NOAJ: Una torre a la altura de nuestra decadencia

“Vengan, edifiquemos una ciudad y una torre con la cúspide en el cielo, para hacernos un nombre” Génesis 11:4. Esta semana, el texto bíblico deja volar nuestra imaginación cautivándonos con el relato de la Torre de Babel.

Aunque algunos académicos leen en estos versículos el mito fundacional de la diversidad de idiomas y el origen de las diferentes naciones, diversos hallazgos arqueológicos en lo que hoy es Irak, ubican las ruinas de lo que sería Dur-Kurigalzu, una edificación que los lugareños y viajeros describían como los escombros de lo que alguna vez fueron la ciudad y la torre de Babel.

Las zonas rocosas en las afueras de Bagdad resguardaron durante siglos monumentos de adobe y ladrillos cocidos: eran estructuras escalonadas formando plataformas como los pisos de un edificio y coronadas con una torre, en lo que hoy se conoce como zigurat. Estas construcciones, cuyos vestigios se remontan al tercer milenio antes de nuestra era, estuvieron a merced de los caprichos de la historia, y habrían sido destruidas y reconstruidas en numerosas ocasiones por asirios, arameos y caldeos.

Lo más interesante es que mucho antes de los hallazgos arqueológicos, el hombre ya imaginó la Torre de Babel tanto en la literatura como en el arte, pero fueron generaciones de Sabios de la tradición judía los que se preguntaron la razón inmanente detrás de la construcción y dispersión que produjo esta Torre, interpretando, profundizando y enriqueciendo cada vez más la historia.

“…habían construido la ciudad, y la torre en ella alcanzó una altura enorme. Y a causa de la altura tan grande, tomaba un año completo subir las piedras y los ladrillos, para llegar a los constructores. (…) tan difícil era la subida y la bajada, que cuando un ladrillo se caía y se rompía, todos se lamentaban y lloraban por la gran pérdida. Pero cuando un hombre se cae y muere, nadie se da cuenta de su muerte. Y el Señor conocía todos sus malos pensamientos”. Sefer HaYashar (midrash)

El midrash revela que la torre esta alcanzó una altura tan grande que los constructores tardaban un año en llegar a la cima. Un ladrillo era, por tanto, más precioso a los ojos de los constructores que un ser humano. Si un hombre se caía y encontraba la muerte, nadie se daba cuenta; pero si se caía un ladrillo, lloraban, porque tardarían un año en volver a colocarlo. Tan concentrados estaban en lograr su propósito, que el propósito se apodero de ellos, deshumanizándolos.

La construcción de la torre entonces no fue un acto de rebeldía, sino el reflejo de la decadencia: en la perspectiva del midrash, el proyecto representó una completa perversión de las prioridades, poniendo la ambición por encima de la vida humana. Vivimos en un mundo desequilibrado y desigual cuando construimos ciudades y torres como monumentos a nuestra propia arrogancia.

En un mundo deshumanizado, lograr el tikun olam (“reparación del mundo”) comienza con reconocer al otro como un humano, como un hermano.

Entonces ¿Es ético unirnos para “construir una ciudad y una torre” para estar más cerca del cielo, menospreciando la dimensión humana en la tarea? ¿No encierra una contradicción querer alcanzar lo divino olvidándonos de lo humano?

 

El Dr. Emmanuel Taub responde: “Existe una correlación de mutua responsabilidad y pérdida entre la dimensión del lenguaje divino y del lenguaje del mundo”. El hombre jamás podrá comprender el lenguaje Divino si el lenguaje humano refleja un sistema de valores corrupto: el lenguaje divino no tiene palabras que reflejen lo inmoral de nuestras acciones.

Así, al mirar arriba sin ver al que nos pide una mano al lado nuestro, estamos haciendo todo lo posible para hacer inalcanzable ese cielo, porque nos hacemos sordos a los ecos de la eternidad.

La historia se burla de la idea misma, porque para alcanzar lo divino primero hay que hundirse en lo humano que habita en cada uno.

Menajem Mendel Morgensztern de Kotzk, conocido como el Rebe de Kotzk, tenía una profunda percepción de la mente humana, reconoció la importancia del ego y enfatizó la necesidad de quebrarlo.

Una perla de su sabiduría nos ayuda a iluminar la senda que transitamos hoy, al afirmar que “la gente acostumbra mirar el cielo y preguntarse qué ocurre allí. Sería mejor si miraran hacia su interior para ver qué ocurre allí”.

Tal vez, allí este la respuesta.

 

 

Shabat Shalom!

 

Seba Cabrera Koch

5 Jeshvan 5784 / 20 de octubre de 2023

 

 

Bibliografía

-Coffman, Aryeh. Tora con comentario de Rashi, tomo 1 Bereshit – Génesis. 2001. Editorial Jerusalén.

-Génesis Cap. 11, vers. 1-9.

-Sefer HaYashar (midrash), Libro del Génesis, Noaj 14. Consultado desde Sefaria.org

-Taub, Emmanuel. La palabra y la errancia. Hagada III. 2022. Ediciones Paidós.

-Toker, Eliahu. Iluminaciones del Rabi de Kotzk. Fundacion Internacional Raoul Wallenberg.

 

Imagen

El zigurat de Aqar-Quf (Dur-Kurigalzu), al oeste de Bagdad, Irak. Osama Shukir Muhammed Amin. Creative commons.