Por Eldad Shavit Pnina Sharvit Baruch, Tammy Caner y Chuck Freilich
Por primera vez desde que comenzó la guerra, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó una resolución exigiendo un alto el fuego inmediato en Gaza durante el resto del Ramadán.
La resolución también pide la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes israelíes, así como el respeto de los derechos de los prisioneros y la eliminación de las restricciones a la ayuda humanitaria.
La resolución fue aprobada con el apoyo de 14 países, mientras que Estados Unidos se abstuvo.
Vale la pena señalar que la decisión no se tomó bajo el Capítulo Siete de la Carta de la ONU, sino que ha sido formulada como una demanda vinculante y no como un llamado.
Sin embargo, del lenguaje de la decisión no queda claro si las demandas de un alto el fuego temporal y la liberación de los rehenes están relacionadas entre sí.
La Administración estadounidense aclaró inmediatamente que la resolución «no es vinculante» y no debe verse como un cambio en la posición estadounidense.
Según la Administración, la resolución vincula indirectamente el alto el fuego con la liberación de los rehenes, aunque esto no se indica explícitamente en la resolución.
La decisión de la Administración de abstenerse en la votación y permitir que se apruebe la resolución está motivada por el deseo de garantizar que el Consejo de Seguridad siga siendo un organismo relevante.
Además, la resolución también puede verse como parte del esfuerzo más amplio de los estadounidenses para facilitar un acuerdo sobre los rehenes que conduzca a un alto el fuego que dure varias semanas, durante las cuales Estados Unidos pueda avanzar en su agenda para el «día después» de la guerra.
Además, esta decisión pretende enviar un mensaje a Israel de que su desprecio por las reservas de Estados Unidos tiene un costo.
Si bien acusar a Israel de violar la resolución no conducirá automáticamente a sanciones estadounidenses, sí requeriría otra resolución, que Estados Unidos probablemente vete.
Sin embargo, es probable que tales acusaciones se utilicen en campañas legales y políticas, incluidos procedimientos judiciales en todo el mundo y en esfuerzos por ejercer presión sobre los gobiernos para que se abstengan de apoyar a Israel en su guerra y tomen medidas contra Israel.
El continuo choque público entre los dirigentes israelíes y estadounidenses, incluida la interpretación estricta del primer ministro Netanyahu de la resolución como contraria a la posición estadounidense (y a los intereses de Israel) y la decisión de cancelar, al menos por el momento, la visita prevista de la delegación israelí a Washington—perjudica la capacidad de los dos países para llevar a cabo una discusión en una atmósfera adecuada y práctica.
La Administración Biden subrayó que estaba «sorprendida y decepcionada» por la decisión de cancelar la visita de la delegación, mientras que su portavoz afirmó que la decisión se debía a consideraciones políticas internas israelíes.
Sin embargo, el principal conflicto entre los dos países no gira en torno a la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU; más bien, gira en torno a la intención de Israel de llevar a cabo una operación militar en Rafah.
La Administración Biden se opone firmemente a una operación militar de amplia escala y la vicepresidenta Kamala Harris ha dejado claro en múltiples conversaciones que tal operación sería un gran error.
Cuando se le preguntó sobre la posibilidad de que Israel pueda enfrentar consecuencias por parte de Estados Unidos, Harris afirmó que no se descarta nada.
La Administración había planeado presentar a Israel medidas alternativas para lograr sus objetivos contra Hamás sin tener que recurrir a una operación militar a gran escala.
Los portavoces estadounidenses afirman ahora que Netanyahu estaba buscando una excusa para evitar enviar la delegación.
Esta cuestión probablemente será discutida durante la visita del ministro de Defensa Gallant a Washington, que no fue cancelada.
Los últimos acontecimientos sugieren que Washington está cada vez más impaciente con el comportamiento de Israel.
La ruptura de la posibilidad de un acuerdo sobre los rehenes y la acción independiente de Israel en Rafah, sin coordinación con la Administración Biden, podría resultar un punto de inflexión en la relación entre Estados Unidos e Israel.
Puede llevar a la Administración a adoptar formas significativas de presión contra Israel, tanto política como militarmente, que vayan más allá de la decisión actual de abstenerse en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies
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