Elías L. Benarroch
El regreso a Madrid de la embajadora de Israel en España, Rodica Radián-Gordon, depende de una “decisión política” del ministro de Exteriores, Eli Cohen, que podría producirse en enero, tras la severa crisis política de estos dos últimos meses entre los Gobiernos de ambos países. Fuentes próximas al caso dijeron que “creemos que volverá a principios de enero”, es decir una vez transcurridas las fiestas de Navidad y Año Nuevo en las que, de todas formas, la actividad política y gubernamental en España está casi paralizada.
Radián-Gordon fue llamada a consultas por Cohen el pasado 30 de noviembre a raíz de una grave crisis en las relaciones bilaterales provocada por la guerra contra Hamás en Gaza, tras la masacre perpetrada por terroristas palestinos de esta y otras organizaciones el 7 de octubre, y que costó la vida a 1.200 israelíes, la mayoría civiles.
Pese a la clara condena del Gobierno español de la masacre de Hamás, la dura respuesta política española a las operaciones de Tzáhal para erradicar el terrorismo de Hamás, en muchos casos discrepante con la de otros países europeos -al menos, en tono y formas- y provocada en cierta medida por factores internos de la política española, condujo a la peor crisis bilateral desde que ambos países establecieron relaciones diplomáticas en 1986.
DEMASIADO AGRESIVA PARA ISRAEL…
Desde que se fue la embajadora, el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y su ministro de Exteriores, José Manuel Albares, han reiterado repetidamente que quieren una relación de “amistad” con Israel pese a las discrepancias políticas, pero lo cierto es que, para el Gobierno de Benjamín Netanyahu, las declaraciones y actuaciones de miembros del Gobierno español estos dos últimos meses y medio han resultado demasiado agresivas.
Preguntado hace unos días en una entrevista con el canal “La Sexta” de España sobre la llamada a consultas de la embajadora israelí, el ministro de Exteriores, Albares, respondió que “no puede explicar por qué con España se (Israel) tomó la decisión de llamar a consultas y no con otros países. Lo tendría que explicar Israel”.
Y si bien es cierto que otros países occidentales han criticado la intensidad de los ataques israelíes en Gaza y el alto número de víctimas civiles, también lo es que ningún otro líder de los países grandes de Europa con los que España pretende equipararse, se ha pronunciado con la hostilidad con la que lo ha hecho Sánchez, y en ningún otro se ha notado un posicionamiento tan alejado de la reclamación de Israel de poner fin al gobierno de Hamás, considerada organización terrorista en la UE.
En la decisión del ministro Cohen influyeron numerosos factores y entre ellos:
– El posicionamiento notoriamente anti-israelí de varios ministros de extrema izquierda en el anterior gobierno de Sánchez, principalmente de sus socios de coalición en los partidos Podemos y Sumar;
– El nombramiento como ministros de su nuevo Gobierno, constituido a mediados de noviembre tras las elecciones del verano, de dos eurodiputados que votaron contra una declaración de solidaridad con Israel y condena de Hamás aprobada de forma masiva en el Parlamento Europeo tras la masacre (todos los votos en contra fueron españoles);
– Los repetidos llamamientos desde el 7-O de miembros de Podemos para que España rompa relaciones con Israel y lleve a “juicio penal internacional” al primer ministro Netanyahu y a altos mandos;
– El viaje de Sánchez a Israel el 23-24 de noviembre, en el que acusó a Tzáhal de cometer “matanzas indiscriminadas” y de “no respetar el derecho internacional”, en declaraciones que hizo con el primer ministro belga Alexander de Croo en una poco afortunada rueda de prensa en el paso de Rafíaj cuando debían salir por allí los primeros rehenes israelíes;
– El rampante antisemitismo en España y la falta de acción concreta de las autoridades españolas, a diferencia de todos los grandes países europeos.
Todo ello -y ni que hablar del agradecimiento público de Hamás a España por su ayuda- creó un ambiente que, en su conjunto, colmaron la paciencia del ministro de Exteriores.
