El bombardeo de Wadi Saluki por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) es el último episodio del enfrentamiento controlado pero intenso que tiene lugar actualmente en la frontera norte.
Por Jonathan Spyer
Esta semana, aviones y artillería israelíes llevaron a cabo lo que los medios libaneses describieron como el “bombardeo más denso de un solo lugar” en el sur del Líbano desde el comienzo de la actual ronda de hostilidades entre Jerusalén y el movimiento libanés Hezbollah el 8 de octubre de 2023.
Los objetivos estaban situados en la zona de Wadi Saluki, bien conocida por los israelíes como el lugar de una sangrienta batalla en los últimos días de la guerra de 2006.
El bombardeo de Wadi Saluki es el último episodio del enfrentamiento controlado pero intenso que se está produciendo actualmente en la frontera norte.
Civiles afectados en la frontera
La mayoría de los civiles han abandonado la zona a ambos lados de la frontera. Aproximadamente 860.000 israelíes han abandonado las comunidades fronterizas. Los que se han quedado corren el peligro de ser atacados por células de Hezbollah que emplean misiles guiados antitanque.
El 14 de enero, Mira y Barak Ayalon fueron asesinados en la aldea norteña de Kfar Yuval, por medio de un misil guiado antitanque (ATGM, por sus siglas en inglés) que Hezbollah disparó contra su casa. También lanzó misiles contra Misgav Am, Avivim, Yiron, Zarit y Shomera, a lo largo de la semana.
Los ataques deliberados contra civiles por parte de Hezbollah son contrarios a todas las leyes de la guerra; sin embargo, se pueden encontrar pocas referencias o condenas al respecto en los medios de comunicación internacionales o por parte de los líderes occidentales. En el lado libanés de la frontera, unas 100.000 personas también han abandonado sus hogares tras los combates. Hezbollah ha ocupado muchas de las casas desiertas.
La frontera norte es hoy una zona activa de combate. Unos 170 combatientes de Hezbollah han sido abatidos desde el 8 de octubre, junto con 19 miembros de otros grupos terroristas. También han muerto 19 civiles, incluidos tres periodistas. Israel ha perdido nueve soldados y seis civiles.
El enviado presidencial estadounidense, Amos Hochstein, visitó Israel y el Líbano la semana pasada, en un intento de encontrar una solución diplomática al actual impasse. Su visita parece haber dado pocos resultados. Desde el principio, la Administración estadounidense ha estado decidida a impedir que se desencadene una guerra total en el frente Israel-Líbano.
Sin embargo, parece haber poco margen para una diplomacia exitosa. Los enviados de Estados Unidos y Francia están a favor de un proceso de negociación que concluiría con la salida de las fuerzas de Hezbollah de la zona fronteriza hacia el lado norte del río Litani, según informes de los medios regionales.
Desde el punto de vista israelí, el problema es que los procesos diplomáticos generalmente requieren concesiones de ambas partes. Sin embargo, la violación sistemática de la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU proviene únicamente del lado libanés/Hezbollah.
La postura de Israel concuerda con las disposiciones de la resolución. Hezbollah, por el contrario, comenzó a reconstruir su presencia a lo largo de la frontera inmediatamente después del alto el fuego que puso fin a la guerra de 2006, y ha mantenido e incrementado su despliegue allí hasta hoy. Esto contraviene directamente la Resolución 1701, que exige que permanezca al norte del Litani.
Los informes de los medios sugieren que Hochstein está tratando de desbloquear la situación diplomática persuadiendo a las partes para que inicien negociaciones sobre la demarcación de la frontera terrestre, incluida la resolución de 13 puntos de disputa. Estas áreas en disputa incluyen a Ghajjar y el área del Monte Dov/Granjas Shebaa.
Desde el punto de vista israelí, parece que se está pidiendo a Jerusalén que discuta concesiones territoriales como recompensa por la violación unilateral de la Resolución 1701 por parte de Hezbollah. Hochstein parece haber hecho pocos avances en su reciente visita.
Es difícil imaginar que el actual Gobierno israelí acepte negociaciones en este sentido. Se sabe que el ministro de Defensa, Yoav Gallant, adopta una línea dura e intransigente con respecto a la presencia de milicias proxies iraníes en el Líbano y Siria.
Según informes israelíes, estaba a favor de un ataque preventivo contra Hezbollah en el Líbano tras los ataques de Hamás del 7 de octubre.
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, bloqueó esto, de acuerdo con los deseos estadounidenses y quizás por sus propios instintos más cautelosos con respecto al empleo de la fuerza militar convencional. Pero de aquí a las concesiones unilaterales, que Hezbollah consideraría un logro importante, el camino sigue estando fuera de alcance.
