La violencia vista desde la Haftará de esta semana

Por el Rab. Yerahmiel Barylka

La Haftará de Parashat Behaalotjá que es también la de Shabat Janucá, comienza con el discurso de Zejaria-Zacarías animando al pueblo de Yehudá a reconstruir el Templo destruido en el año 586 a.e.c.

Muchas de las naciones que rodeaban a Yehudá se oponían a la reconstrucción.

Yehoshúa el cohen gadol, está vestido con harapos sucios, y el ángel de Dios le da ropas nuevas y limpias y le dice: “Mira, he quitado de ti tu culpa y te vestirás con ropas sacerdotales” (3:4). El ángel le dice que mientras siga los caminos de Dios y realice fielmente la obra de Dios en el Templo, entonces Dios le permitirá el acceso a los ángeles.

Dios pone una piedra de siete lados delante de Yehoshúa y le explica que será grabada, y que cuando esté grabada se eliminará la culpa de Yehudá. El día en que esté grabada, Dios explica que “os invitaréis mutuamente a la sombra de vides e higueras” (3:10). Esto hace referencia a una visión del profeta Miqueas (Mi 4:4) de un mundo sin guerras. Como que fue elegida para ser leída en nuestros días.

Su final es una clase magistral contra la violencia.

¿DÓNDE RESIDE LA VIOLENCIA?

No es novedad que la violencia yace latente en el corazón del carácter humano y que pese a los esfuerzos que se hacen es difícil evitar que salga a la superficie.

De todas maneras, sería muy difícil, si no imposible, explicar la oleada de pensadores, entre ellos destacados periodistas que defienden, disimulan o justifican los asesinatos que se cometen contra Israel.

Si usáramos una lente de 360 grados, y viéramos al mundo en su totalidad, no sería difícil sentir la celebración de la violencia en el mito y el folclore de muchos países. Y de allí a su aplicación a la vida diaria.

La violencia conlleva una fascinación hipnótica. No es una cualidad particular limitada a algunas naciones.  Pero en los medios de comunicación se aplican, para tratarla, criterios que no son lógicos.

No es secreto, que más allá de Rusia y Ucrania, existen otros conflictos armados en el mundo que merecen atención.

Etiopía lleva más de un año en guerra, con 900,000 personas afectadas. Yemen está envuelto en una guerra de ocho años con más de 200,000 muertos. Myanmar, se sumió en el caos en 2021, cuando un golpe militar derrocó al Gobierno democráticamente elegido y desencadenó protestas civiles generalizadas que acabaron transformándose en una resistencia armada.  En Mali, nación situada en la turbulenta región africana del Sahel, las tensiones se intensificaron a lo largo de 2023 y ahora amenazan con estallar en una guerra civil a gran escala.

En 2022, el primer ministro pakistaní cayó en desgracia con los líderes militantes de Pakistán. Tras su detención se produjeron violentas manifestaciones en todo el país, una muestra de ira contra los militares que antes era impensable. Estos problemas de seguridad se han visto agravados por una economía en dificultades y por los costes derivados de las devastadoras inundaciones de 2022.  Afganistán, aunque ya no es tan publicitado, sigue siendo un conflicto relevante.

Una tasa de criminalidad considerablemente alta es probablemente la razón por la que Rusia es uno de los países más peligrosos del mundo. Este país está marcado por el narcotráfico, el blanqueo de dinero, la trata de personas, la extorsión, el fraude e incluso el asesinato por encargo. Muchas bandas criminales se dedican a la corrupción, al mercado negro, el terrorismo y el secuestro.

Pocos países tienen las cifras de incumplimiento de derechos humanos como Corea del Norte. La población estrictamente controlada por el estado y todos los aspectos de la vida cotidiana de su población están subordinados a la planificación del régimen. Hay severas restricciones en la libertad de su pueblo, donde predomina la detención arbitraria, la tortura y otros malos tratos que acaban en muerte y ejecuciones.

