El séptimo dia de Sucot es denominado Hoshaná Rabá, también conocido como el último momento de la aplicación de la justicia divina, cuando nuestro destino para todo el año es determinado, y por así decirlo, se produce el veredicto final que se lleva a cabo desde Rosh Hashaná (el día del juicio), pasando por Yom Kipur (día del perdón), para luego ser “apostillado” en esta fecha significativa de nuestro calendario.
Dios, en Su infinita bondad, le había prometido a Abraham Avinu el perdón para Su pueblo en Rosh Hashaná, teniendo otra oportunidad para Yom Kipur, y así finalmente y como una última oportunidad, la noche de Hoshaná Rabá, para expiar todos los pecados y ser sellados en el libro de la vida y la salud.
En épocas del Beit Hamikdash (Templo), Hoshaná Rabá tenía un gran significado, puesto que se efectuaba una majestuosa ceremonia en la que se hacían las hoshanot (siete vueltas), alrededor del altar.
Siendo que es un día especialmente importante, cuando se “apostillan” el sello y el decreto final para cada ser humano, es costumbre en muchas comunidades mantenerse despiertos toda la noche estudiando el libro de Devarim (Deuteronomio), específicamente lo relacionado con los preceptos de nuestra relación con el Amo del Mundo y el amor y apego que todo yehudí debe sentir por su Creador. Luego y a partir de la medianoche, se lee todo el libro de tehilim (Salmos), hasta el amanecer del nuevo día. Esta costumbre se conoce en muchas kehilot sefardíes como la noche del meldado, en que se cierran finalmente las puertas de los Shamaim, y con ellas nuestra oportunidad de suplicar y ser perdonados.
Bajo mi perspectiva, la noche de Hoshaná Rabá se asemeja al llamado que se escucha al momento de abordar un tren, cuando una voz amable pero a la vez enérgica nos advierte que las puertas se están cerrando y por tanto debemos asegurarnos de estar adentro, para poder proseguir nuestra marcha y llegar al destino final, es decir para cumplir con el propósito de este viaje llamado vida.
La noche de Hoshana Rabá se asemeja al llamado que se escucha al momento de abordar un tren, cuando una voz amable pero a la vez enérgica nos advierte que las puertas se están cerrando y por tanto debemos asegurarnos de estar adentro, para poder proseguir nuestra marcha y llegar al destino final, es decir para cumplir con el propósito de este viaje llamado vida.
Ese llamado de atención para estar alerta, al momento de abordar el tren, es el mismo que Hakadosh Baruj Hu nos advierte en esta noche llena de misticismo, tradición y costumbres. Es la voz de Dios que, en Su infinita bondad, nos ofrece una última oportunidad de entrar en el tren del arrepentimiento sincero, de la teshuvá y de las buenas resoluciones, para así tener un viaje placentero y feliz en el año que recién comienza para todo el pueblo judío.
Lamentablemente poco conocida, Hoshana Rabá es también la legalización de los decretos emitidos por el tribunal celestial desde Rosh Hashaná y Yom Kipur.
Aquí también conseguimos otra significativa similitud para poder entender entre todos (incluyéndome) la gran magnitud de la noche en la que literalmente se cierran las puertas del cielo.
Tal y como hoy en día nos esforzamos para legalizar los documentos que nos acreditan para poder tener acceso a nuevas oportunidades de vida y así aspirar a un futuro mejor, de igual manera en el cielo los “gestores” del tribunal supremo de justicia divina (de la cual nadie escapa) se preparan para “apostillar” nuestros documentos, y así legalizarnos para optar a un año de berajá, paz, salud, alegrías y buenos decretos para todo Am Israel, y muy en especial para nuestra inigualable kehilá de Venezuela.
Semánticamente, las palabras Hoshaná y Rabá tienen un significado que de por sí habla de lo trascendente y especial de esta noche: Ho-shana significa “Sálvanos, por favor”, y Raba significa “grandioso”. En síntesis, esta es la noche y el día en que suplicamos a Dios, el grande y poderoso, que nos salve y nos selle en el libro de vida, salud y prosperidad, y que cambie los decretos en nuestra contra por otros buenos y a favor, basados en los méritos que podamos haber acumulado desde los días solemnes de Rosh Hashaná y Yom Kipur, hasta la celebración de la alegría máxima en Sucot, cuando nos cobijamos en la Sucá como prueba de que, pase lo que pase, siempre estaremos cobijados por la protección divina.
Sea Su voluntad aceptar nuestro arrepentimiento, nuestro sincero deseo y voluntad de cambio, y que seamos legalizados para un año de salud, abundancia, paz y bendiciones, viajando en el “tren” del cumplimiento de las mitzvot, estudio de la Torá y maasim tovim (buenas acciones), conducidos y guiados por nuestro Creador.