El argentino que contó Ucrania desde adentro: quién ganó, quién perdió y cuándo termina la guerra

Continúa la invasión rusa a Ucrania y la pregunta por el fin del conflicto sigue abierta. Ignacio Hutin, autor de “Ucrania. Crónica desde el frente” -ahora actualizado- estuvo allí y explica si estamos en las puertas de la Tercera Guerra Mundial.

Por Belén Marinone

[”Ucrania. Crónica desde el frente” puede descargarse en BajaLibros clickeando acá]

Las guerras tienen un inicio, pero nunca un final claro”, escribe Ignacio Hutin en su libro Ucrania. Crónica desde el frente, cuya edición actualizada se puede descargar gratis en Bajalibros. La frase queda en mi cabeza. Entonces, ¿cuándo termina la guerra? ¿Hay una forma de poner punto final y seguir, como si se cerrara una puerta? Vladimir Putin ordenó a sus tropas bombardear ciudades ucranianas e iniciar una cruenta invasión que se mantiene un año después y que dejó miles de muertos.

¿Creés que tiene fin esta guerra?, le pregunto a Hutin. “No le veo salida”, contesta.

Ignacio Hutin es magíster en Relaciones Internacionales, licenciado en Periodismo, especializado en Liderazgo en Emergencias Humanitarias. También es especialista en Europa Oriental, Eurasia postsoviética y Balcanes, consejero consultivo para esta región en el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), docente y coordinador del área de investigación joven en el Centro de Estudios Estratégicos de Relaciones Internacionales y trabajó en zonas de guerra. Sabe y da sus argumentos.

Ignacio Hutin, autor de «Ucrania. Crónica desde el frente». Pasó meses investigando en Ucrania antes de la guerra. (Elena Lidl)

“La salida negociada, lo que implica que los dos cedan un poco, es muy difícil”, dice a Infobae Leamos y cuenta que ni Rusia ni Ucrania van a ceder territorio y que la vía diplomática está completamente cerrada.

A consecuencia de la invasión rusa a Ucrania el panorama es desolador: miles de muertos -y tantos más de los que no estamos enterados-, millones de refugiados y desplazados internos, ciudades destruidas, economías golpeadas y el mundo que no es el mismo. Y, sin embargo, dice palabras más aterradoras: “armas nucleares”.

“Es muy difícil que la guerra termine por la vía militar, porque Rusia sigue teniendo muchos hombres, mucho armamento y cuenta con más de seis mil ojivas nucleares, que es un factor extremadamente importante, que supongo que aún no va a utilizar”, dice y agrega: “y Ucrania sigue recibiendo armamento de parte de países occidentales, principalmente, de Estados Unidos”. Define este conflicto bélico como extenso, “que debía durar tres días y lleva un año”, en el que Rusia apunta al desgaste ucraniano.

El trasfondo de la tensión

Para entender el final, también hay que pensar el principio. El conflicto entre Rusia y Ucrania no tiene como punto de partida el 24 de febrero de 2022, sino varios años antes. La máxima tensión viene de larga data: el 6 de abril de 2014, con la Guerra del Donbass, las protestas pro-rusas en Ucrania se intensificaron tras la adhesión de Crimea a Rusia. El conflicto escaló hasta llegar a la lucha armada con dos fuerzas independentistas: Repúblicas Populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL). Estos sucesos derivaron en la caída de entonces presidente Víktor Yanukovich

Con la necesidad de estar en el lugar de los hechos, Hutin viaja a Ucrania en 2017 para conocer qué sucede con los civiles, sus historias, los sentimientos y las necesidades de los dos lados. Sobre esto escribe en Ucrania. Crónica desde el frente, la antesala de lo que hoy se vive como una escalada. ¿Qué hace un argentino en Ucrania? Vive y narra para saber qué había pasado con estas dos repúblicas autoproclamadas, dos territorios que Ucrania no controlaba.

Hutin explica cómo son esos dos lados: en uno dicen que los otros son todos nazis; del otro, dicen que algunos hablan de reivindicar la Unión Soviética. “La imagen que parece de otra época, como arrancada de la Segunda Guerra Mundial”, describe. Los montículos de carbón son la imagen principal, el humo de las viejas fábricas, el mar de Azov -uno de los más contaminados-, la nieve y el búnker en el que vivió son parte de su escena cotidiana durante cuatro meses.

El periodista especializado en política internacional recuerda que lo que más le impactó no fue ni la falta de agua potable por las noches ni los controles ni el miedo, sino “cómo esta guerra llevó a que los prejuicios explotaran. De un lado se insiste en que los ucranianos son nazis ‘que nos vienen a matar’; y del lado controlado por Ucrania, que ‘los rusos son terroristas que quieren destruirnos’”. ¿Cómo se hace para recomponer esa sociedad?, se pregunta. Este es el marco en el que Rusia invade a Ucrania, un territorio que ya estaba fracturado.

