Las declaraciones del presidente de Brasil contra Israel, conmovieron como era esperar al pueblo judío en todo el mundo. Fueron de una vehemencia y carga de desprecio hacia el Estado, a su legitima derecho de defensa y de agravio a la memoria de la Shoá que merecieron no solo la condena política del gobierno israelí sino la declaración de persona non grata. Una respuesta justa, fuerte y necesaria a la medida del agravio.
De la misma manera no pasaron desaparecidas para la prensa en general y mucho menos en nuestro país que dio amplia cobertura durante varios días.
Las organizaciones y particulares no dudaron ni tardaron en expresarse condenando y rechazando las afirmaciones del presidente Lula.
Aquí en nuestro país, el Museo del Holocausto, la Organización Sionista Argentina, la Bnai Brith Argentina y el Centro Simón Wiesenthal por nombrar solo algunas hicieron escuchar su voz.
La gran ausente, una vez más, fue la DAIA, quien justamente debió, haciendo valer su rol por delegación de las instituciones, de representación política de la comunidad, ser la primera en hacerlo. Pero falló nuevamente y tarde solo atinó a decir que adhería a lo expresado por la CONIB, la Confederación Israelita I de Brasil.
Una vez más, como lo hemos visto a lo largo de los últimos años, y en especial desde el 7/10 las actuaciones de la actual conducción de la DAIA, lejos esta de honrar la misión institucional. Los silencios, las ausencias, las repeticiones en las acciones, falta de programas innovadores y la debilidad en las palabras solo han logrado enflaquecerla y alejarla de la gente. Una verdadera pena con un alto costo para la comunidad.
En noviembre concluye este mandato. Habrá elecciones. Los dirigentes tendrán la responsabilidad de elegir nuevas autoridades, pero antes de ello no pueden ya, eludir la obligación de replantearse seriamente que institución política se quiere y necesita. Ya son muchos años de una decadencia que nadie niega y de la que se habla en todo pasillo comunitario que se recorra, que se reconoce en cada lugar.
El silencio de la DAIA de hoy, su falta de firmeza para expresarse en el contexto en que vivimos, y en una Argentina en la cual Lula y su pensamiento tiene gran cantidad de seguidores, es más que preocupante.
Me permito formular esta crítica porque soy, (y siempre seré) un férreo defensor de la necesidad de la DAIA, no solo para la comunidad, sino para la Argentina toda, obviamente para Israel y la defensa del judaísmo en todo el mundo.
Ojalá, quienes decidan en noviembre lo hagan pensando en proyectos, en la capacidad de los que podrán ideales y ejecutarlos y no en acuerdos que7 complazcan amistades o intereses personales. Los tiempos presentes y por venir no dan más lugar a improvisaciones. Am Israel Jai.
Claudio Avruj
Ex Secretario de Derechos Humanos de la Nación, ex director ejecutivo de DAIA y presidente honorario del museo del Holocausto.