“Y si un hombre provoca un daño en su prójimo, tal como hizo así se le impondrá a él: rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente; así como habrá infligido un daño en su prójimo, así se le impondrá a él”.
Levítico 24: 19-20
El hombre debe responder.
Por sus actos, sea en este mundo y /o en el mundo venidero. La Torá se ocupa y enseña, que todo daño debe ser reparado o por lo menos compensado, aunque sea en forma de monetaria.
Cuando pensamos en la famosa Ley del Talión de ojo por ojo y diente por diente, no debemos dejar de mencionar el código de leyes del Rey Hammurabi (Rey Babilonio 1792-1750 A.C), que presenta uno de los primeros códigos de leyes conocidos.
La ley del Talión, sea en forma de daño físico o pecuniaria, se basa en que el castigo sea similar al crimen cometido. Una especie de justicia retributiva que, no obstante, nuestros comentaristas aclaran que según la cosmovisión judía, se refiere y se trata de una compensación económica.
La codicia y sus efectos.
Aún, dentro de nuestro campo comunitario interno, hay personas que, motorizadas por una ambición desmedida, cometen toda clase de atropellos, y transgreden ampliamente la ley divina en lo que se refiere a todos los preceptos que tienen que ver con el hombre y su prójimo.
Estos errores y horrores lamentablemente se pueden ver tanto en nuestras comunidades de la diáspora como en el propio Estado de Israel.
El que fabricó el mundo y la criatura más asombrosa, pero a la vez más compleja, y en ocasiones retorcida, también se vio en la necesidad de entregar un código de leyes para lidiar con todos estos entuertos y problemas que generamos los humanos.
El voraz e insaciable apetito de querer tomar lo ajeno, sea el dinero, sus bienes, la mujer de nuestro prójimo o cualquier otra pertenencia, esto debe ser advertido y castigado según cierta proporcionalidad.
Los unos con los otros.
Como siempre, la Torá en este capítulo o Parashat “Emor” que significa “decir” logra combinar leyes sacerdotales y ciertos detalles en superficie de “naturaleza técnica”, con estos mandamientos que advierten del cuidado en las relaciones de toda persona con su prójimo.
Daños y perjuicios. Final.
Para los legos (no especialistas), aquí ingresamos en un laberinto de definiciones del punto de vista jurídico. Podríamos escoger que daño implica: “implica un efecto causado en alguien que le hace estar peor”, y existen diversos tipos, incluido el moral cuando se afecta la autoestima, el estado físico, el sentimiento, la honorabilidad y la reputación de cierta persona.
Mientras que perjuicio es un daño material, físico, y/o moral que debería ser resarcido (tiene que ver con indemnizar, compensar o reparar un daño).
Conclusión: En nuestra comunidad criolla, y lamentablemente hoy no los puedo citar con nombres y apellidos, podemos apreciar grupos o instituciones, que se han degenerado en su accionar, rindiendo culto al señor dinero. Ingresamos en un campo minado, donde el daño provocado en otros integrantes del kahal (público) es inmenso, gratuito y en ocasiones irreversible.
No son todos, pero si algunos.
Luego del 7-10, los judíos debemos ser muy cuidadosos, ya que, y esto corre por cuenta de quien lo escribe, podríamos ubicar problemas internos y enfrentamientos entre hermanos que han facilitado el cruel ataque o que D’os nos soltara la mano como se dice en criollo.
También aquí en Buenos Aires, hemos tenido otra especie de 7-10, con dos terribles atentados explosivos, la caída de los bancos judíos, y el asesinato del Fiscal Nisman.
También aquí en tierras criollas, y en especial en el área porteña, hay que limpiar el terreno comunitario de muchas malezas, yuyos y espinas. Debemos encontrar una alternativa kosher que depure el ámbito comunitario, de aquellos oportunistas y avivados, que incluso disfrazados con apariencia religiosa, su falta de empatía por el prójimo y cegados por la ambición del billete color verde, destruyen individuos, casas, familias, lastimando a grandes y a niños. Con una impiedad que no tiene nada que envidiar a los crueles terroristas del Hamás.
La Parashá nos advierte. Dentro del huerto de las manzanas Sagradas, hay algunas que están podridas, y hay que limpiar el cajón para poder salvar, y que no se pudra el resto.
Entiendo la dificultad de la misión, como dice el refrán: “no hay peor astilla que la del mismo palo”.
Shavua Tov.
Dr. Natalio Daitch