La guerra como tonalidades de grises

Según las Naciones Unidas, hay cerca de 8.000 muertos civiles, crímenes de guerra, torturas, homicidios deliberados contra civiles, abusos sexuales, abusos contra menores es una parte de lo que deja un año de conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. No es una lucha de un bien contra un mal, no hay blancos y negros, hay escalas. Hay una cantidad de tonos como humanos que participan en el conflicto. Grandes ganadores y perdedores.

Pero “las guerras persisten y se enquistan en los vecinos, en sus vidas, en sus historias, en sus calles y casas. El dolor se cuela en la sangre y se transmite de generación en generación hasta volverse parte esencial e irrenunciable de la identidad de un pueblo. Ya nunca cesa y ya nunca se olvida, sino que se hace carne y memoria. Una herida que se estanca tras una guerra estancada”, escribe Hutin.

Quise saber cómo persiste en él y me muestra dos banderas de las repúblicas autoproclamadas, un imán que se compró en la República Popular de Donetsk de una bandera rusa modificada (en lugar del blanco está el negro, por el carbón) en el que se lee “я горжусь что я не укроп”, algo así como “Estoy orgulloso de no ser un ukrop” (un patriota ucraniano). Es lo único que pudo traerse. Sus compañeros le habían regalado armas de guerra, balas, esquirlas. Todo fue a parar a un tacho de basura.

Cuando una guerra se extiende tanto comienza a entremezclarse con la vida que continúa. No es una pausa ni un paréntesis, sino que es parte de la rutina, de los eventos especiales, de las reuniones familiares, del trabajo, de las citas. Está ahí, como un elemento más”, dice Hutin en el libro Ucrania. El horror y el dolor siguen circulando.

― A partir de la invasión rusa a Ucrania, ¿cuáles son las principales cuestiones que cambiaron desde ese momento a hoy?

No han cambiado tantas cosas. Podemos enfocarnos en lo comercial porque sí, a partir de todas las sanciones que se han impuesto sobre Rusia, el intercambio comercial entre Rusia y la Unión Europea cayó mucho, sobre todo los hidrocarburos, que es la principal exportación de ese país y la Unión Europea dependía mucho de eso. Lo que Rusia no vende a la Unión Europea lo está compensando del otro lado del mapa, en la zona de Asia y el Pacífico, con China, Pakistán, India y el sudeste asiático. Estos países están comprando cada vez más productos rusos y, a su vez, venden más productos a Rusia. Ese es el principal cambio:un mundo en el que Rusia ya no mira tanto a la Unión Europea y pasa a mirar mucho más hacia el otro lado hacia Asia.

― En el libro Ucrania. Crónica desde el frente decís que este conflicto son dos guerras en una, ¿Cuál es el motivo de este conflicto?

― Diría que son muchas guerras en una las que estamos viendo. Nos podemos enfocar en el ala más local, que es una parte del origen. Rusia insiste en que, a partir de 2014, lo que hay en Ucrania es una guerra civil, que enfrenta al gobierno ucraniano por un lado y a separatistas insurgentes, rebeldes del otro, lo que desde este lado del mundo denominamos separatistas pro-rusos. La otra pata de esta guerra es la internacional. En principio, porque esto que Rusia denomina “guerra civil” no se puede explicar de ninguna forma sin hablar de Rusia, que apoyó a estos grupos insurgentes enviando armas, dinero, directivas, eligiendo a sus cabezas. La disputa no es solo por Ucrania. Tiene que ver con Rusia, con la OTAN, con China, y a los cambios internacionales. Circunscribir el conflicto solo a Ucrania es quedarse corto y no ver otras aristas.

― ¿Qué sucedía en Ucrania antes de la invasión?

―En los últimos nueve años, desde el comienzo de la guerra en 2014, las identidades ucranianas se habían polarizado. En Ucrania había una diferencia muy importante entre el Este y el Oeste, una diferencia lingüística, porque de un lado hablan ucraniano y del otro, ruso; una diferencia productiva, porque un lado es una zona mucho más ligada a la urbanización y el otro, en un sentido económico como mítico está más ligado al campo, a la agricultura. Esas diferencias aumentaron exponencialmente desde el principio de la guerra. Es muy importante la narrativa mediática. ¿Cómo se vuelve atrás después de esto? Siempre pienso en el caso de la guerra en Bosnia, que terminó en 1995, casi 30 años la sociedad nunca se pudo recomponer.

