Sin duda, la clásica pregunta de nuestras abuelas solo podrá ser contestada en el tiempo, y estará absolutamente vinculada al éxito o fracaso del nuevo gobierno argentino.
Argentina es un país que nunca pasa inadvertido en el concierto de las naciones, y que se torna incomprensible para propios y extraños. Un país que en los inicios del siglo XX contaba con el PBI más importante del mundo, en la octava superficie más grande del planeta y con recursos naturales casi ilimitados.
Milei es desde lo fenomenológico el Boric argentino, el emergente de un mundo nuevo, incierto, incómodo y en crisis. Esperemos le vaya mejor que a su colega izquierdista trasandino.
Mucho talento argentino ha sabido llevar en los últimos 90 años al país del tango y las milongas, la extraordinaria carne, fútbol, cafés, librerías y teatros, a una realidad de permanente crisis económica. Hoy, como tantas veces, al borde del barranco, con más de un 220% de inflación anual, un 45% de la población viviendo bajo la línea de pobreza, un 15% en la indigencia y donde 6 de cada 10 niños son pobres y no concluyen en tiempo y forma sus estudios escolares. En este contexto Javier Milei, un economista outsider hasta hace un par de años de la política, irrumpe como panelista televisivo canalizando el hartazgo y frustración de la población con “la casta”, que no ha podido, sabido o querido hacer de la Argentina, un país normal. Marcos Aguinis, escribió hace más de una década, el atroz encanto de ser argentino, un libro que describe maravillosamente algunas de las maravillas y patologías en un país para y de psicólogos.
Javier Milei es mirado en el mundo como un personaje atípico, extraño, excéntrico, disruptivo. A su particular look rockero, cabellera generosa y posturas libertarias se le agrega un amor por el judaísmo e Israel que ha explicitado en toda ocasión posible y que lo ha llevado a afirmar que cuando deje la presidencia le gustaría vivir en Jerusalem para estudiar y profundizar en las fuentes judías en alguna Yeshivá, sin descartar incluso convertirse al judaísmo. Se imaginarán lo que esto produce entre judíos y no judíos.
Verlo en el Ohel del Rebe, compartiendo una Havdaláh con amigos de la comunidad, encendiendo la Janukía gigante de la ciudad de Buenos Aires o obsequiándole una a Zelenski durante su visita por la asunción han pasado a ser hechos tan normales como durante su campaña agitar la bandera de Israel o abrir el acto de cierre con el sonido del Shofar.
He tenido la oportunidad de entrevistar a Milei en dos oportunidades y ahondar sobre cómo surge ese genuino interés por lo judío. Como alguien que se siente orgulloso de nuestra identidad y la difunde, comprendo absolutamente que haya encontrado en los textos de la Torah, la lectura semanal de Parashat Hashavúa, la parshanut, la dialéctica talmúdica con sus preguntas y respuestas, la coexistencia y complementariedad sin culpa entre la razón y la mística, esa riqueza e inspiración. El judaísmo es una contracultura y Milei encaja en ella.
Se podría ahondar en los aspectos psíquicos del nuevo presidente de los argentinos. El haber sido como el judío, muchas veces un sapo de otro pozo, discriminado e incluso maltratado. Encontrar en Moshé el líder libertario por excelencia y en los relatos del Tanaj identificación, inspiración y contención no es difícil, más si te lleva de la mano un rabino ortodoxo, que se transforma en un buen maestro y amigo, como es el caso del Rabino Shimón Axel Wahnish, que en mérito a ello ha sido designado Embajador en Israel. Que lo judío produce fascinación, entre los no judíos, y muchas veces mucho más que entre los judíos, no es nuevo.
Vale destacar que también ha designado a dos prominentes empresarios judíos como embajadores no de carrera en Estados Unidos y Francia.
En alguna oportunidad o conferencia podré ahondar sobre mis impresiones del porqué en personajes políticamente incorrectos y para muchos repulsivos, como los judíos, como Trump, Bolsonaro, Jhonson y Milei, entre otros, se da esta atracción por el judaísmo ortodoxo.
Lo expuesto no pasa desapercibido. Los judíos siempre preocupados y con razón, por si esto puede ser bueno o malo para los judíos, si tal vez puede potenciar el antisemitismo, que en realidad no necesita excusas, pero que ahora encuentra en la cercanía de Milei, una nueva ventana de oportunidad. A esta altura, en lo personal, prefiero amigos que enemigos. Amigos que comprendan y se identifiquen con la civilización judía, su zaga e historia, que vean en Israel un faro de luz para las naciones y que defiendan su derecho a existir con su capital histórica y política, Jerusalem, denunciando sin tapujos ni temor, la barbarie de sus enemigos.
Claro, lo expuesto produce temor en un país con una larga historia de antisemitismo y dos atentados terroristas. Nadie con experiencia y sensatez piensa que el amor sea indoloro.
Los temores son comprensibles y la respuesta de si será bueno o malo para los judíos como siempre no dependerá de los judíos. Sí depende, y debería ser materia de prudencia, que la dirigencia comunitaria, los diversos rabinos y empresarios, fueran dignos y cuidadosos de no abusar de las convicciones y cercanía del presidente.
Milei exalta la gesta Macabea sabiéndose una contracultura minoritaria guiada e inspirada en las “fuerzas del cielo”.
En las últimas horas ha surgido la información, que el presidente de los argentinos, estaría viajando del 5 al 9 de febrero a Israel, previo a su audiencia con el Papa Francisco, para manifestar su apoyo al Estado Judío en su lucha contra el Hamás, recorrer las zonas golpeadas del sur del país, encontrarse con familiares de los rehenes y víctimas argentinas, sostener reuniones con el Primer Ministro Netanyahu y el Presidente Isaac Herzog, rezar en el Kotel y recibir múltiples bendiciones de rabinos y el agradecimiento de la sociedad israelí, tan necesitada de amigos en estos tiempos de dolor y guerra.
El nuevo presidente siempre resalta y pregunta, ¿cuál es la diferencia entre un loco y un genio? y responde categóricamente, ¡¡el éxito!!
Esperemos por el bien de la Argentina y sus ciudadanos, entre los cuales nos encontramos los judíos que se corone con el ansiado éxito para un país con una profunda e histórica crisis. No es una tarea para nada simple, requerirá mucha, mucha, ayuda del cielo, incluso las plegarias del Papa argentino al que ha denostado por su ideología en varias oportunidades, y al que ahora le irá a pedir ayuda celestial y terrenal reiterándole la invitación para que visite su país natal y traiga un mensaje apostólico de esperanza y unidad.
¿Será bueno o malo para los judíos? El tiempo lo dirá.
Miguel Steuermann, Director General de Radio Jai, fundador de la Confraternidad Judeo-Musulmana, Embajador de la paz de la Coalición Humanitaria Internacional.
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