Es difícil imaginar que el actual Gobierno israelí acepte negociaciones en este sentido. Se sabe que el ministro de Defensa, Yoav Gallant, adopta una línea dura e intransigente con respecto a la presencia de milicias proxies iraníes en el Líbano y Siria.
Por lo tanto, la diplomacia está bloqueada. Mientras tanto, los habitantes de las comunidades del norte siguen sin estar dispuestos a regresar a sus hogares a menos que se resuelva la cuestión relativa a la presencia de Hezbollah. Es fácil entender por qué. El disparo de misiles antitanque de esta semana demuestra una vez más el absoluto desprecio de la organización por las vidas de los civiles israelíes.
En comunidades como (ahora desiertas) el Kibbutz Rosh Hanikra y el Moshav Shtula, los habitantes viven en áreas literalmente adyacentes a la frontera y a menudo veían a los combatientes de Hezbollah a pocos metros de sus hogares. La perspectiva de un ataque como el del 7 de octubre, pero a una mayor escala, es muy real.
Israel ha dejado claro que si los esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos y Francia no dan frutos, Jerusalén no esperará indefinidamente antes de tomar sus propias medidas para garantizar que los habitantes del norte puedan regresar a sus hogares.
Mientras estaba en marcha la maniobra de cuatro divisiones en Gaza, era difícil imaginar que Israel abriera un segundo frente. Pero ahora que la maniobra terrestre en el norte de Gaza está prácticamente completada, con la salida de la 36.ª División Blindada de la Franja de Gaza esta semana, esta perspectiva se ha vuelto más factible.
Mientras tanto, los enfrentamientos diarios continúan.
Desde el punto de vista de Israel, en términos estrictamente militares, la situación actual no es desfavorable. Las FDI (y presumiblemente también Hezbollah) han notado las dificultades tácticas que enfrenta la organización islamista chiíta y la incómoda situación en la que se ha colocado por su decisión de entrar en la contienda en apoyo a sus aliados en Gaza.
Los 170 combatientes que ha perdido Hezbollah son un número grande. La cifra aumenta cada semana. Hezbollah admite, en comparación, haber perdido sólo 250 de sus hombres en la guerra con Israel en 2006. En los enfrentamientos tácticos, el movimiento parece tener poca respuesta a la superior inteligencia israelí y al uso de drones y misiles para atacar a sus células cerca de la frontera.
La experiencia de combate reciente de los combatientes de Hezbollah era luchar contra milicias islamistas suníes mal armadas y mal entrenadas en Siria. Ahora se enfrenta a un enemigo muy diferente. Por ahora, al menos, parece tener poca respuesta a la superioridad táctica de Israel, aparte de seguir atacando a los civiles que quedan en las aldeas fronterizas.
Más allá de la frontera, Israel ha abandonado en gran medida las «reglas de enfrentamiento» tácitas que surgieron en el período posterior a 2006. Razi Mousavi, el comandante de la Guardia Revolucionaria iraní abatido el 25 de diciembre en el área de Sayida Zeinab al sur de Damasco, ha sido el oficial de mayor rango del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) iraní abatido desde la eliminación del comandante de la Fuerza Quds, Qassem Soleimani, por parte de Estados Unidos en 2020.
Las eliminaciones de los altos oficiales de Hezbollah, Wissam al Tawil y Ali Hussein Burji, se sucedieron en rápida sucesión. La eliminación del alto oficial de Hamas Saleh al Arouri en Beirut demostró la incapacidad de Hezbollah para garantizar la seguridad de sus huéspedes palestinos, incluso en su corazón interior.
Los observadores de los acontecimientos en Siria informan de ataques en curso en ese país de una intensidad sin precedentes, todos dirigidos contra camiones de carga, infraestructura e individuos involucrados en el proceso mediante el cual Irán suministra armamento a sus milicias proxies.
Es interesante observar que los canales árabes asociados a Hezbollah – Al Manar, al Mayadeen y al Akhbar- guardan casi silencio sobre los combates en el norte, mientras dan una cobertura saturada a los eventos en Gaza y mucha atención a los acontecimientos en el Mar Rojo e Irak. Evidentemente, Hezbollah ve poco que celebrar en la incómoda realidad actual en la que no puede ni escalar ni bajar, incluso cuando sus fuerzas continúan absorbiendo bajas.
La situación en la frontera sigue sin resolverse, y las perspectivas de una escalada son muy reales, en caso de que continúe el impasse diplomático. Es probable que la acción preventiva israelí se produzca sólo después de que la situación en el sur de Gaza pase a una contrainsurgencia de menor intensidad contra los restantes focos de resistencia de Hamás.
Mientras tanto, sin embargo, la ventaja táctica en el norte parece estar del lado de Israel, ya que el apoderado [proxy] libanés del IRGC se encuentra en una posición desguarnecida, sin que actualmente le sea posible avanzar o retroceder.
Fuente: The Jerusalem Post