El complejo de jardines de infancia de Elarara funciona, como muchas instituciones educativas de la zona, con electricidad proporcionada por un generador.
Así lo afirmó Gil Yasur, CEO de la organización sin fines de lucro Shamsuna, una coalición de activistas ambientales judíos y beduinos que intentan reemplazar los generadores con alternativas de energía limpia. El diésel es problemático no solo para el medio ambiente, también tiene efectos negativos en la salud de los humanos.
Esa es la preocupación en torno un jardín de infantes al que acuden 140 niños de aldeas beduinas del Néguev, por el que Adam Teva V’Din, una organización de defensa ambiental, elevó un recurso ante la Corte Suprema en el que denuncia que los niños juegan cerca de un ruidoso generador diésel.
Algunas fuentes locales afirman que, la cercanía de los niños a estos generadores diésel empeora o crea patologías asmáticas. Los hospitales de la zona reciben constantemente a niños con problemas respiratorios.
Al tratarse de aldeas no reconocidas, la mayoría de los habitantes suelen usar paneles solares no conectados a la red para la iluminación.
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