En la Parashá de esta semana nos encontramos con la nueva generación del pueblo judío: Isaac, Rivká y sus hijos. En el centro de esta Parashá está el famoso episodio de la bendición que Isaac quería otorgarle a Esav, pero gracias a la intervención de Rivká, terminó otorgándosela a Yaacob.
Comencemos por el principio.
Isaac y Rivká tuvieron dos hijos: Yaacob y Esav. Yaacob era un hombre de su casa, dócil, íntegro, estudioso. Esav, era todo lo contrario. Adrenalina pura. Un hombre de batalla. Un luchador. Un gran cazador.
Cuando Isaac envejece llega el momento de elegir al heredero. No se trata de quién heredaría los bienes materiales de Isaac, sino de algo mucho más importante: ¿Quién iba a continuar, liderar y promover el camino y los valores de Abraham Abinu? ¿Cuál de los dos hijos era el más indicado para ser el futuro patriarca del pueblo judío?
Isaac y Rivká tenían opiniones diferentes. Para Isaac, el candidato indiscutido era Esav. Pero para Rivká, el más indicado era Yaacob.
En las próximas líneas vamos a tratar de entender por qué pensaban así.
¿POR QUÉ ELEGIR A ESAV?
Isaac sabía que la fe de Abraham iba a ser inevitablemente atacada por los pueblos idólatras, que seguramente tratarían de erradicar a sus descendientes. ¿Por qué? En el mundo politeísta cada pueblo tenía y servía a sus dioses locales. Aceptaban que otros pueblos tuvieran sus propios dioses, y creían que los poderes de esos dioses eran verdaderos. Esos dioses podían convivir unos con otros. A veces los pueblos intercambiaban sus dioses, o incluso forjaban alianzas entre ellos.
Pero la fe de Abraham, el monoteísmo, es diferente. Al afirmar que existe un solo “y único” Dios, el monoteísmo “excluye” a todas las demás confesiones. Y expresa directa o indirectamente que los demás dioses son falsos. Con este mensaje tan revolucionario y valiente, Isaac sabía que para que sus descendientes pudieran seguir firmes en la fe de Abraham iban a tener que luchar y defenderse contra infinidad de enemigos
¡Y no se equivocó!
Isaac sabía que su hijo Esav poseía las virtudes ideales para defender la fe de Abraham. Basándonos en un famoso Midrash podemos afirmar que Esav era un experto a la hora de identificar las debilidades de sus adversarios. Era un guerrero astuto, que conocía el lenguaje del enemigo, un talento muy importante a la hora de la guerra. Isaac sabía que Esav sería capaz de organizar y liderar un ejército. ¡Y no se equivocó! En Vayishlaj vemos que Esav lidera un ejército de 400 hombres.
Isaac quiere elegir a Esav porque sabe que con su ejército podrá conquistar la tierra de Israel y será capaz de defender militarmente a sus descendientes de sus futuros enemigos.
LA VISION DE UNA MADRE
Pero para Rivká todas estas cualidades bélicas de Esav eran incompatibles con los valores humanos de Abraham ¿Podría Esav, un hombre dedicado a la guerra, ser bondadoso con los extranjeros como lo fue Abraham? ¿Podría ser diplomático con sus vecinos como lo fue Abraham con los Hititas? Para Rivká el futuro sucesor de Abraham tenía que ser amable sensible y generoso como Abraham. Más inteligente que fuerte. Y sofisticado, más que violento. El sucesor de Abraham, se debía diferenciar de todos los demás hombres por su intelectualidad, y por darle prioridad al estudio ¡no a la guerra!. Y estas eran obviamente las características de Yaakob. De acuerdo a Rivká era Yaacob y no Esav, quién debía ser el elegido para liderar el pueblo de Abraham.
Al final, y como sucede en las mejores familias, Rivká se impuso, y el sucesor de Isaac fue Yaacob.
Debemos reconocer que lo ideal hubiera sido una alianza de los dos hermanos: la espiritualidad de Yaacob combinada con la fuerza de Esav. Pero para Rivká esto era imposible, porque tal como lo menciona la Torá en el párrafo que antecede a este episodio, Esav se había distanciado de su familia, al haberse casado con mujeres Hititas.
YAACOB, ESAV Y MEDINAT ISRAEL
Esta historia y esta interpretación que escribí hace un par de años acerca de las virtudes que Isaac y Rivká buscaban en el futuro líder de Israel, es hoy muy relevante para entender nuestro presente.
Luego de 2.000 años de persecuciones de las cuales no podíamos defendernos por nuestros propios medios, Medinat Israel ha alcanzado hoy el balance entre las buenas virtudes de Esav y las cualidades de Yaacob. Y me parece que la historia que nos cuenta nuestra Parashá por un lado nos ayuda a iluminar nuestro presente, y por el otro lado, se ilumina con nuestro presente. Solo hace falta ver la extraordinaria naturaleza de Medinat Israel: su gente, su espíritu y su ejército.
Israel, por un lado es un paraíso espiritual donde millones de judíos rezan y estudian Torá a diario. Nunca se escuchó la voz del estudio de Torá tanto como se escucha hoy en el Estado de Israel. Los Yehudim en Israel practican el Jesed, la bondad, la generosidad y la compasión internamente y hasta con sus enemigos (aunque esto está cambiando). Israel es un país inteligente, con una devoción por el estudio, con una creatividad intelectual infinita.
Y por el otro lado, están las manos fuertes poderosísimas del ejército de Israel. Que le está demostrando al mundo que a quién se meta con los Yehudim le va a costar muy caro. Que no van a ser otras naciones las que nos defiendan, sino nosotros mismos. Nuestro propio ejercito. Nuestra propias manos.
Medinat Israel representa el perfecto balance que buscaban nuestros patriarcas: la dulce voz de la Torá de Yaacob que quería Rivká y las poderosas manos de guerreros temerarios que buscaba Isaac, para que cuando fuera necesario adviertan, intimiden y castiguen al enemigo.
Todo en un mismo descendiente: Yaacob / Israel.
Israel que siempre uso su voz, también aprendió a usar sus manos, con la misma fuerza que Esav.
הַקֹּל קוֹל יַעֲקֹב וְהַיָּדַיִם יְדֵי עֵשָׂו
“La voz es la voz de Jacob, pero las manos son [como] las de Esav”
Rabino Yossi Bitton