Si bien la mayoría de los conflictos entre fuerzas estatales y/o rebeldes a nivel mundial se encuentran en África, Medio Oriente y Asia, este tipo de violencia también está presente en países latinoamericanos.

En 2023, se registraron en Colombia 54 eventos que fueron clasificados como enfrentamientos armados entre fuerzas militares y grupos rebeldes en su territorio Venezuela, México, Brasil, Perú y Guatemala, siguen en la lista que encabeza Colombia.

A pesar de que todos ellos no responden a un mismo modelo político y social, podemos encontrar en sus sistemas jurídicos de los países árabes rasgos comunes que les diferencian de los sistemas jurídicos de países occidentales y explican su posición en relación con los derechos humanos.

La influencia del islam, la existencias de diferentes corrientes jurídicas en sus Derechos internos, así como la instrumentalización política que del mismo se hace y el marcado carácter dualista de los ordenamientos jurídicos explican, entre otras cosas, el relativismo de estos Estados a la hora de conceptualizar los derechos humanos en las sociedades árabes, en muchas ocasiones divergentes de la concepción universal.

Hasta aquí la enumeración no taxativa que uso como ejemplo.

¿Cuánta atención logra esa situación?

LA VIOLENCIA NO ES UN FENÓMENO JUDÍO.

Curiosamente, no hay una sola palabra hebrea que traduzca adecuadamente la palabra “violencia”. La más parecida es Hamás, que tiene un significado más estrecho y más amplio que “violencia”. Que toda la idea de la violencia es antijudía lo atestigua la Haftará de este Shabat, tomada del libro de Zejaria-Zacarías, que concluye con una triunfante nota espiritual:  “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho el Señor de los ejércitos”. En este pasaje, se nos enseña que la victoria no se obtiene por medio de nuestras propias fuerzas o habilidades humanas, sino a través del poder y la guía celestial. Es un recordatorio poderoso de nuestra posición.

Esta idea se traslada a la tipología judía tradicional. El judío está representado por Yaakov, a quien la Biblia describe como un yoshev ohalim, literalmente, un habitante de la tienda, pero que en la tradición judía se convierte en el estudiante eterno. Al mismo tiempo, Esav es un cazador, hombre de la sed de sangre, aquel a quien su padre reconoció como un hombre de violencia cuando le dijo: veal jarbejá tijié, “y por tu espada vivirás”. Del mismo modo que Esav, el padre de las naciones occidentales, es un hombre de pillaje y batalla, Ismael, el padre de los árabes, es un hombre de una insensibilidad brutal. La Torá lo describe como peré adam, un hombre salvaje, Su mano será contra todos, Y la mano de todos contra él.

Este mismo Yaakov, padre del pueblo judío, mientras bendecía a sus otros hijos antes de su muerte, condenaba expresamente a dos de sus hijos que se habían entregado a la violencia. Refiriéndose a Shimeón y Leví, el anciano patriarca dijo: “Shimeón y Leví son una pareja”, en la cual los instrumentos de la violencia son su morada (o, su parentesco). La última palabra del hebreo es desconcertante y en absoluto segura. Los rabinos, sin embargo, interpretan la palabra de una manera que arroja luz sobre todo el tema de hamás o violencia. Según esta interpretación, Yaakov dijo, en relación con las armas que Simeón y Leví utilizaron para destruir Siquem-Shjem: guezulim hem beyedjem, fueron robadas por los hermanos, no les pertenecían.

¿Para quién son más apropiadas las armas de muerte? – para Esav, que vendió su primogenitura.

Cuando un judío toma las armas, se entrega que le es ajeno y se apropia de lo que es más acorde con el carácter de un Esav, que pertenece a otra cultura.

PESE A SU OPOSICIÓN A LA VIOLENCIA, EL JUDAÍSMO NO PREDICA EL PACIFISMO

A pesar de ello, no sería correcto decir que el judaísmo suscribe el pacifismo. No se va al otro extremo. Por eso la ley judía otorga a los tribunales el derecho a imponer mitat bet din,  pena capital- Por eso la Halajá enseña que habá lehorguejá hashkem vehorgó” se puede matar en defensa propia.

