Desde el ataque de Hamás del 7 de octubre, y durante las primeras semanas del conflicto, las fábricas y las empresas israelíes trabajan por recuperar su producción y su funcionamiento habitual.
A medida de que la situación permite garantizar las medidas mínimas de seguridad, las organizaciones buscan retomar la normalidad, y se enfrentan con un problema: la fuerza laboral se ve considerablemente diezmada.
Este conflicto se reflejó en una encuesta realizada por la Asociación de Fabricantes de Israel, que buscaba analizar los efectos de la guerra a lo largo de estas seis semanas sobre la industria israelí.
Desde el 7 de octubre, la proporción de fábricas que se paralizaron se redujo del 29% en la primera semana de la lucha. Ya en la cuarta semana, solo el 6% de las fábricas permanecían cerradas, y ahora este número disminuyó al 1%. Según la encuesta, realizada a partir de una muestra de 100 empresas, el 18% de las fábricas ya regresaron a operaciones completas.
Por otro lado, se observó que durante las primeras semana el 29% todavía tenía a más de la mitad de su personal ausente, valor que cayó al 12% en la última semana. Esto se debe a que más de 700.000 ciudadanos, en su mayoría reservistas pero también algunos evacuados, que representan cerca del 20% de la fuerza laboral total, están ausentes del trabajo, según un informe del Ministerio de Trabajo publicado el 13 de noviembre.
Cuando se les preguntó durante las primeras seis semanas de la guerra cuál era el mayor desafío al que se enfrentaban, entre el 62% y el 70% de las fábricas respondieron que estaban lidiando con la ausencia de empleados en el trabajo. Además, el 45% de los fabricantes informaron que hasta el 25% de sus ventas se vieron afectadas.
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