Por Stéphane Cohen y Orna Mizrahi
El vacío en el sistema político del Líbano continúa, bajo la sombra de crecientes temores de que se deteriore hasta convertirse en una guerra a gran escala contra Israel.
Hasta ahora, a más de un año después del fin del mandato de Michel Aoun (en octubre de 2022), todos los esfuerzos de la elite política para alcanzar un consenso sobre el nuevo presidente han fracasado.
El «Grupo de los Cinco» (Francia, Arabia Saudita, Estados Unidos, Qatar y Egipto) continúa presionando para que se avance en la elección de un presidente, que también pueda representar al Líbano en posibles negociaciones con Israel para poner fin a los combates en el norte.
En ausencia de un presidente, el presidente del Parlamento libanés, Nabih Berri, y el primer ministro del gobierno de transición, Najib Mikati, están aprovechando el vacío político e intentando cumplir con los deberes del presidente, aunque algunos en el Líbano consideran que esto es una medida ilegal.
En la práctica, mientras no haya presidente -que por ley debe ser elegido dentro de la comunidad cristiana-, los intereses de los cristianos maronitas quedan de lado en el proceso de toma de decisiones, así como en las negociaciones que el mediador estadounidense, Amos. Hochstein, está intentando avanzar con Israel.
Esta frustración la expresan algunos de los líderes de la comunidad, por ejemplo, el patriarca maronita Bechara al Rahi, quien en sus sermones semanales enfatiza repetidamente la necesidad de actuar para elegir un presidente.
Afirma que el Parlamento no tiene mandato para promulgar leyes en ausencia del presidente, y que el gobierno de transición sólo puede ocuparse de cuestiones inmediatas y no de cuestiones estratégicas.
Los líderes cristianos que se oponen a Hezbollah son aún más conspicuos.
Así, Samir Geagea (partido Fuerzas Libanesas) y Samy Gemayel (partido Kataeb) acusan al gobierno de transición de rendirse ante Hezbollah, que ha convertido el país en un campo de batalla en la guerra contra Israel y al mismo tiempo trastorna las elecciones presidenciales.
Por otro lado, hay quienes apoyan a Berri y Mikati y creen que el Líbano no debe quedarse al margen en este momento difícil y que debe aprovechar cada oportunidad para evitar una guerra a gran escala y resolver las disputas relativas a los «intereses nacionales» y la frontera terrestre con Israel, incluso en ausencia de un presidente.
Desde el punto de vista de Israel, es importante dejar en claro a las partes internacionales -encabezadas por Estados Unidos y Francia- que están tratando de promover el cese de las hostilidades entre Israel y Hezbollah, que los intentos de Hezbollah de aprovechar la oportunidad y entrelazar la cuestión presidencial del acuerdo con Israel debe rechazarse de plano.
Aceptar la elección de Suleiman Frangieh, candidato de Hezbollah a la presidencia, en el marco del acuerdo podría ser una tragedia eterna, ya que fortalecerá el estatus político de Hezbollah en el Líbano y su influencia en los procesos de toma de decisiones.
Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies