HEBREA SIN FUTURO
La capital de la nueva entidad autónoma hebrea era Birobidzhan, una abandonada y pequeña población fundada en 1915 y muy poco comunicada con el resto del país, donde imperaba el rígido centralismo soviético por el que todas las decisiones pasaban por Moscú. En 1934, gracias al empeño del presidente soviético Mijail Kalinin, este territorio se convierte oficialmente en “región autónoma” y un año después, en 1935, se registra la cifra máxima de judíos viviendo en ese territorio: 20.000. Ese año también llegan 8.334 inmigrantes, de los cuales solamente 820 no eran judíos. En cualquier caso, en ningún periodo de su historia esta región llegó a tener en su censo más de un 20% de hebreos.
Sin embargo, muy pronto, al igual que ocurría en otras partes de la URSS, el terror estalinista se extendió a la región. En 1938 se cerraron todas las escuelas en lengua idish y se asistió a una cierta decadencia de esta cultura centroeuropea en la región. A partir de ese momento, y casi coincidiendo con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, comienza el declinar de esta fallida región hebrea. De acuerdo con un censo de población de 1939, la población de origen judío instalada en la región ascendía a 17.695 personas, lo que suponía para ese entonces un 16% del total. En ese año, hay constancia de que al menos estaba abierto un teatro en idish, continuaban las emisiones radiales y quedaba un periódico en la misma lengua.
En 1941, la URSS es atacada por Alemania y todo el país, incluida esta región, se ve duramente afectado por la contienda, que duraría hasta el año 1945, en que los alemanes son derrotados y la gran potencia comunista se encuentra entre los victoriosos aliados. Como dato anecdótico, hay que reseñar que durante la Segunda Guerra Mundial 6.700 habitantes de Birobidzhán fueron llamados a fila para combatir con el Ejército Rojo. Entre ellos, 14 residentes fueron condecorados con el título honorario Héroe de la Unión Soviética y 4 recibieron la Orden de la Gloria soviética.
FUNDACION DE ISRAEL Y CLIMA HOSTIL EN LA URSS
Una vez fundado Israel, en 1948, los judíos de Europa del Este y la URSS, que acaban de superar la traumática tragedia que significó el Holocausto, que había arrebatado la vida a seis millones de judíos, los sobrevivientes pusieron todas sus esperanzas en el nuevo Estado hebreo y comenzaron a emigrar por miles a la tierra soñada por Theodor Herzl. “La reaparición de Israel tras casi dos mil años desaparecido del mapa mundial sepultó totalmente a la República Autónoma Judía de Birobidzhan”, señalaba el ya citado Salazar.
Las autoridades soviéticas de entonces toleraron a regañadientes esa emigración hacia Israel, pero muchas veces la permanente represión, las amenazas de arresto a los solicitantes de pasaporte, el encarcelamiento y la pérdida de empleo para los que deseaban emigrar provocaron que muchos judíos desistiesen en el intento. Pese a todo, muchos judíos siguieron emigrando, incluidos muchos de la Región Autónoma Hebrea, hacia Israel.
A todos estos obstáculos ya enumerados, además hay que añadir que tras la Segunda Guerra Mundial un clima de feroz antisemitismo se instaló en la URSS. En 1948, Stalin recurrió a la naciente Guerra Fría como excusa para desencadenar su antisemitismo y empezó liquidando el Comité Antifascista Judío. Las acusaciones, cogidas por los pelos, se basaban en que al CAJ se había convertido en un grupo furibundamente antisoviético. Se les acusó de tratar de establecer un gobierno antisoviético en Crimea para invadir la Unión Soviética y de estar al servicio de los intereses de los Estados Unidos. Todos sus miembros fueron detenidos, ejecutados y algunos asesinados en “accidentes” preparados por el KGB. En ese periodo, sin embargo, fue abierta una sinagoga en la capital de la Región Autónoma Hebrea, en una muestra más del carácter esquizofrénico del régimen comunista.
En una vuelta de tuerca a la hostilidad antisemita en la URSS, Stalin ideó a principios de 1953 una farsa denominada como el “Complot de los Médicos”, una supuesta conspiración dirigida por prestigiosos médicos de la Unión Soviética, mayoritariamente de etnia judía que tenía como principal objetivo asesinar a altos dirigentes políticos soviéticos aprovechando los tratamientos médicos de los mismos. Sin embargo, como se demostró tras la muerte de Stalin ese mismo año, la farsa pretendía iniciar una nueva gran purga dentro de la URSS contra los que consideraba sus enemigos políticos y, de paso, eliminar a numerosos judíos con puestos prominentes en la vida soviética.
Stalin dio inicio al “complot” de los médicos mediante un discurso al Politburó el 1 de diciembre de 1952, donde declaró: “Todo sionista es agente del espionaje estadounidense. Los nacionalistas judíos piensan que su nación fue salvada por los Estados Unidos, allá donde ellos pueden hacerse ricos y burgueses. Piensan los judíos que tienen una deuda con los estadounidenses. Entre los médicos, hay numerosos sionistas”. Solamente la muerte del dictador soviético evitó males mayores a los millones de judíos que vivían en la URSS.
LENTO PERO IMPARABLE DECLINAR
Así, poco a poco, la vida en la Región Autónoma Hebrea comenzó a decaer y despoblarse de judíos. El censo de 1959, a seis años después de la muerte de Stalin y a once de la fundación del Estado de Israel, revela que la población judía comprendía no más de 14.269 individuos. En 1989 aún eran 9.000; entre 1989 y 1996, coincidiendo con la implosión de la URSS, abandonaron la región 7.000 de ellos. La vida cultural idish también se iba apagando y habían cerrado numerosas instituciones en esa lengua; algunas fuentes hablan de hasta el 90% de las mismas.
A partir de 1991, una vez disuelta oficialmente la Unión Soviética, la vida judía en la Región Autónoma hebrea sufrió un periodo de súbita decadencia. El censo del año 2002 señalaba que la cifra de judíos en la región era de 2.327, pero la misma puede ser menor en la actualidad y significaría apenas algo más de 1% de la población total. Pese a todo, según informaba en el periodista italiano Alessandro Vitale en un libro sobre esta región recientemente publicado, todavía existe una emisión de radio en idish; además se imprimen libros y el diario Birdbizhaner Shtern, fundado en 1930, continúa su edición diaria. El Shtern contiene dos páginas semanales en idish y hasta la década de los noventa salía diariamente.
La Región Autónoma Hebrea sigue existiendo al día de hoy, pese a que el viceprimer ministro ruso, Marat Khusnullin, propuso “eliminar la región autónoma judía” de Siberia oriental en el año 2021. El mandatario sugirió unirla con la región de Jabárovsk. Los habitantes de la región le respondieron con una frase en lengua idish: Marat, ir zent falsh (“Marat, te equivocas”). Las declaraciones del viceprimer ministro causaron revuelo, pero la población está decidida a defender su autonomía, que ya dura 95 años, cuando fue establecida por el gobierno soviético. Paradójicamente, quieren seguir siendo una región autónoma hebrea, aunque ya apenas queden judíos viviendo en la misma.
FUENTES CITADAS Y CONSULTADAS:
Wikipedia:
https://es.wikipedia.org/wiki/Organizaci%C3%B3n_territorial_de_Rusia
Pime Asia News:
https://www.asianews.it/noticias-es/Siberia,-se-intenta-eliminar-la-regi%C3%B3n-aut%C3%B3noma-jud%C3%ADa-53103.html
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