Carta de despedida a Europa y América

Queridas y queridos míos:

Les escribo estas últimas palabras de despedida, aunque no los conozca a todos personalmente.

Siento una gran tristeza al ver cómo todas las alertas sobre el proceso de desaparición de pueblos y naciones en sus continentes no son vistas ni oídas.

Año tras año, día tras día, les estamos tratando de explicar lo que ustedes se niegan a entender:

¡Este no es un conflicto entre árabes y judíos!, esta es una guerra de subsistencia entre dos mundos antagónicos: oriente y occidente, cuando occidente opta por cerrar los ojos.

Miren lo que les está pasando en occidente. Es clarísimo: está lleno de gente que no puede ocultar su judeofobia o su antisemitismo y ver cómo los terroristas islamistas atentan constantemente contra Israel les causa una gran alegría.

Y esas personas creen tener la razón al ver que la prensa, las redes sociales y hasta sus propios líderes políticos les apoyan abiertamente, pues les da más fuerza aún. Como el primer ministro de Irlanda, por ejemplo, quien descaradamente se refirió a Emily, de 9 años, una de las niñas secuestradas, declarando que: «se perdió».

Otros se declaran «humanistas» y luego aparecen en manifestaciones pro-palestinas donde gritan abiertamente que hay que exterminar al Estado de Israel y al pueblo judío,

No faltan tampoco quienes se dedican a la politiquería barata, como el presidente de España, para obtener algún rédito de la situación, a cuenta del futuro de sus propios pueblos y países.

Y la mayoría calla. Calla y otorga.

Los resultados de la ocupación islamista de Europa y América, ocupación que ustedes mismos apoyan y sostienen económicamente, los vemos a diario.

Cuando vemos a la policía en Europa, que teme  entrar en los vecindarios musulmanes.

Cuando ustedes son atacados y asesinados en sus propias calles en nombre del jihad.

Cuando atentan contra sus símbolos culturales, religiosos y nacionales, quemando las banderas de los países que les abrieron sus puertas.

Cuando sus jóvenes (cristianos) durante las manifestaciones antijudías se envuelven en keffiyehs, abrazando a los mismos islamistas que han asesinado a cientos de personas en los atentados de Madrid, Londres, N.Y., Argentina, entre otros.

Cuando le advierten al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, que sin el apoyo de los musulmanes no ganará las elecciones, es claro que este ya no es el «comienzo del fin» de la civilización occidental. El «fin», ya ha comenzado hace rato.

Vemos en sus pueblos y ciudades cada vez menos iglesias, pero más mezquitas.

Vemos a los líderes musulmanes religiosos declarando que el Palacio de Buckingham será la mezquita más grande de Inglaterra.

Vemos las diferencias en el desarrollo demográfico que uds. atraviesan.

Lo podemos ver todo, porque el gran secreto de los islamistas es que no guardan secretos. Lo que piensan lo dicen y lo hacen, sin importarles las vidas de nadie, incluso la de sus propios hijos e hijas.

Nosotros, el pueblo de Israel, aquí en nuestra tierra,  hemos visto desfilar sobre el escenario de la historia a los imperios más grandes y potentes: egipcios, asirios, babilonios, persas, griegos, romanos y bizantinos, árabes, cruzados, mamelucos, otomanos e ingleses.

Todos han desaparecido.

Todas las despedidas suelen ser tristes, pero esta es más triste aun: son 2,500 años de cultura, de desarrollo, de crecimiento, de investigación en el mundo occidental que van llegando a su fin. Los actos de Isis en la última década,  y de Hamas, ahora, son solo una «promo».

Nosotros al parecer aquí seguiremos, como desde hace 3,700 años. Mejores tiempos, peores tiempos, aquí seguiremos.

Y no crean que nos es fácil. Con todas las amenazas externas e internas que hemos atravesado, desde el becerro de oro, pasando por la época de reyes, diásporas, inquisiciones, holocausto y hasta las manifestaciones por el sistema político en Israel que ustedes vieron por televisión este último año. No nos será fácil. También después de esta guerra surgirán discusiones y polémicas duras.

La diferencia entre occidente y nosotros, es que nosotros no podemos ni queremos darnos el lujo de rendirnos, si caemos pues nos levantamos, analizamos, aprendemos y seguimos adelante.

Hemos restaurado nuestra nación en nuestra tierra: Israel, la cual en forma conjunta los judíos, árabes cristianos y musulmanes, druzos, cherqueses y más, convertimos en «potencia» democrática, tecnológica, social y económica.

En occidente nos han enseñado a «poner la otra mejilla», según esta escrito. Pero también está escrito: «y elejirás por la vida».

  Porque la vida es más fuerte que todo.

Adiós Europa, adiós América.

                                        Cordialmente,

                                        Gustavo Waisman