LA GUERRA JUSTA

El judaísmo conoce la miljemet mitzvá, una “guerra justa”, que se puede librar tanto en defensa propia como por mandato divino. En la historia bíblica hay incluso asesinos políticos a los que apreciamos, como Yael, que acabó con Sísara, el enemigo de Israel.

EN QUÉ CASOS ACEPTAR LA VIOLENCIA

El judaísmo reconoce que en una sociedad imperfecta a veces debemos emplear la violencia contra el criminal y el enemigo para evitar que mate a inocentes. La cuestión de cuándo aceptar y cuándo condenar la violencia es, por tanto, sensible y delicada.

Fue el mismo Yaakov quien, según la tradición, se enfrentó a este mismo dilema. De Yaakov leemos, mientras se preparaba para el enfrentamiento con Esav, que “tuvo mucho miedo y se angustió”.

¿Por qué la repetición, de “miedo” como de “angustia”? Los rabinos dicen: Yaakov tuvo miedo de que lo mataran, y se angustió porque temió que debería matar a Esav.

Ninguna de estas alternativas le atraía demasiado. No emplear la violencia significaba posiblemente someterse a la muerte; usar la violencia iba en contra de toda su naturaleza y de todos sus ideales.

Por un lado, el pacifismo conduce al afianzamiento de una tiranía permanente. Por otro lado, aprobar la violencia significa abrazar el asesinato y la corrupción como hechos aceptados del orden social. De ahí que el judaísmo sólo pueda aprobar la violencia en la forma más restringida. Por eso, aunque legisló mitat bet din, redujo al mínimo la pena capital. Así, R. Akiva y R. Tarfón declararon que, si hubieran sido miembros del Sanedrín, nunca habrían ejecutado a un hombre. Aunque la Halajá no está de acuerdo con ellos, nos dice sin embargo que un tribunal que dictaba sentencia de muerte una vez cada siete años (según otros, una vez cada setenta años) era conocido como un tribunal tiránico o sangriento. Así también, aunque el judaísmo reconocía la guerra justa, sólo la permitía en caso de legítima defensa; de lo contrario, el rey debía recibir el consentimiento de todo el Sanedrín. Además, el ideal profético, toda la visión judía de la sociedad perfecta, era una en la que prevalecería la paz universal. Esto era algo más que una proyección hacia el futuro; también afectaba a la práctica contemporánea.

Curiosamente, la Halajá declara que, en condiciones habituales, está prohibido cargar algún objeto en Shabat. Sin embargo, esta prohibición no abarca los ornamentos o joyas. Pero esta dispensa excluye un tipo de ornamentación que está prohibida en Shabat: la que tiene forma de espada o lanza, pues el séptimo día es ante todo un día de paz, y la guerra viola todo su espíritu del Shabat.

El Shabat es un tiempo en el que anticipamos el ideal profético de la era mesiánica, y debemos proscribir todos los símbolos de violencia en tal día.

