Hace dos semanas, con el título, “Crónica de una elección anunciada”, se abordó el sistema electoral ruso, con maquillaje democrático, con los llamados “opositores funcionales” y con la eliminación o desaprobación legal de los verdaderos opositores, y en ese marco, el resultado de los recientes comicios, era cantado, el presidente Vladimir Putin fue reelegido con más del 87% de votos hasta el 2030, ahora también, recordemos la primer columna del 2024, en la que señaló que este, es un año que en más de 70 países se celebrarán elecciones, en su mayoría presidenciales, pero en algunos casos, las hay sólo parlamentarias, como ha sido el caso de la República Islámica de Irán, a principio de este mes de marzo.
Como todos sabemos, en febrero de 1979, fue derrocado el Sha Mohammad Reza Pahlevi por la revolución iraní liderada por el Ayatollah Rudollah Khomeini, instaurándose un régimen teocrático islamista radical chiita, la actual República Islámica de Irán, cuya cabeza es el Líder Supremo, que en el presente es el ayatollah Alí Khamenei, pero además, su Constitución contempla también los siguientes estamentos, un Poder Ejecutivo, un Poder Legislativo, un Poder Judicial y un órgano muy importante, el Consejo de Experto o Maylise e Joobregán.
El Ejecutivo, está a cargo de un presidente o jefe de Estado, en la actualidad Ebrahim Raisi, de 63 años, jurisconsulto y político, del partido Sociedad del Clero Combatiente, un movimiento conservador y ortodoxo, quien asumió la presidencia en junio del 2021, con la aprobación del Líder Supremo, por 4 años, con posibilidad de una reelección.
El Legislativo o Asamblea Consultiva Islámica o Maylis, es un parlamento unicameral de 270 diputados, de los cuales la Constitución prevé 15 escaños para mujeres y 5 para las minorías religiosas, sus miembros son elegidos cada 4 años, la última elección en el 2020, de ahí los comicios del pasado 1 de marzo, y al igual que el presidente, son electos por sufragio universal y secreto.
El Judicial, está constituido por un Consejo Supremo de Justicia, conformado por 5 miembros, el Jefe de Justicia, el Procurador Gral. y 3 jueces jurisconsultos que velan por la estricta aplicación de la Ley Islámica o Sharia, y jueces menores.
Ahora bien, se adelantó que existe un cuarto órgano importante, el Consejo de Expertos, constituido por 88 miembros, todos jurisconsultos en Ley Islámica, que se renuevan cada 8 años y son quienes nombran al Líder Supremo, son elegidos de una lista de candidatos filtrada por el Ejecutivo, con voto público y directo, elección que se dio también el pasado 1 de marzo, y su actual presidente es Ahmad Yanti, y sus integrantes del Consejo, tienen un promedio de edad de 60 años.
Un dato no menor, es que el sufragio en Irán, para las elecciones presidenciales y parlamentarias, es universal, secreto y voluntario, y a partir de aquí, iniciamos nuestro análisis del panorama actual de la teocracia iraní, donde pese a la tardanza en dar los resultados del acto eleccionario, y más allá que los medios oficiales señalaban que la concurrencia de votantes llegó al 40% del padrón, la realidad sería que apenas superó el 20%, y esto se podría tomar como un mensaje al régimen teocrático, y como apoyo a Narges Mohammadi, premio Nobel de la Paz, que se halla encarcelada y que exhortó a la abstención de votar, como expresión de protesta y boicot, lo que se dio incluso, en la propia Teherán.
Tampoco hay que olvidar, que estas han sido las primeras elecciones, que han seguido a las protestas masivas que se vienen dando desde la muerte de la joven kurda Mahsa Amini, el 16 de septiembre del 2022, quien falleció en circunstancias en que fue aprehendida por la “Policía de la Moral”, por no llevar su hiyab, de acuerdo a las normativas exigidas por el régimen. Este trágico episodio dio lugar a la formación de un movimiento contestatario, “Mujer-Vida-Libertad”, y en las masivas protestas que se dieron, causaron la muerte de varios centenares de manifestantes y más de 20.000 fueron a las cárceles iraníes, pero también, entre las fuerzas policiales y los “Basij”, un grupo paramilitar del régimen, hubo varias decenas de bajas, producto de una violencia que evidencia la oposición al status quo, sin embargo, el gobierno tomó la medida no oficial, de retirar de la escena pública a la Policía de la Moral, una sección especial, que vela por que se cumplan las estrictas normas de vestimenta que exige la Sharia.
Estas manifestaciones, principalmente protagonizadas por mujeres y niñas, en contra de la obligatoriedad del uso del hiyab, son expresiones de la disidencia al régimen, pero fueron de carácter espontaneo, no hubo detrás una estructura orgánica, en particular de sectores políticos opositores, aunque cuenta con el apoyo de grupos de la oposición iraní en el exilio, como Los Muyadines del Pueblo de Irán, brazo militar del Consejo Nacional de Resistencia de Irán, liderado por la opositora Maryan Rajavi, el Frente Nacional de Irán liderado por Karim Sanjabi, el Partido Constitucionalista Liberal Demócrata de Irán, y ONGs alineadas a la defensa de los derechos de las mujeres, donde se destaca la figura de la feminista Masih Alinejad, que busca por un lado, que Occidente aísle totalmente a la República Islámica, y además trabaja para unir a la oposición, y también se suman las denuncias de Amnesty International y grupos del colectivo LGTB.
Pero dentro del propio Irán, hay un grupo separatista árabe, ubicado en la región occidental de la provincia de Juzestán o Ahwaz, en idioma árabe, es el Movimiento de Liberación Nacional de Ahwaz, que tiene como objetivo establecer un Estado independiente, y que ha sido calificado por Teherán como organización terrorista.
