Los antiguos antisemitas se unieron a sus nuevos socios: el Islam radical. Y así, en un mundo
que está cambiando, con la humanidad encaminada hacia un big bang, los iraníes que eligen
el bien son un símbolo de esperanza.
Un ucraniano, un iraní y un judío deciden hacer una manifestación. Este no es el comienzo de
una broma, sino de un honesto relato de esperanza. A esta demostración volveremos
inmediatamente. Fue precedido por una gira que realicé la semana pasada en la comunidad
judía en Canadá. De hecho, durante años he estado “saltando” entre comunidades judías en
el mundo; la mayor parte de mi vida también he vivido en esas comunidades. Después de una
semana en Canadá, regresé a Israel preocupada: la ola de antisemitismo que actualmente
recorre el mundo supera a sus predecesoras. La situación, hoy, se ve como una oscura
tormenta aproximándose en el cielo.
Incluso en una sociedad ilustrada y conciliadora como la canadiense, he conocido a mujeres
que están preocupadas por su seguridad personal, que sienten que ahora, cuando el mundo
se divide entre buenos y malos, entre las ideas que siguen las masas y los individuos que abren
el camino, muchos otros eligen una postura neutral. Recopilamos con horror la evidencia de
lo que está sucediendo en las comunidades judías de todo el mundo. En Gran Bretaña, el
rabino de la comunidad recomendó quitar las mezuzot de las puertas, en Armenia incendiaron
sinagogas, en casi todos los países occidentales, hay masas incitadas y listas para agredir y
dañar, emprender diariamente misiones de vandalismo y terrorismo.
Aunque al nuevo antisemitismo se lo llame hoy “pro-palestinos”, aunque no digan “judíos”
sino “sionistas”, y aunque las horquetas del pasado hayan sido sustituidas por teclados, las
principales características del antisemitismo, tanto ayer como hoy son: la deshumanización
hacia los judíos y la culpabilidad de todos los problemas del mundo, fomentar falacias tales
como que los judíos desean “controlar el mundo”, siendo esta una idea errónea en su
totalidad, ya que es sabido que la población judía en el mundo representa el 0,2% de la
población total. Pero si alguna vez el antisemitismo fue una respuesta a la necesidad humana
de odiar, hoy, frente a los nuevos peligros que amenazan a Occidente, es un privilegio
irresponsable que marca el camino hacia el próximo gran abismo. Porque hoy el nuevo socio
de los antisemitas occidentales es el mayor enemigo de sus nietos: el Islam radical.
Los musulmanes constituyen hoy casi una quinta parte de la población mundial y solo uno de
cada cinco musulmanes vive en un país árabe. El dinero árabe está inundando los países de la
OCDE y con él la demografía cambiante ante nuestros ojos. No todos los musulmanes odian a
los judíos, pero los líderes y activistas entre ellos están obligados a cuidar de los “herejes”, es
decir, de cualquiera que difiera de ellos. De esta conexión entre el fanatismo religioso extremo
y el antisemitismo tradicional se creó una peligrosa fusión que se materializa en la moda del
odio a Israel.
Y por eso, muchas personas en el mundo occidental están dispuestas a bailar al son de la
música sin escuchar la letra, ignoran la identidad de su pareja y se niegan a reconocer que son
los siguientes en la fila. Aquellos que hoy están dispuestos a considerar justa y moral a una
organización terrorista, siempre que no sea aceptar la existencia del judío que es capaz de
defenderse por sí mismo, en un futuro cercano verá al Islam radical tocando la puerta de su
propia casa. Entonces ya será demasiado tarde, y cuando los refugiados humanitarios exijan
la aplicación del gobierno islámico también en esos inocentes países de acogida, entonces
todos estaremos unidos en añorar los días en que el problema del Islam radical era un asunto
puntual y lejano -en algún sitio del Medio Oriente-.
Mientras el mundo se divide entre el frente del bien contra el mal, aun así percibí por un
momento la esperanza. En Toronto, tres personas se unieron en una declaración contra un
enemigo común: el eje del mal. El ucraniano, cuyo país fue tomado por un estado hostil y
agresivo; el iraní, cuyo país fue tomado por un liderazgo extremista que oprime a su pueblo, y
el judío, que ahora se está recuperando de un ataque terrorista asesino. Fue una hermosa
manifestación con muchos participantes, en la que flamearon juntas las banderas de Ucrania,
Irán e Israel. Fue una manifestación de los buenos contra los malos, la llamaron “pro israelí”,
considero que realmente participé en una manifestación pro-mundo, pro-humanidad.
Por: Anita Friedman, Chairperson WIZO Mundial