EL JUDAÍSMO DESCONFÍA DE LOS JUSTICIEROS

La violencia, es cierto, debe usarse a veces para frenar o castigar la violencia — pero sólo con el máximo cuidado. El Midrash nos dice que después de que Caín asesinara a Abel, el primer caso de violencia humana, los pájaros y las bestias se reunieron alrededor de Caín en una especie de tribunal y clamaron venganza. Pero entonces el Todopoderoso se dio cuenta de que en este Sanedrín zoológico también aparecía la serpiente – y entonces Dios les negó su deseo, y declaró que quien matara a Caín sería castigado él mismo. ¿Por qué? Porque, contemplando a la serpiente, Dios se dio cuenta de que no le preocupaba la sangre de Abel que se derramaba, sino la de Caín que no se derramaba. Estaba disfrazando su sed de sangre como una llamada apasionada a la justicia (R. Abraham Jen, en su obra “Bemaljut Hayahadut”). De modo que el judaísmo requiere un sentido del equilibrio, y cuando la violencia es inevitable debe estar legalmente restringida y contenida, y debe ser empleada sólo por personas responsables, decentes y morales. Por eso el rabino Norman Lamm traduce ese versículo de nuestra Haftará, en el sentido de que la fuerza y el poder por sí mismos son impropios y que sólo cuando se utilizan en el espíritu del Señor de los Ejércitos pueden resultar aceptables para el judío. (Compárese la interpretación del Gaón de Vilna del versículo de Proverbios, “Sheker hajen vehevel hayofi, ishá yirat haShem hi tithalal“. Esto no significa que el encanto sea siempre engañoso y la belleza siempre falsa, sino que estas cualidades son censurables sólo en una mujer que no es piadosa; pero si una mujer teme al Señor, entonces debe ser alabada también por su encanto y su belleza.

Debido a que la violencia siempre conlleva el peligro de propagarse, los miembros del Sanedrín, los únicos facultados para dictar la pena de muerte, tenían que ser personas de una estatura moral intachable, e incluso entonces la sentencia de muerte sólo podía dictarse cuando el Sanedrín se reunía en el propio Templo, para conmover con la gravedad de su decisión.

LA LEY DE LA SHEJITÁ

La ley judía de nuestros días también revela el mismo sesgo. El Shojet o matarife ritual, que está facultado por la Ley para derramar sangre, aunque no sea más que sangre animal, debe ser un hombre temeroso de Dios. De hecho, el código de la ley judía impone mayores requisitos de piedad al shojet que a un rabino.

LA PALABRA SANGRE APARECE EN PLURAL

Según la Mishná en Sanedrín, la palabra “sangre” en hebreo puede ser singular (dam) o plural (damim). Cuando Dios acusó a Caín del asesinato de Abel, le dijo “kol demei ajija” la voz de la sangre de tu hermano clama a Mí desde la tierra”. ¿Por qué el plural? La Mishná responde que, con su acto de violencia, Caín había derramado tanto la sangre de su hermano como la de incontables generaciones que podrían haber brotado de Abel. En el mismo sentido, podemos entender la afirmación de los Sabios de que “quien derrama sangre, disminuye la Imagen”, desmerece a Dios a Cuya imagen fue creado el hombre. Aquí también notamos el plural, damim. ¿Por qué? Porque la violencia implica derramar la sangre de la víctima y, por así decirlo, derramar la sangre de Aquel a Cuya imagen fue creado el hombre.

LA LIBERTAD DE PRENSA CUANDO INCITA A LA VIOLENCIA

Por lo tanto, si seguimos consintiendo la sutil incitación a la violencia en los medios de comunicación, seremos responsables no sólo de las víctimas, sino que también destruiremos el alma de nuestro país y menoscabaremos su imagen.

Hemos permitido el asesinato y el caos en la televisión, en nuestra literatura y en nuestras películas. Nuestros críticos literarios han demostrado ser irresponsables; han identificado el sadismo con el realismo, y el realismo con el arte, haciendo de la violencia una estética. Hemos tomado la crueldad caótica de la jungla y la hemos transformado en brutalidad ordenada, debidamente programada y proyectada sistemáticamente en canales determinados — y luego recompensamos a los autores con Oscares y Pulitzeres.

NO HAY CASUALIDADES… PERO, HAY COINCIDENCIAS

Es interesante recordar que Hamás en árabe significa‎, ‘entusiasmo’ o ‘fervor’, y es el acrónimo de Harakat al-Muqáwama al-Islamiya, Movimiento de Resistencia Islámica. Hay algo asombroso en la elección de ese nombre para el movimiento paramilitar palestino sunita que se declara yihadista, ​ nacionalista e islamista. Su objetivo original, definido en su carta fundacional, fue el establecimiento de un Estado islámico en la región histórica de Palestina, que comprendería los actuales Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza, con capital en Jerusalén.

