Racismo en Argentina – Parte IV

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En la Argentina el racismo contra personas de ascendencia africana está influido por complejos procesos contradictorios. Por un lado, un amplio proceso de mestizaje y la escuela pública igualitaria impulsaron conductas de convivencia multirracial. Pero, por otro lado, la permanente difusión desde el Estado de que la Argentina tenía una población homogénea “blanca” y “sin negros”, remarcando una valoración positiva de esa realidad supuesta, impulsó conductas racistas subterráneas que arraigaron en ciertos comportamientos sociales.

A pesar de su reducción a la esclavitud, testimonios de la época colonial sostienen que en Buenos Aires y Montevideo los esclavos eran tratados con menos crueldad que en otras partes. José Antonio Wilde, en su obra Buenos Aires desde 70 años atrás (1810-1880) escribe que:
Los esclavos habían sido tratados con verdadero cariño por sus amos, no habiendo punto de comparación con el trato dado en otras colonias.

Aunque esto no le impedía reconocer sin embargo que:
las amas atormentaban más o menos a esta fracción desventurada del género humano (y que) estaban entre nosotros por lo general muy mal vestidos.

La misma opinión en cuanto al mejor trato nos dejaron en sus testimonios los extranjeros que venían. Por ejemplo, Alexander Gillespie, capitán del ejército británico durante las invasiones inglesas, escribió en sus memorias que lo sorprendió lo bien que se los trataba en contraste con nuestros plantadores y los de América del Sur, y proseguía:
Estos infelices desterrados de su país, así que son comprados en Buenos Aires, el primer cuidado del amo es instruir a su esclavo en el lenguaje nativo del lugar, y lo mismo en los principios generales y el credo de su fe. […] Los amos, en cuanto pude observar, eran igualmente atentos a su moral doméstica. Todas las mañanas antes de que el ama fuese a misa, congregaba a las negras en círculo sobre el suelo, jóvenes y viejas, dándoles trabajo de aguja y tejido, de acuerdo con sus capacidades. Todos parecían joviales y no dudo que la reprensión también penetraba en su círculo. Antes y después de la comida, así como en la cena, uno de estos últimos se presentaba para pedir la bendición y dar las gracias, lo que se les enseñaba a considerar como deberes prominentes y siempre los cumplían con solemnidad.
Memorias de Alexander Gillespie, capitán del ejército británico

En 1801 las milicias de soldados negros y mulatos libres, existentes en Buenos Aires desde muy antiguo, fueron regladas y disciplinadas, estableciéndose compañías en Buenos Aires, Montevideo y Asunción. Luego de la invasión británica de 1806 esas milicias porteñas constituyeron el Batallón de Castas junto a soldados indígenas, segregados por compañías de mulatos, pardos y naturales. Parte de esos soldados fueron trasladados al Cuerpo de Castas de Artillería. Un Cuerpo de Esclavos fue también formado para defender Buenos Aires en caso extremo, pero no se les entregó armas. Luego de la Revolución de Mayo el Batallón de Castas formó el Regimiento de Pardos y Morenos que participó en todas las campañas de la Guerra de la Independencia de la Argentina.

Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas la población negra de Buenos Aires llegó al 30 %. Después de abolirse la esclavitud los afroargentinos vivieron en condiciones miserables y discriminados. De los catorce colegios existentes en Buenos Aires en 1857 solo dos admitían niños negros, a pesar de que el 15 % de los alumnos de ese año eran de color.​ Similarmente, en 1829, en Córdoba solo podían ingresar a los colegios secundarios dos afros por año; y a la universidad solo tuvieron acceso en 1853.

En un artículo titulado “Historias de una Argentina en la que ser negro no es nada fácil”,​ el periodista Horacio Cecchi recopila una sucesión de actos discriminatorios contra personas de piel más oscura sucedidos en la Argentina, como la denuncia presentada en el año 2000 por el Banco Mundial contra las autoridades migratorias argentinas por discriminación y maltratos a un funcionario del gobierno de Mozambique.

Racismo contra gitanos

En la Argentina como en otros países existe un racismo profundo, aunque no abierto contra el pueblo rom (gitanos). Muchas personas atribuyen a los gitanos una actitud maliciosa y de mala fe. Existe una conocida leyenda de la gitana que viene a robarse los niños.
La relación con los vecinos es buena, pero existe cierta clase de discriminación oculta contra los rom y los judíos y menos en contra de los descendientes de árabes en una creciente minoría del pueblo argentino, la cual puede ser vista al tratar un negocio o en algunos lugares públicos, a pesar de la ley antidiscriminatoria existente, sin embargo, esta siempre es oculta -la casa se vendió-, no hay lugar en el restaurante, discúlpeme, y raramente un insulto son las expresiones discriminatorias comunes.

Invisibilización de grupos étnicos

La “invisibilización” de culturas y etnias es un mecanismo de discriminación ampliamente utilizado en todo el mundo. Es un mecanismo íntimamente vinculado a los fenómenos de “desaparición” y al homo sacer (hombre sin derechos) del Imperio romano.

