El gobierno de Milei tiene un motor místico- Andrés Malamud

El prestigioso politólogo argentino que reside en Portugal, Andrés Malamud, brindó su mirada sobre este gobierno a 73 días de su asunción.

Señaló que el de Javier Milei es un gobierno diferente a lo que conocimos por dos razones: La primera, es que tiene un motor místico; la segunda es que está en híper minoría. Explica que “motor místico” significa que no es el típico gobierno transaccional que da para recibir; piensa que hay una verdad revelada, que hay “fuerzas del cielo” y que, por lo tanto, los que no se alinean con esas fuerzas están con las otras, con las del maligno. Entonces, es un gobierno que se legitima religiosamente más que políticamente; no por lo que entrega, sino por lo que es.

Remarcó que en una República hay división de poderes y que ellos son necesarios para gobernar, pero que el presidente Milei parece creer que como él representa la fuerza del cielo, y que cuando los demás poderes no están de acuerdo con él, lo que hacen es representar la fuerza del infierno, y por lo tanto no negocia.

El tema es si se puede gobernar sin leyes, se pregunta el analista, porque entonces no iría a tener problemas para hacer lo que él pretende, salvo que lo pare la calle, y ahí interviene el elemento de la religiosidad, del misticismo que él parece haber impregnado en sus seguidores, una fuerza basada en la fe.

“Hay una diferencia entre la religión y la política. A la política uno le pide soluciones, y a la fe lo que le pide es consuelo. Si Dios te quita o te da, vos no dejas de creer en Dios. Si el político te quita o no te da, vos votás a otro”, explicó.

Considera que Milei trata de legitimarse religiosamente porque políticamente no tiene soluciones en el corto plazo, pero que la cuestión es si el combustible religioso le va a alcanzar hasta que llegue la capacidad de satisfacer a sus votantes, más allá del simbolismo.

Subraya Malamud que no se puede gobernar, reformar estructuralmente sin leyes, pero que en el gobierno dicen que se puede bajar la inflación y la inseguridad. Por lo tanto, señala el politólogo, que su argumento es que el rechazo al proyecto de ley va a demorar el progreso argentino de 20 a 40 años, y que mientras tanto, las dos demandas más importantes que tiene la gente, que es bajar la inflación y la inseguridad, ellos las pueden conseguir sin reforma legislativa.

También se valen de otros trucos, indica Malamud, por ejemplo, con el tema de la dolarización. La Constitución exige el peso y como ya lo señalaron los jueces y lo dictaminó la Corte, dolarizar es inconstitucional, pero qué pasaría si el gobierno dejara de emitir, y simplemente ya no hubiera más pesos. La gente tendría que apelar a lo que pudiera, como cambiar los dólares que se consiguen en el mercado, que ya no sería negro porque el gobierno habrá despenalizado la transacción en cualquier otra moneda. Así que el gobierno, explica Malamud, tiene formas de conseguir objetivos, al menos los básicos, que son la inflación la inseguridad y la dolarización, sin cambiar las leyes.

Mientras, hay casi un 60 por ciento de pobres y un gran porcentaje en la indigencia en la Argentina, un escenario que puede llegar a provocar, tal como algunos ya lo han diagnosticado, un estallido social. Malamud explica que no hay una respuesta científica para eso, que todos los politólogos se preguntan dese hace décadas, cuánta pobreza resiste la democracia, y que la respuesta es que por ahora es mucha. Lo que saben es que hay disparadores, y que ellos no corresponden al aumento de la tasa de pobreza, que los disparadores en América Latina son los tarifazos, que, así como en África los estallidos sociales se provocan cuando aumenta el precio de los alimentos, en América Latina se provoca cuando aumenta el transporte público, la nafta. Opina que eso es lo que el gobierno tiene que hacer en los próximos meses; por lo tanto, la prueba de fuego va a ser esa, sobre todo en marzo cuando comiencen las clases y las familias no puedan comprar la canasta escolar y cuando el aumento de las tarifas se empiecen a sentir en el bolsillo.

Si la gente deja de deja de pagar las tarifas que fueron aumentadas, entonces el efecto del aumento no revierte sobre el que presta el servicio, y por lo tanto fracasa el objetivo, no se consiguen financiar los servicios públicos.

Acerca del frente interno que tiene el gobierno, de las internas en el PRO, y si este está acompañando al gobierno, el politólogo sostiene que sí, y que, a corto plazo si cambia algo es para peor, porque sumados la Libertad Avanza y el PRO en las dos Cámaras no llegan al tercio en ninguna.

