Debemos ganar la guerra de la información – Luciano Mondino

“Cuando el activismo palestino y Hamas hablan de los territorios ocupados no hablan de tener más territorios o formar su propio estado, sino que están rechazando la idea de que exista Israel en cualquier frontera. No toleran un estado judío libre, democrático, plural y fuerte”.

Por Luciano Mondino para Radio Jai

El peor ataque terrorista de la historia de Israel llegó el 7 de octubre mientras sigue resonando en la memoria los cincuenta años de la guerra de Yom Kippur cuando los ejércitos de Egipto y Siria lograron atacar por sorpresa a Israel en el día más sagrado. Israel en ese medio siglo nunca dejó de luchar por su existencia, pero de esto saldrá fortalecido.

Eran las primeras horas del sábado cuando el frágil sueño del comienzo del fin de semana se interrumpió con las notificaciones y alertas de ataques de misiles en todo Israel. Las sirenas y el llamado a ocupar los refugios interrumpían otra vez el Shabbat y desde las 6:30 las ciudades del sur del país entraron bajo amenaza enemiga. Pocos minutos después comenzó una infernal redada terrorista que, además de los cohetes, contuvo la infiltración de cientos de terroristas en territorio internacional con un solo objetivo: secuestrar, herir, violar y asesinar a todo lo que estuviese delante. No importa que fueran niños, mujeres o ancianos.

Bajo una cacería a cielo abierto, Hamas, la organización terrorista que controla la Franja de Gaza desde hace muchos años, logró infiltrarse en más de veinte ciudades del sur entrando en las casas y secuestrando civiles que fueron llevados a Gaza, un territorio más que inhóspito y un verdadero infierno. Hasta el momento los asesinados son más de trescientos y se habla de más de dos mil heridos, decenas de civiles secuestrados y otros tantos desaparecidos. Una pesadilla que inició el sábado por la mañana y que probablemente se extienda por días.

Aunque sea una obviedad, no hay que buscar responsables ni excusas más allá que en el propio Hamas que es una organización terrorista títere de Irán y que en su carta fundacional de 1987 habla expresamente de acabar con los judíos y con Israel. Hamas desde sus primeros años ya se definió como una organización que utiliza el terrorismo como método para alcanzar el genocidio y fueron muchos los gobiernos de otros países que desde entonces incluyeron a Hamas dentro de sus listas de organizaciones terroristas.

No se puede ni siquiera sugerir que Israel guarda alguna responsabilidad en que un grupo armado ocupe ciudades y masacre civiles (que fueron los únicos objetivos terroristas). Desde 2005 Israel no tiene nada que ver en la Franja de Gaza, dado que ese año se retiró de forma unilateral abandonando las posiciones de sus fuerzas militares y retirando también a las comunidades judías que llevaban muchos años viviendo allí. En estos dieciocho años la Franja de Gaza se transformó en lo que los palestinos quieren: una zona libre de judíos como ocurre en las zonas A y B de Judea y Samaria.

Cuando Hamas y sus altavoces amplificadores resuenan el mantra de la ocupación no hablan ni de la Franja de Gaza ni de los territorios en Judea y Samaria, sino de Israel. Para los palestinos continúa siendo inconcebible la existencia de un estado judío y no reconoce su derecho a existir en ninguna frontera de ningún rincón del mundo. El alto riesgo de consumir el mito de la ocupación es que se niega ya no la autodeterminación, sino la propia existencia de un pueblo. Abiertamente se ha llamado a un genocidio.

Lidiar con amenazas durante setenta y cinco años tolerando también con la premisa militar de organizaciones del mundo islámico que pregonan “Palestina libre desde el río hasta el mar” (borrando a Israel del mapa), ha sido parte de la historia reciente en Israel. Sin embargo, este sábado algo cambió y una vez que el gobierno y las fuerzas israelíes vuelvan a tomar el control interno deberán embarcarse en la respuesta contra Hamas en lo que el primer ministro Netanyahu indicó como “una guerra que vamos a ganar”.

Sin embargo, el contexto político del Medio Oriente lleva a Israel a una dualidad imperiosa: ¿responder con fuerza contra Hamas poniendo en peligro los acuerdos de normalización con los estados árabes sunitas que ya se han firmado y aquellos que están por firmarse como Arabia Saudita? ¿O bien buscar una respuesta convincente, fuerte y que garantice el equilibrio de poder que hoy se está conformando en la región? No hay que perder de vista que este masivo ataque de Hamas se ha hecho poco después de que el primer ministro israelí Netanyahu y el príncipe heredero saudí, Bin Salman, hablaran de que la normalización entre ambos se acercaba día a día.

La invasión despiadada de Hamas mostró a unas hordas desenfrenadas que sólo tenían como misión masacrar y secuestrar a la mayor cantidad de población civil posible. Por cierto, en Israel conviven más de un 20% de la población que es de origen árabe musulmán y que también ayer sufrieron los ataques de cohetes, el robo en sus propiedades e incluso el peligro de muerte. Pero como es habitual, hay detalles que se omiten en el conflicto árabe.

La guerra es también un entrecruzamiento de información, noticias falsas y distorsiones que son necesario corregir para no perder el eje central de que Israel es el canario en la mina que alerta sobre el islamismo radical, sus movimientos extremistas y sus tentáculos que están dirigidos desde Teherán. No hay que ignorar tampoco que Hamas es Irán y que está guerra es ya un enfrentamiento directo con la dictadura de los Ayatollah y sus brazos armados como Hezbollah que en Argentina ha cometido dos atentados terroristas brutales.

Irán, en su perversidad, guarda una coherencia: sabe que un enfrentamiento directo contra Irán aceleraría la normalización entre los árabes sunitas e Israel y que el poderío militar de este último convertiría las bases terroristas iraníes y sus centrales nucleares en un terreno baldío en pocas horas. Sin embargo, tal como suele suceder cuando hay una escalada entre Israel y Hamas, el antisemitismo inunda las redes sociales y las comunidades judías de la diáspora pueden correr peligro. La misma bestialidad que han tenido los de Hamas al secuestrar ancianos y niños la tienen los activistas que hostigan, maltratan y persiguen a los judíos y a los sionistas no judíos por defender a Israel.

¿Quién en las últimas horas no ha visto en redes sociales una catarata de improperios, comentarios antisemitas, amenazas y expresiones de deseo de que Israel desaparezca?

La guerra que inicia en el Medio Oriente es también una guerra informativa en la que será necesario estar preparado para enfrentar no sólo a los activistas islámicos, sino a los que no pueden ubicar a Israel en el mapa, pero dicen conocer la historia completa.

Israel vencerá. Como ya venció en todas las guerras que los árabes iniciaron.