“Y como león se elevará…”
Libro de Números. Capítulo 23 versículo 24
Lo revelado y lo oculto.
En la Torá se combina magistralmente, una mezcla de leyes claras entendibles y diáfanas, junto a otros capítulos y versículos que no son tan comprensibles a la mente humana.
No cabe duda que hay piezas de este rompecabezas, que no sabemos exactamente donde deben ubicarse o encastrar.
Pero, hay indicios, explicaciones de los sabios judíos que aluden que al final de los tiempos, lo confuso será comprensible.
Igualmente, según la cosmovisión judía clásica, el legado del decálogo y el resto de la Torá escrita y oral, es una enseñanza de un D’os infinito y omnisapiente (que todo lo sabe) a un ser humano pequeño y finito, y limitado en su cuerpo y en su alma en acceder a secretos ocultos y profundos. Por lo tanto, se compara la relación de D’os-hombre con la relación de un padre para con su hijo.
¿Quién lo antecede (precede)?
Obvio que nadie ni nada. Y es por este camino, estos capítulos hablan de temas que. como en el caso de la “Vaca Roja”, que impresiona por su profundidad, y si bien algunos intentan ciertas explicaciones, en el fondo, aún no tenemos seguridad de cual es la respuesta correcta.
Tratando de temas de “impureza”, y los interrogantes de la causa, o la razón donde el que ayuda a purificar a otro se impurifica, donde las respuestas quedan siempre “picando”. Aunque se infiere, que alude a que cada judío tiene responsabilidad y compromiso con la suerte no solo física, sino, también en lo espiritual de su prójimo.
Pero esto, es solo arrimar la pelota al meollo del tópico.
Milagros ocultos.
El capítulo de Balak y el brujo Bilam, y toda la trama y la conspiración para dañar por medio de la boca que maldice, fracasa por la intervención divina. En esta sección, Israel es ajeno en la acción (situación totalmente pasiva), y recibe protección bajo el paraguas de la protección del Todopoderoso, alude a peligros de los cuales no sabemos y Hashem nos salva en forma directa y constante.
Final. Reflexión.
Siempre queda un resto que no nos es accesible. D’os marca la cancha y establece líneas rojas.
Para concluir, en el último capítulo o parashá de Balak, por la garganta de Bilam salen bendiciones, afirmaciones y profecías para el final de los tiempos.
Una afirmación es la que dice: “Y es que D’os no es un hombre, para arrepentirse”. Es decir, que sus decretos se cumplen indefectiblemente.
En definitiva, hay cuestiones reveladas que son para nosotros y nuestros hijos, y otras que son ocultas (aún) y que solo incumben (es Su responsabilidad) al Ser Supremo, y evidencian y nos enseñan que hay una distancia y separación entre la finitud y el Anciano de los días (alusión a la divinidad).
Shavua Tov
Dr. Natalio Daitch