Por León Tratemberg
Creo que es oportuno compartir con ustedes antes de leer mi columna habitual dos reflexiones respecto a los Yamim Noraim.
Estaba buscando una metáfora de la vida cotidiana vinculada a la educación que se puede asociar a Rosh Hashaná y encuentro que es adecuada la de “borrar una pizarra” y luego “comenzar de nuevo” sobre la pizarra limpia. Rosh Hashaná marca el comienzo del año judío y se considera un momento en el que las personas tienen la oportunidad de reflexionar sobre sus acciones del año pasado, arrepentirse de cualquier error y comenzar de nuevo con un enfoque renovado y un compromiso de mejorar en el próximo año. Eso está en esencia en el alma de todo educador cuando encuentra que sus alumnos trasgreden las normas de convivencia y trabajo y esperan que corrijan, porque así la vida es más amable, limpia y sana. En la vida cotidiana, a menudo nos enfrentamos a desafíos y errores, pero también tenemos la capacidad de aprender de ellos y hacer cambios positivos. Así como Rosh Hashaná representa una oportunidad para “borrar la pizarra” de nuestras acciones pasadas y empezar de nuevo con un nuevo propósito, en la vida cotidiana
La segunda reflexión previa a mi columna tiene que ver con la actitud política de los votantes con miras a las próximas elecciones presidenciales
Me queda claro que el pueblo argentino está harto de su clase política igual que en toda América Latina porque no solo no resuelve sus problemas existenciales básicos. Lo vímos claramente en el Perú hacia la izquierda, igual que en México, Chile, Brasil y Honduras, -previamente en Venezuela y Nicaragua- y hacia la derecha en Ecuador, Uruguay, El Salvador, y ahora aparece Milei en Argentina.
También hemos visto en las comunidades judías mayoritariamente de clase media y alta que cuando países autoritarios se identifican con Israel y prometen mover la embajada a Jerusalem, o tienen un entorno con judíos reconocidos, se enciende el alma judía y opaca todas las otras características posibles con las que hay que tener cuidado que conlleva la decisión del voto.
MI deseo por Rosh Hashaná es que los judíos argentinos mediten bien su voto, ponderen los pros y contras de cada candidatura y decidan pensando en el presente y sobre todo en el futuro.
De corazón les deseo buena suerte con eso.
El Poder del Carácter: Un Mejor Predictor de Éxito que la Inteligencia
La inteligencia puede abrir puertas y proporcionar oportunidades, pero es el carácter el que asegura que esas puertas permanezcan abiertas
En un mundo actual que a menudo valora la inteligencia como el principal indicador de éxito, es esencial recordar que el carácter desempeña un papel igualmente crucial, si no más, en el camino hacia el logro. Aunque la inteligencia puede abrir puertas y brindar oportunidades iniciales, es el carácter el que asegura que esas puertas permanezcan abiertas a largo plazo y que el éxito sea sostenible.
El carácter se manifiesta a través de una serie de cualidades personales esenciales. La autenticidad, por ejemplo, nos permite ser fieles a nosotros mismos y a nuestros valores, lo que construye relaciones genuinas y duraderas en todos los aspectos de la vida. Ser una persona auténtica atrae la confianza y el respeto de los demás, lo que, a su vez, facilita el éxito a largo plazo.
La adaptabilidad es otra característica fundamental del carácter. En un mundo en constante cambio, la capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias y desafíos es esencial para mantenerse relevante y alcanzar el éxito. Aquellos con un carácter adaptable pueden enfrentar situaciones inesperadas con calma y eficacia, encontrando soluciones creativas para los problemas que surgen.
La integridad es un pilar esencial del carácter que guía nuestras acciones y decisiones. Actuar con integridad significa hacer lo correcto incluso cuando nadie está mirando. Esto no solo preserva nuestra propia honestidad, sino que también nos ayuda a construir una reputación sólida y confiable en la que los demás pueden confiar.
La resiliencia es una cualidad valiosa del carácter que nos permite recuperarnos de las adversidades y aprender de los fracasos. Aquellos con un carácter resiliente pueden enfrentar desafíos con determinación y fortaleza, aprovechando las experiencias difíciles como oportunidades de crecimiento y desarrollo.
Es importante comprender que no se trata de menospreciar la inteligencia, sino de reconocer que el carácter complementa y potencia nuestras capacidades intelectuales. La combinación de inteligencia y carácter es lo que realmente impulsa un éxito duradero. La inteligencia puede abrir puertas y proporcionar oportunidades, pero es el carácter el que asegura que esas puertas permanezcan abiertas y que nuestras acciones estén respaldadas por valores sólidos y principios éticos.
Por lo tanto, al cultivar un carácter fuerte y equilibrado, avanzamos con confianza hacia un éxito que va más allá de la inteligencia por sí sola. En última instancia, es el carácter el que nos guía en la toma de decisiones difíciles, nos permite superar desafíos y nos ayuda a construir relaciones significativas a lo largo de nuestra vida. Así, el carácter se convierte en el cimiento sólido sobre el cual construimos un éxito genuino y duradero.