Se refiere al 33 por ciento, al tercio, porque es lo que permite evitar una insistencia legislativa, que se daría, por ejemplo, si el Congreso, donde el presidente es minoritario, pasa una ley que el presidente veta. Si el Congreso insiste con dos tercios, la ley entra en vigor contra la voluntad presidencial. Y además, lo que esto puede generar es celos en los dos bloques que son fundamentales para aprobar las leyes y que se van a sentir entenados, hijos de segunda categoría, porque si el PRO y la Libertad Avanza forman parte del bloque de gobierno, cuál sería el papel del radicalismo y de Pichetto. Considera que la apuesta podría darse a mediano plazo, a ganar juntos las elecciones legislativas, pero ahí tampoco dan los cálculos porque les conviene ir separados para sacar más votos.

Sobre lo que ocurre con los radicales, sostuvo que “están desconcertados”, que “están en un no lugar” porque en Argentina la ancha avenida del medio es un estrecho callejón sin salida, y que, en este momento hay dos polos nada más: el gobierno y Cristina Kirchner que son los que sientan posición. Cristina tiene una posición institucional que es la gobernación de la provincia de Buenos Aires, y todo el resto está navegando en ningún lugar; y que, si tratan de quedarse en el medio de esos dos polos, se van a ahogar. Considera que la alternativa es crear un tercer polo, un tercer vértice de un triángulo que en este momento no existe porque la política Argentina es bidimensional, y que los radicales deben construir tridimensionalidad, que la política Argentina no sea una línea con dos extremos, sino un triángulo con tres vértices y colocarse en uno de ellos, que no sea el del medio, que sea el de arriba, algo complicado a realizar.

Sobre la posibilidad de un juicio político al presidente Milei, lo que muchos ya han planteado, Malamud explicó que es una alternativa que está en la Constitución, en caso de necesidad, pero que no le parece un objetivo positivo para la república, y tampoco cree que, en este momento haya actores relevantes que lo estén motorizando. Dijo que hay sectores que lo contemplan como posibilidad constitucional (y lo bien que hacen), pero que, lo que no corresponde es empujar al presidente y hacerlo caer, y que sí hay que es estar listo para defender la Constitución. Explica que el juicio político está hecho para cuando los presidentes se transforman en activos tóxicos, en un representante no legítimo, y que, por ahora Milei es ese representante legítimo que tiene que convivir con el Congreso que es otro representante legítimo, que él no reconoce y al que llama “nido de ratas”, ese Congreso que fue elegido por los mismos votantes que lo votaron a él.

Acerca de su diagnóstico sobre el futuro de este gobierno, el analista señaló que, si nos basamos en el manual, lo más probable es que el gobierno de Milei termine mal, porque todos los gobiernos en Argentina terminan mal, y el de él tiene características que son todavía más complicadas que los demás, como la magnitud de la crisis, el pequeño tamaño de su contingente legislativo, su situación minoritaria. Sin embargo, reconoce Malamud que el manual nos decía que Milei no podía ser presidente porque los presidentes vienen de partidos políticos y tienen apoyo territorial gobernadores y él ganó sin partido político y sin gobernadores: Así que, si una vez rompió el manual, uno tiene que estar flexible y preparado para que lo rompa nuevamente. “No es lo más probable, pero no es imposible porque era muy improbable que él fuera presidente y ahí está en la Casa Rosada”, subrayó.

Respecto de cuánto puede incidir el contexto global y la visión del mundo acerca de Milei, en particular para los Estados Unidos que se ha transformado desde el punto de vista geopolítico en un aliado casi el único en la región, Malamud opinó que sí, que es fundamental pero no Estados Unidos sino Donald Trump, y que, si Trump hubiera ganado la reelección hoy el presidente de Brasil sería Bolsonaro porque su golpe habría triunfado, golpe que no triunfó (toda la información salió en los diarios la semana pasada) porque Estados Unidos aceptó el resultado de las elecciones, y les dijo a los militares brasileños que no iban a apoyar un golpe, y entonces tenemos democracia en Brasil gracias a Biden.

Remarcó el analista que la apuesta de Milei es que gana Trump en noviembre en Estados Unidos y asume el 15 de enero, y que así, es altamente probable que si Milei llega bien al año que viene, tenga un presidente amigo en los Estados Unidos, un presidente que intentó él mismo dar un golpe a su país, que hubiera apoyado un golpe en otro país, Brasil y que por lo tanto está de acuerdo con los presidentes que se consideran “iluminados” y no están contentos con el resultado electoral. “No estoy diciendo que Milei plantee un golpe estoy diciendo que Trump en Estados Unidos sería mucho más amable y mucho más alentador para que Milei haga lo que quiera hacer”, aclaró.

Reveló que Estados Unidos no tiene intereses económicos relevantes en América Latina, que le molesta que inmigremos y le preocupa que le mandemos droga, no somos una región geopolíticamente relevante para ellos; que nos van a nos van a ayudar en lo que puedan, van a habilitar los préstamos del Fondo Monetario, (de hecho ya recibimos el mayor fondo de la historia del FMI), no mucho más que eso.

 

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