En la Argentina ha existido y continúa existiendo una cultura general y una política estatal consciente de invisibilización de determinadas culturas y grupos sociales, básicamente aquellos definidos como no-europeos.

El investigador Navarro Floria ha estudiado en detalle este proceso de invisibilización con respecto a los indígenas de la Pampa y la Patagonia, destacando el papel de Martin De Moussy en la difusión en Europa de una imagen de una Argentina sin indios:
Si D’Orbigný había establecido “científicamente” la existencia de “salvajes” y Sarmiento había sacado las conclusiones políticas correspondientes en torno de la necesidad de someterlos o exterminarlos, De Moussy constituye una muestra del “olvido oficial” de los pueblos indios a nivel de divulgación y en los materiales destinados a dar a conocer el país a los potenciales inmigrantes e inversores del exterior. Su aporte a la construcción ideal del Estado consistió en la representación de un país sin indios, en el sentido que le daba Sarmiento a la idea del desierto fecundable, que esperaba la mano del hombre (blanco, inmigrante, trabajador agrícola) para dar todo de sí.

El proceso de invisibilización ha sido ejecutado mediante múltiples formas. Una de ellas ha sido la manipulación de los censos, para reducir y hasta eliminar los registros relacionados con personas o culturas no europeas. De este modo ser ordenó reemplazar la palabra “negro” para mencionar la pertenencia étnica-cultural de las personas, por la palabra “trigueño” solo referida a la tonalidad de piel. Ello permitió al Estado Argentino declarar en el Censo de 1947 que la totalidad de la población argentina era “blanca”.

El proceso de invisibilización en las publicaciones sociales y escolares se realiza mediante técnicas sutiles de manipulación de textos, mediante los modos de denominar y adjetivar, cuando no en la abierta omisión de los hechos sociales o la falsificación de los mismos. En ejemplo claro de ello es el relacionado con el desierto y la llamada “Campaña del desierto”. La baja densidad poblacional estructural en amplias zonas del territorio argentino, llevó a ciertos ideólogos a desarrollar la idea de “desierto”, en el sentido de no habitado por personas.
El antropólogo argentino Miguel Alberto Bartolomé de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), en su artículo Los pobladores del desierto, analiza las implicancias del término “desierto” en la política e historiografía argentinas:

Hacia 1875, el presidente Nicolás Avellaneda expresaba que: “Suprimir a los indios y ocupar las fronteras no implica en otros términos sino poblar el desierto” (en Auza, 1980:62). Los indios estaban y no estaban allí, el desierto era desierto a pesar de la presencia humana, pero esta presencia no era blanca, ni siquiera mestiza y por lo tanto carente de humanidad reconocible. Poblar significaba, contradictoriamente, matar. Despoblar a la tierra de esos “otros” irreductibles e irreconocibles, para reemplazarlos por blancos afines a la imagen del “nosotros” que manejaba el Estado “nacional” emergente.

El “desierto” básicamente estuvo ubicado en la llanura pampeana y la Patagonia, una amplia región bajo dominio de las naciones mapuche, ranquel y het que resistieron con éxito la invasión española. La consideración del territorio indígena como desierto, permitió “invisibilizar” a los mapuches, ranqueles y het y proceder a una “Campaña del Desierto”, eufemismo para denominar la guerra que el Estado Argentino realizó contra esos pueblos originarios a finales del siglo XIX, para arrebatarles la totalidad de su territorio, lo que finalmente sucedió. En Chile ese territorio era conocido como la Araucanía, es decir el país de los araucanos o mapuches.

Un mecanismo similar de invisibilización fue sistemáticamente aplicado a los afroargentinos, grupo al que se consideró “desaparecido” en algún momento de la segunda mitad del siglo XIX, sin que hasta el presente exista una explicación razonable para la desaparición de un sector que representaba el 30 % de la población total pocos años antes.

La investigadora Miriam Gomes sostiene:
A los negros hasta se los discriminaba en los cementerios, porque estaban separados de los blancos. Hay racismo historiográfico y silencio en la educación. Casi no se los menciona en los textos escolares o se distorsiona la historia. Los negros fueron los que estuvieron en las defensas ante las invasiones inglesas de 1806 y en las luchas por la Independencia.

También se ha desarrollado una política de invisibilización para con los inmigrantes de otros países latinoamericanos y sus descendientes, que en algunos casos han constituido comunidades mayores y más antiguas que las de la mayoría de los grupos europeos que migraron a la Argentina.

Más recientemente el Estado Argentino utilizó ampliamente la posibilidad de mantener en situación de “sin papeles” a un número imposible de conocer de migrantes, pero que suma cientos de miles de personas. A partir de 2006, como consecuencia de los Acuerdos Migratorios de 2002 celebrados entre Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay, y Uruguay, a los que luego se sumó Perú, se ha establecido el derecho de todos los ciudadanos de esas naciones a vivir y trabajar libremente en cualquiera de esos países.

Fuente: Wikipedia

La Parte V se publicará el 23-09-2023

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