Todo esto, marca sin lugar a dudas, las respuestas a la teocracia iraní, por su política represiva, la violencia y la discriminación de mujeres, minorías étnicas, religiosas y de género, sumado a las desapariciones forzadas, torturas y ejecuciones sistemáticas de opositores.
Por eso es evidente, que el alto grado de abstención a los comicios del pasado 1 de marzo, es una expresión del descontento de gran parte de la población iraní, en particular en el interior del país persa, pero que realmente no adquiere un peso político, por no contar con una oposición organizada, y esto se ve reflejado en que la mayoría en el parlamento quedó en manos de la línea dura, es decir, los seguidores de Raisi, mientras que sólo 18 escaños fueron para los reformistas y 38 para los independientes.
Ahora, analicemos el resultado de las elecciones, en ese importante órgano que es el Consejo de Expertos, que reitero, sus integrantes son quienes eligen al Líder Supremo, que en la actualidad adquiere relevancia, debido al estado de saludo de Alí Khamenei, de 85 años y con un cáncer de próstata en fase terminal, pues no hay que olvidar, que en la estructura político-religiosa de Irán, es la cabeza del Estado y autoridad máxima, por lo tanto, la elección de los integrantes del Consejo es importante para definir al sucesor de Khamenei, quien lleva en el poder desde 1989, algo que no tiene comparación en la historia del país persa, solo comparable con el reinado de Nassereddine Sha, entre 1848 y 1896, y a diferencia de su antecesor y fundador de la actual teocracia, el ayatollah Khomeini, Khamenei hizo que la llamada Oficina del Líder Supremo, se convierta en un ente burocrático y más oscuro, que el Kremlin de la época soviética, y el que se encuentra a cargo de su hijo Moytaba Khamenei, quien no goza de popularidad, y esto supone un cambio en la forma de gobernar, con respecto a la primera etapa del régimen, pues las decisiones que se tomen en esa Oficina, que cuenta con la presencia de la Guardia Revolucionaria, seguramente influirá en la elección del sucesor del Líder Supremo.
El deceso de Ali Khamenei, será posible y probablemente un punto de inflexión en la política de Irán, donde se da una lucha de poder, entre la Oficina del Líder y el Consejo de Expertos, pero siempre en búsqueda de mantener un gobierno teocrático, muy alejado de los anhelos de la mayoría del pueblo iraní, un régimen que se opone a cualquier tipo de reforma o apertura, y un ejemplo de esto, es que el ex presidente, Hassan Rohani, considerado un “moderado”, miembro del parlamento durante cinco legislaturas y que fuera asesor de Seguridad Nacional por casi 16 años, o quién fuera presidente del Maisly, Ali Lariyani, fueran descalificados para las elecciones de renovación del Consejo de Expertos, y quién se afirma como posible sucesor de Khamenei, es el actual titular del Ejecutivo, Ebrahim Raisi, que representa la línea dura y más ortodoxa.
Todo lo reseñado, explica el descenso del caudal de votantes, en el 2020 apenas alcanzó el 43% y en el 2021, para las presidenciales llegó al 48%, y si nos guiamos de la cifra oficial de las celebradas recientemente, llega al 40%, y es una muestra que el pueblo iraní, no ve en los comicios un mecanismo para lograr los cambios reclamados, pues siempre que se aspiró a un cambio en el sistema, el llamado “Estado Profundo”, ha desechado toda reforma, entonces cabe preguntarse, ¿Qué sentido tiene celebrar elecciones?, simplemente para vestir de cierto grado de legitimidad a la dirigencia política, instrumentada a través de un pseudo procedimiento democrático, y en cuanto a la elección del sucesor de Líder Supremo, el Consejo de Expertos y la Oficina del Líder, se aseguran que el sistema no sufra cambios, eliminando a cualquiera que pueda ser cuestionador del régimen.
Finalizando la columna de hoy, mis conclusiones son, primero, las elecciones del pasado 1 de marzo en Irán, son una clara expresión de comicios amañados, propios de una teocracia como lo de una autocracia como los celebrados en Rusia el fin de semana, segundo, el bajo caudal de votantes es una muestra del malestar de gran parte de la población iraní, un reflejo de dos realidades opuestas y paralelas, una es la de la dirigencia política, religiosa y militar y otra la del ciudadano común que sufre los avatares de una economía afectada por las sanciones impuestas por Occidente, en particular en una clase media integrada por profesionales, comerciantes y estudiantes, motor de las protestas y agentes del cambio, mientras por el contrario, las sanciones de cierta manera han beneficiado a las elites mencionadas que gozan de privilegios y de los beneficios del contrabando y del mercado negro, reafirmando sus vínculos con las autocracias de Rusia y China, ésta en particular, el primer importador del petróleo iraní, y esto ubica al Irán actual como hace 15 años atrás en términos socio-económicos, lo cual surge la pregunta, ¿las sanciones han logrado lo objetivos estratégicos buscados?, evidentemente no, y además el régimen de Teherán está cada vez más cerca de obtener capacidad militar nuclear, que sólo se ha podido retrasar a través de ciberataques o por la eliminación de científicos destacados de su programa nuclear, y tercero, la cuestión sucesoria del Líder Supremo, habida cuenta el vacío de poder que dejará la muerte de Ali Khamenei, tendrá seguramente consecuencias importantes para un sistema tan dependiente del rol del Líder Supremo, tal como en las sociedades tribales más antiguas, donde el Chamán era quien detentaba el poder en su rol de líder espiritual, y es por este análisis de las elecciones en la teocrática República Islámica de Irán, que la frase elegida es de Sir Winston Churchill, quién dijo, “la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el Hombre, pero no hay uno mejor.”.
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