El miedo a la Policía de la moral dispara la venta de velos en Irán

A la vendedora de velos Mahshid le va bien. La venta de hiyabs se ha disparado en su tienda del norte de Teherán desde el regreso a las calles de la ‘Policía de la moral’ para reimponer el uso de la prenda islámica, una situación que también viven otros comercios del sector.

Numerosas mujeres miran y tocan velos, preguntan precios y varias se llevan prendas en la tienda de Mahshid situada en la plaza de Tajrish, un negocio que se hundió tras la muerte de Mahsa Amini en 2022 tras ser detenida por no llevar bien puesto el hiyab.

“Muchas mujeres dejaron de comprar y de usar el velo entonces. Las ventas se redujeron a menos de la mitad”, dice Mahshid, quien a sus 34 años lleva el cabello cubierto y vende hiyabs desde hace una década.

“Pero con el regreso de la ‘Policía de la moral’ a las calles las ventas se han recuperado”, asegura esta comerciante que vende velos desde los 1.350.000 riales (2,5 euros) y los tiene de todos los colores y estampados.

Las ventas no se han recuperado del todo y Mahshid despacha ahora un 75% de lo que vendía antes de la muerte de la joven kurda de 22 años, que provocó unas protestas sin precedentes contra la República Islámica en la que fueron asesinados 500 manifestantes por la violencia estatal.

   Desobediencia civil

Tras la muerte de Amini, muchas iraníes dejaron de usar el velo islámico como gesto de desobediencia social ante un sistema político que consideran opresivo y discriminatorio, especialmente contra las mujeres.

Para reimponer el uso del velo, las autoridades iraníes lanzaron una campaña de represión masiva con la confiscación de vehículos, penas de cárcel y hasta latigazos, denunció Amnistía Internacional.

En vano. Muchas iraníes han continuado sin cubrirse el cabello y por ello a mediados de abril las autoridades desplegaron de nuevo a la ‘Policía de la moral’ en las calles del país y desde entonces arresta a mujeres que no usan velo, prenda obligatoria en el país desde 1983.

Afshin, vendedor de velos en un centro comercial del norte de Teherán, también ha visto un repunte importante de las ventas y cree que es por el miedo a las temidas furgonetas de la Policía en las que meten a las mujeres descubiertas a veces a la fuerza.

“Las ventas han mejorado en los últimos tres meses y creo que se debe al miedo que sienten muchas mujeres por los violentos arrestos de chicas que no llevan el velo”, dice este iraní de 36 años.

Afshin vendía 50 velos en días laborales y unos 100 en jornadas festivos hasta la muerte de Amini en septiembre de 2022, tras lo cual las ventas cayeron a unas 50 piezas semanales.

“Ahora se ha recuperado un poco. No es como hace tres años, pero vendemos unos 30 velos al día”, explica.

Una de las mujeres que dejó de usar velo en 2022 y ha vuelto a cubrirse el cabello ahora es Melika, ama de casa de 39 años de Teherán.

“Yo dejé de usar el hiyab como una forma de solidaridad con las jóvenes que han pagado muy caro el hecho de quitarse el velo”, cuenta.

“Pero después de ver los arrestos violentos de chicas en las calles con la vuelta de la policía de la moral empece a utilizarlo en lugares donde sé que hay furgonetas de la policía”, continúa.

Tras dos años sin comprarse un velo, Melika adquirió uno hace unos días.

“Me hace sentir mal gastar el dinero en algo que no me gusta y que me están imponiendo a la fuerza”, afirma.

Nuevo presidente

Irán está ahora pendiente de que el presidente electo Masud Pezeshkian tome posesión del cargo a finales de mes y una de las grandes dudas es si relajará la política del velo, tal y como dejó entrever en la campaña electoral.

“No creo que lo haga, no tiene poder para ello”, dice una psicóloga recién licenciada que pone en duda que el nuevo presidente reformista traiga cambios, una opinión muy extendida entre jóvenes iraníes.

Si es así, a la vendedora de velos Mahshid le seguirá yendo bien. EFE