El Museo Judío de Viena, un pedazo de la historia de Austria

Pese al empeño de los nazis por borrar el pasado hebreo de Europa, mediante el exterminio de millones de judíos y la destrucción de su patrimonio material y cultural, este pequeño museo nos retrotrae a esa Viena infame y genial que un día también fue judía, aunque algunos lo desconocen e ignoran.
por Ricardo Angoso

En Viena el pasado siempre se palpa porque toda la ciudad está impregnada de una larga, dilatada y prolija historia que se proyecta en su variada arquitectura y rica fisonomía urbana. Así lo atestiguan sus palacios, casas señoriales, edificios públicos impresionantes, cuarteles inexpugnables, grandes y espectaculares hoteles, bellas cervecerías y cafeterías, exquisitas pastelerías, limpias y ordenadas calles que se despliegan con orden y sentido y todo un sinfín de construcciones que avalan su pasado imperial y deslumbran al visitante.

No ocurre lo mismo con el pasado judío porque la historia de los judíos de Viena se divide entre antes del año 1938 y después, una vez que la Alemania nazi se ha anexionado Austria y Hitler entra triunfante, el 12 de marzo de ese año, en la capital austriaca. A partir de ese momento, los sucesos más terribles se precipitan como una cascada y comienza el periodo más siniestro de la historia de Austria.

En la tristemente conocida como la noche de los cristales rotos, o Kristallnacht por su nombre en alemán, del 9 al 10 de noviembre de 1938, un total de 42 sinagogas de Viena fueron destruidas por la población austríaca, ante la inacción deliberada de las autoridades nazis, que fomentaron las agresiones contra los judíos. Unos meses antes, fruto de una suerte de delirio colectivo que llevó a los vieneses a extasiarse ante Hitler, ya los austriacos pertrechados de porras y palos habían obligado a miles de judíos a limpiar las calles de Viena con sus cepillos de dientes o escobas caseras. El 23 de marzo de 1938, el corresponsal del New York Times en Viena escribía: “En las primeras dos semanas, los nacionalsocialistas han conseguido aquí someter a los judíos a un trato de mayor dureza de lo que habría sido posible en Alemania en el curso de varios años”.

Pese a todo, y como ha ido ocurriendo en otros países de Europa, la ciudad de Viena ha querido reconciliarse con su pasado judío y abrir una puerta a la historia de un legado que ya solamente permanece en la memoria de algunos y en las escasas imágenes que nos ilustran de aquello que fue una de las grandes capitales judías de Europa Central y del Este. 

El Museo Judío de Viena abrió sus puertas en 1988 como entidad privada bajo la dirección del director de orquesta Christian Cap y como fruto de una iniciativa municipal. Más tarde, esta institución fue reabierta tras una remodelación en 1993 y quedó definitivamente emplazada en un edificio que existe desde la Edad Media. Su actual estilo neoclásico fue obra, en 1823, del banquero judío Bernhard von Eskeles, quien además le otorgó el nombre del cofundador del Banco Nacional de Austria. En el siglo XIX, los artistas e intelectuales entraban y salían de ese lugar. El museo documenta la historia del pueblo judío en Viena, que no siempre vio paz, tal como hemos explicado antes. 

Este Museo, situado en la calle Dorotheergasse, realmente está dividido en dos emplazamientos que se complementan porque ambos son muy distintos. Mientras que en este que estamos reseñando podremos observar una historia y objetos de la época más reciente de la ciudad, en el situado en la plaza de Judenplatz nos encontramos como un lugar único para el recuerdo: al reunir el monumento conmemorativo de Rachel Whiteread en memoria a las víctimas del Holocausto en Austria y, por otra parte, las excavaciones de la sinagoga medieval. También este lugar tiene una interesante sección dedicada al judaísmo de la Edad Media. Pasado medieval y el presente más negro conviven en este lugar. 

LA COLECCIÓN DE MAX BERGER Y SU ESPOSA

Sin duda, esta colección de Max Berger, impresionante y muy rica en todos los aspectos, es una parte fundamental del Museo Judío de Viena. Max Berger nació en Gorlice, Polonia, en 1924 y llegó a Viena como desplazado después de la Segunda Guerra Mundial. Como único superviviente de su familia, tuvo que reconstruir su vida desde cero. Se casó con Trude Berger y se convirtió en un exitoso hombre de negocios como cofundador de la empresa Cirobe, que fabricaba muebles de época. En memoria de los familiares asesinados, recopiló Judaica. Al principio fue uno de los pocos coleccionistas de objetos ceremoniales judíos, principalmente procedentes de Austria-Hungría. Durante mucho tiempo formaron parte del centro de su apartamento en Schottenring 35, donde recibía repetidamente a celebridades internacionales del mundo de la cultura y la política. 

En 1984 y 1987, su colección se presentó en exposiciones en St. Pölten y en el Museo de Viena, lo que llevó al reconocimiento de su valor e importancia. Después de su muerte, los fondos fueron adquiridos para el recién fundado Museo Judío de la ciudad de Viena. Los aproximadamente 10.000 objetos dan testimonio impresionante de la vida judía en la monarquía del Danubio. Cuando su viuda Trude Berger murió, en 2010, legó numerosos objetos adicionales al museo, que pasaron a formar parte de la colección como el “Legado de Trude Berger”.

Para concluir, hay que reseñar que la vida judía de Viena se evaporó para siempre tras el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, y en 1951 apenas quedaban viviendo en todo el país unos 9.000 judíos. Se estima que entre 60.000 y 70.000 judíos austriacos fueron asesinados durante el Holocausto y que algo más de 130.000 pudieron huir entre 1938 y enero de 1941, año en que comenzaron las primeras deportaciones hacia los campos de la muerte. Dos de los más grandes y conocidos exiliados vieneses fueron el científico Sigmund Freud y el escritor Stefan Zweig. Freud, consumido por el dolor, moriría en el exilio norteamericano, aunque sin conocer la trágica noticia de que cuatro de sus hermanas habían fallecido en los campos de la muerte; y Zweig, presa de una terrible desesperanza y sin fuerzas para vivir, se acabaría suicidando junto con su esposa, en 1942, en la ciudad brasileña de Petrópolis. La Viena de ayer, tal como la habría relatado en uno de sus grandes libros bajo este título, Zweig desapareció para siempre y apenas nos quedan estos leves rastros en este gran museo que merece la pena visitar y conocer.

Dirección del Museo Judío de Viena: 
Dorotheergasse 11, Viena, Austria, 1010

Algunas fotos del Museo en un vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=TUpdiQ5UA-4

Fuentes usadas y consultadas:

Cityseeker:
https://cityseeker.com/es/vienna/84995-museo-judio-de-viena

Páginas oficiales del Turismo de Viena:
https://www.wien.info/es/ver-y-experimentar/descubrir-viena/viena-judia/el-museo-judio-349308

Wikipedia:
https://es.wikipedia.org/wiki/Museo_Judio_de_Viena

Album fotográfico del Yad Vashem de la destrucción de la Viena judía:
https://www.yadvashem.org/es/stories-from-our-collections/vienna-photo-album.html