Vaishlaj: Las noches más oscuras, preludio de los amaneceres más creativos

Viena, año 1824. El Teatro Imperial estaba repleto. La aristocracia y la élite cultural vienesa se congregaron para lo que sería un evento irrepetible.

Había mucha expectativa: hacía más de diez años que el genio no producía una sinfonía o hacía una aparición sobre el escenario. Y ahí estaba el gran maestro, en el podio, frente a una de las mayores orquestas jamás reunida.

De espaldas al público, Beethoven dirigió a los músicos con una pasión desenfrenada, agitando sus brazos al compás de la música. En su mente sonaba una partitura extraordinaria, y en sus manos, en todo su cuerpo, la música le vibraba en la piel.

Fueron minutos, horas quizás, en el que compositor deslumbró virtuosismo, elevando con su talento al género humano.

Tan ensimismado estaba que al finalizar continuó gesticulando, hasta que alguien se le acercó para que mirase al público, y pudiera ver los estruendosos aplausos que no podía escuchar.

Para entonces, Ludwing van Beethoven estaba profundamente sordo.[1]

Desde esa noche, la historia lo reconoce como un Maestro dedicó su vida a la música por encima de todo, con la capacidad de crear piezas fuera de este mundo. Sin duda fue un compositor de imponderable creatividad e imaginación, pero al mismo tiempo era un alcohólico con fama de irascible, narcisista, insociable, frustrado en el amor y un hipocondríaco insufrible. Esto forma parte del mito romántico de Beethoven: “preferimos la imagen del artista torturado por sus demonios internos y sus males físicos”.

El trauma de su sordera explicaba su comportamiento errático, haciéndolo una persona difícil de tratar, pero también obligándolo a dotar sus composiciones de una expresividad visceral, llevándolo por callejones inesperados, a momentos desgarradores y conmovedores.

En sus partituras exponía sus pensamientos más profundos. En su música, desnudaba el alma.

Estas líneas son apenas un boceto de la compleja y contradictoria personalidad de Beethoven, que nos permitirá abordar la parasha semanal desde una mirada diferente.

Jacob se quedó solo y un hombre (ish) forcejeó con él hasta el despunte del alba (Génesis 32: 25).

Jacob luchó con un adversario anónimo por la noche. Hay varias teorías sobre la identidad de “el hombre” que luchó con el patriarca esa noche. La Torá lo llama ish: hombre. [2] El profeta Oseas lo llamó ángel. Los Sabios decían que era Samael, un ángel que representaba a Esav. El mismo Jacob estaba seguro de que era D-s. “Jacob llamó al lugar Peniel, diciendo: “Es porque vi a D-s cara a cara, y sin embargo mi vida fue perdonada” (Génesis 32:31).[3]

Un detalle no menor es el hecho de que Jacob estuvo solo todo ese tiempo. Ezequías bar Manoaj, comentarista francés del siglo XIII, más conocido como Jizkuni [4], incluso amonesta a los hijos de Jacob por haber permitido que su padre se ponga a sí mismo, él solo, en una situación tan precaria. Frente a esto, el Rebe de Slonim [5] adopta un enfoque completamente diferente. Él nos enseña que al estar solo es cuando uno alcanza el más alto nivel de reunión con D-s.

En ese sentido, Rab Jonathan Sacks Z´L [6] explica que Jacob es el hombre cuyas mayores experiencias religiosas ocurren cuando está solo, de noche, asediado por la adversidad. “Jacob lucha con el conflicto interior y dice: No te dejaré ir hasta que me bendigas. Sus noches más oscuras siempre han sido preludios de sus amaneceres más creativos”.

La respuesta es “lucha contigo y conócete a ti mismo”. Debemos luchar contra nosotros mismos, como lo hizo Jacob en esa fatídica noche, como lo hizo Beethoven cuando a pesar de la sordera siguió componiendo y creando las que fueron quizá sus piezas más expresivas y conmovedoras.

Podríamos decir que la confianza en uno mismo es algo extraño, porque las personas que creemos que la tienen en abundancia a menudo dudan de sí mismas. Pero se sobreponen, porque caen y se superan, porque al luchar contra la adversidad hacen relucir las fortalezas.

D-s realmente quiere que cada uno de nosotros alcancemos nuestro potencial, haciéndonos luchar contra nosotros mismos para “empujarnos” hacia adelante.

Así, una limitación o una discapacidad [7] puede ser un regalo cuando entendemos que también esconde un tesoro.

Y lo que hagamos con eso, es lo mejor que podemos ofrecer al mundo.

Shabat Shalom!

Seba Cabrera Koch

19 Kislev 5784 / 1 de Diciembre de 2023

 

Fuentes consultadas:

[1] Fragmentos biográficos recopilados de:

-Marquez, Williams. Beethoven: cómo se quedó sordo. 2020. News Mundo © BBC.

-Jaeschke, Agustín. Beethoven: ¿Fue la sordera un factor fundamental en su composición orquestal?. 2015. © Cooperativa De Trabajo Musica Clasica Ba Limitada

[2] El término “ish” que aparece en nuestro versículo (Génesis 32:25) sería una abreviación del término “Ish-haelohim” que quiere significar enviado (malaj) de Elohim o profeta de Elohim. Vér notas a vers. 25-27 en Comentario a Vaishlaj. 2023 © haTanaj

[3] Bereshit Rabá 77; Rashi a Génesis 32:35; Zohar I, Vaishlaj, 170a. Fuentes citadas por Rab Jonathan Sacks Z´L en Covenant and conversation: struggle of faith. © 1981-2023 The Rabbi Sacks Legacy Trust.

[4] [5] Krimsky, Elly. Tiempo a solas. 2023. © Chabad-Lubavitch Media Center.

[6] Sacks, Jonathan. up supra.

[7] Gachi Waingortin expone en un ensayo un enfoque novedoso entre discapacidad y superación tomando como modelos a los Patriarcas. ¿Cuál debe ser la actitud de un judío frente a las personas con necesidades especiales? 2017. © La Palabra Israelita

Imagen: Gary Oldman interpreta a Ludwig van Beethoven. Amada Inmortal (1994). Fotogram