Shimon Hecht vive en Israel, desde los años ochenta cuando llegó desde la Argentina.
Hace unos días se comunicó con su amigo Danny Saltzman para pedirle que “no bajáramos la moral”, que ellos estaban con la moral alta, y que ese era el mensaje que él quería compartir con la gente, con la audiencia de Radio Jai.
Explica Shimón que en estos días estuvo en contacto con distintos grupos de gente de su vida, la del colegio primario, secundario, que le preguntaban sobre la situación y que los notaba “bajoneados” por la desinformación, por las atrocidades que se veían en los medios, y que sintió la necesidad de pedirle a Danny que a través de la Radio, puedan transmitir la voz de lo que le pasa a la ciudadanía, sobre el voluntarismo, y que, más allá de los que fueron reclutados obligatoriamente por el ejército, el papel de la ciudadanía, la contribución de la gente, las empresas, la gente de todo el mundo que publica en las redes sociales tratando de hacer ver al mundo lo que está pasando en Israel. Y que se le ocurrió que Danny, podría ser el vocero, su vocero.
Shimón cuenta su rutina, que hoy que consiste en mirar las noticias casi las 24 horas, y que, como sus hijos están reclutados tratar de comunicarse para saber que están bien, y esperando dónde lleva toda esta situación. “Te levantás pensando en ellos, te levantás tratando de ser fuerte y pensar lo mejor, lo mejor de lo mejor”, declara.
Shimón formó la familia con Avital, a quien había conocido en la tnuá, en Buenos Aires y sus primeros años en Israel fueron en un kibutz. Luego formaron con un grupo de gente un moshav (asentamiento) en el norte, en la baja Galilea en la que viven unas 120 familias, “un paraíso total” donde hicieron su vida: Estudios, ejército, familia. Hoy esta se va agrandando, hay dos nietos y uno en camino.
Shimón revela que lo que lo iluminó para este sentimiento positivo, fue el discurso de Joe Biden, especialmente en una parte cuenta, en la que el Presidente cuenta que cuando era un senador muy joven se entrevistó antes de la guerra de Yom kipur con Golda Meir, quien, durante la charla, le confesó al joven político que Israel tenía un arma secreta. Impactado, y sin llegar a creer lo que Golda le decía, le preguntó cuál era esa arma, a lo que ella respondió: “No tenemos otro lugar adónde ir”. Y que le explicó que la lucha es por la casa, no por el territorio, ni por mejorar la economía, que es por el hogar del pueblo judío.
“Ahí me iluminé y lo adopté, y así lo transmito y de ahí, la fuerza”, explica. Su fuerza y la de toda la ciudadanía, la del público en general, la de los que trata de ayudar en los asentamientos más chicos, 24 horas de gente civil que hace guardias en esos asentamientos y que se ayudan el uno al otro. “Luego de un año de muchas manifestaciones por cuestiones políticas, salió esa unión que siempre surge en momentos, lamentablemente, de peligro, y esa es nuestra fuerza, es la convicción de que esta vez luchamos por nuestra casa”, declaró.
Israel ha pasado guerras, momentos muy tremendos, como los que se vivieron en la guerra de Yom kipur hace 50 años, pero parecería que este es el más complejo porque involucra a civiles, porque involucra el territorio israelí, porque hoy la guerra se desarrolla en el centro de Tel Aviv en Haifa, en Sderot o en Jerusalem.
Al respecto Shimón opina, que es así, que esta situación es diferente, porque la guerra se da dentro del territorio, porque hoy los enemigos cuentan con misiles con todo el adelanto tecnológico y que, por eso el objetivo del gobierno, a través del Ejército es el de destruir al Hamás, su fuerza militar . Dijo que los enemigos de hoy son asesinos sin escrúpulos, que desatan pogromos, asesinatos, incendios, violaciones, secuestros, donde todo está permitido; y que entonces, la sensación es distinta, porque en ninguna de las guerras se había llegado a las poblaciones civiles, nunca habían sido el objetivo.
Frente a una situación como esta, de tanta crueldad, en donde se vio la perversidad en su máxima expresión, para muchos, la respuesta sería “arrasar con todo”.
Shimón confiesa que efectivamente, la primera idea, como sentimiento primario sería la de arrasar, dejar plano, que allí no crezca nunca más nada. Pero que hay que pensar que allí hay más de 200 rehenes, con sus familias en Israel, y que hay que tomar eso en cuenta, y que hay que pensar con la razón, que hay una cuestión de geopolítica macro con intereses que nos hacen pensar y calmarnos, pero que el instinto primario es de que “esto no puede volver a pasar”.