La primera reacción de Israel fue ausentarse de la cumbre de la Unión por el Mediterráneo el pasado 27 de noviembre en Barcelona, cuya agenda fue alterada sin coordinación previa para enfocarla en la crisis de Gaza y en la que Israel se temió un “linchamiento” diplomático de los otros miembros. La segunda reacción, tres días después y provocada por otras polémicas declaraciones de Sánchez a un medio en España, fue llamar a consultas a su embajadora.
PALADÍN DEL ESTADO PALESTINO…
En el deterioro de las relaciones también influye, hasta ahora, el que el presidente del Gobierno español se haya erigido últimamente en la Unión Europea como el principal promotor del reconocimiento del Estado palestino, y advertido varias veces que, si no se hace dentro de la Política Común europea, España podría seguir un camino independiente.
España está convencida de que la creación de un Estado palestino “independiente, soberano, democrático y viable” es un elemento clave en la solución del conflicto con Israel, una postura con la que discrepan Netanyahu y otros muchos líderes israelíes y que, si bien no es nueva, se ha intensificado después de la matanza de Hamás y a raíz de las reacciones de apoyo dentro de la Autoridad Palestina. Para Israel, no hay realmente con quién negociar nada y, menos aún, si como han dicho portavoces en Ramala, pretenden dejar a Hamás dentro de la vida política palestina.
También rechina en Israel el paquete de ayuda de 25 millones de euros que ha aprobado el Gobierno español para apoyar las labores humanitarias en Gaza, en este caso porque sumas importantes van destinadas a organizaciones internacionales como la UNRWA, que no ha condenado la masacre del 7-O y a su juicio ha colaborado, directa o indirectamente, en ocultar toda la actividad militarista de Hamás durante una década y media.
Y finalmente, sin ser un asunto determinante, también proyecta su sombra sobre las relaciones bilaterales la titubeante participación de buques españoles en la protección del sur del Mar Rojo, donde el régimen hutí pro-iraní ha puesto en jaque el comercio internacional por esa vía que conduce al Canal de Suez. España dijo en un principio que participaría en esos esfuerzos, pero en reuniones internas ha bloqueado de facto la participación de la UE. El presidente estadounidense Joe Biden habló el viernes con Sánchez para oficialmente “felicitarle” por su nuevo gobierno, según la Moncloa, pero en la conversación también hablaron probablemente de la coalición que EE.UU. está tratando de armar para defender esa vía marítima, una prioridad para Biden si quiere evitar una posible respuesta militar de Israel que amenace la estabilidad regional.
CONVERSACIÓN ENTRE MINISTROS
La crisis diplomática entre España e Israel no tiene precedentes desde 1986, cuando ambos países establecieron relaciones diplomáticas después de 40 años de desencuentros políticos, pero por ahora no afecta a otros sectores de las relaciones y el comercio bilateral el año pasado ha marcado récords con más de 3.000 millones de euros.
Hace unos días, pese a todas las desavenencias, Sánchez afirmó en el Congreso de los Diputados que lo «inteligente» no es romper relaciones con Israel, sino mantener el diálogo para preparar el futuro y poder seguir apostando por la solución de “los dos Estados”. Lo hizo en un debate en respuesta a un requerimiento de su exministra Ione Belarra, de Podemos, el partido más anti-ísraelí dentro del arco político que apoya la coalición de gobierno.
Para frenar la crisis, Albares habló con su colega israelí “unos días después” de que convocara a la embajadora a Jerusalén, dijeron fuentes diplomáticas, que aseguraron que las relaciones no están interrumpidas y, ni mucho menos, tampoco el diálogo oficial: “Todo el tiempo hablamos (del asunto) con funcionarios (de Exteriores) en Madrid”.
“Todos están interesados en que regrese (la embajadora)», pero ello depende en este momento de la “decisión política” de Israel, aseguraron al mostrar su esperanza de que ocurra “a principios de enero”.
El ministro de Exteriores de España, José Manuel Albares, con la embajadora israelí Rodica Radian Gordon, en un encuentro en octubre en el Centro Sefarad Israel, antes de agravarse la crisis diplomática (Crédito: Casa Sefarad-Israel)