Hamás de hoy se une al hamás bíblico. Particularmente cuando en octubre de 2023, Hamás inició una ofensiva a gran escala en el sur de Israel. El ataque constituyó la mayor pérdida de vidas humanas en un solo día en la historia de Israel y ha sido calificado como el 11 de septiembre o el Pearl Harbour israelí, mientras que algunos expertos militares lo tildan del peor día de la historia militar israelí. Pero, la ofensiva fue una celebración de los asesinos, felices de estrangular, quemar vivos, acuchillar, violar a hombres y mujeres, y con bestial violencia atraparon a las personas que consideraron les serían útiles para lograr impunidad, llevándolos a oscuros túneles donde los siguieron torturando y quebrantando.

EL HAMÁS DE LA GENERACIÓN DEL DILUVIO

La generación del diluvio fue destruida a causa de varios pecados, y uno de ellos fue hamás, que generalmente se traduce como “violencia”. En el contexto, sin embargo, los Sabios prefirieron definir hamás de forma más restringida como guezel, robo. Así, cuando el Señor pronuncia la condena sobre esa generación diciendo: “El fin de toda carne ha llegado ante mí, porque la tierra se ha llenado de hamás“, Rashí explica que esto significa que el veredicto de destrucción universal fue emitido específicamente a causa del pecado de guezel, robo. Sin embargo, nuestros rabinos no aceptaban esto como una identidad perfecta. Vieron una fina distinción entre hamás y guezel.

El último término se refiere a robar a un hombre una propiedad que es shavé perutá, que vale al menos un penique, mientras que el término hamás se refiere a tomar violentamente de un hombre lo que es pajot mishavé perutá, que vale menos de un penique.

Lo que los Sabios están diciendo, en mi opinión, es que desde una perspectiva moral la violencia no es puramente una cuestión de asesinato o gran latrocinio; comienza con y consiste en el pequeño crimen, el insulto vigilado, el asesinato de un hombre por pequeños fragmentos. A los ojos de Dios y de la “Torá, hamás o violencia no es sólo una cuestión del dramático asesinato que aparece en los titulares, sino también de los mil pequeños asaltos que perpetramos cada día contra la sensibilidad de nuestros vecinos, el ego de un amigo, la tranquilidad de un compañero, la dignidad de un padre, el amor propio de un hijo, la autoestima de un colega, la igualdad de oportunidades de un competidor. Práctica y legalmente, hay una diferencia entre shavé perutá y pajot mishavé perutá; pero moral y espiritualmente no la hay.

Cada vez que no sonreímos a un ser humano, derramamos una gota de su sangre; cada vez que pronunciamos un comentario cortante y poco amable, matamos un poco a la víctima; cada vez que humillamos a otra persona, violamos la imagen que tiene de sí misma.

Un Bet Din humano sólo puede castigar por guezel por violencia de mayor proporción, la que es shavé perutá. Pero el Todopoderoso puede desesperar del hombre y pronunciar un juicio sobre el mundo incluso por hamás, incluso por pajot mishavé perutá, incluso por aquellos que matan a otro ser humano no de una vez sino en pequeños pedacitos, lentamente. En palabras de Isaías (11:9) “no harán daño ni destruirán en todo Mi monte santo”; ¿y cuándo se realizará esta visión de no violencia? – “porque la tierra estará llena del conocimiento del Señor como las aguas cubren el mar” — cuando la gente aprenda y viva la Torá, cuando en el espíritu del Señor de los Ejércitos, nos esforcemos por el conocimiento de Dios más que por la fuerza o el poder, cuando aprendamos a respetar la dignidad inviolable de las criaturas de Dios. Parafraseando al mismo profeta Isaías (60:18), “ya no se oirá violencia en tu tierra, ni desolación ni destrucción dentro de tu frontera; porque en el lugar de tus muros defensivos estará la salvación del Señor, y en el lugar de tus puertas protectoras estará la alabanza del Dios Todopoderoso.”