―El 24 de febrero de 2022 escuchábamos el discurso de Putin donde decía que se iba a iniciar “una operación especial para desmilitarizar y desnazificar a Ucrania”. ¿Es un país nazi?

― De ninguna forma. Ni Ucrania es un país nazi, ni el gobierno de Volodímir Zelenski es nazi, ni aspira a crear un régimen nazi ni nada parecido. Es absolutamente ridículo plantearlo así. Lo que existe en Ucrania son antecedentes de nacionalismo ucraniano vinculado a la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, básicamente porque tenían un enemigo en común que era la Unión Soviética. El nacionalismo ucraniano luchaba por su independencia en contra de la Unión Soviética. Existen esos antecedentes de alianza entre las SS del nazismo y el ejército insurgente ucraniano.A partir de 2014, con el inicio de la guerra, las Fuerzas Armadas ucranianas eran muy endebles, muy débiles y se formaron grupos paramilitares, que llevaron adelante los primeros avances ucranianos.

― ¿Entonces?

― Muchos de estos grupos eran ultranacionalistas, algunos abiertamente neonazis, y autónomos, que tienen un origen que es preocupante. De a poco casi todos estos grupos se fueron incorporando al Estado ucraniano y fueron apaciguando su discurso. Una cosa es que existan estos grupos y que tengan un discurso preocupante y otra, muy distinta, es decir que estos grupos gobiernan y que tienen el poder real. No tienen poder político, no gobiernan, no tienen mayor capacidad de influencia, si existen y sí hay que preocuparse por ellos, pero en todo caso será un problema interno de Ucrania. También existen en Polonia, Hungría, Bulgaria y en Rusia.

― ¿Cómo impacta este conflicto bélico en la vida cotidiana en Latinoamérica y en Argentina?

―En principio podríamos decir que, geográficamente, nos queda muy lejos. Entonces, no nos ha afectado tanto en forma directa en la rutina. Sin embargo, cuando todas las vías de comunicación con Ucrania estaban cerradas -antes de agosto del año pasado- significó un aumento de precios en productos como el trigo y los granos en general. Ucrania es un gran productor de granos a nivel mundial y como no podía exportar, aumentaron los precios en todo el mundo. Argentina también exporta granos y eso, de alguna forma, podría haber llegado a beneficiar al mercado argentino, pero no pasó. Latinoamérica y África tuvieron una posición similar: tratar de mantenerse al margen, aunque condenaron en la Asamblea General de las Naciones Unidas la anexión de territorio ucraniano por parte de Rusia. Se puede cuestionar y seguir comerciando. Algo parecido sucedió con los hidrocarburos.

― ¿Quiénes son los grandes ganadores en esta guerra?

Hay dos grandes ganadores en toda esta situación: por un lado, la OTAN, que había sido tan cuestionada por el ex presidente Donald Trump cuando dijo que no servía para nada porque que era una pérdida de dinero, hoy por hoy, cada vez son más los países que la miran como una organización necesaria, muy importante, que hay que mantener y expandir. En este sentido, Estados Unidos, como la cabeza de facto de la OTAN, es uno de los grandes ganadores. El factor económico también suma: todo el gas que Europa no le compra a Rusia, lo compra a Estados Unidos, que es más caro. La visita de Joe Biden a Kiev es una prueba de muchísimo apoyo.

― ¿Y los perdedores?

― El principal perdedor es, sin duda, Ucraniaporque es el país invadido: se ve afectada su población, su infraestructura, su economía. Pero en términos de soft power, no, porque hoy todos hablamos de Ucrania en todo el planeta. Podríamos decir que Rusia no ha perdido tanto pero sí lo hizo en términos de influencia. El soft power que quiso construir con el Mundial de 2018, los Juegos Olímpicos de 2014, la vacuna Sputnik V. Todo eso desapareció o está herido de muerte. La economía rusa no ha sido tan duramente afectada y no perdió tanto como podría haberlo hecho.

― ¿Qué función cumplen China y Estados Unidos hoy en este conflicto?

― Estados Unidos es el el principal la principal ayuda de Ucrania porque es el principal proveedor de armas. La relevancia de Estados Unidos es muy importante tanto es así que el presidente Joe Biden visitó en la capital ucraniana, una forma de demostrar apoyo. China ha tenido un apoyo político limitado a Rusia. El ministro de Relaciones Exteriores chino ha ido a Moscú, se ha reunido con Putin, pero es un apoyo más bien limitado en cuanto a lo militar. El gran apoyo de China a Rusia es comercial.

― ¿Cuál es el rol de los medios?

― Probablemente esta sea la guerra más visibilizada que haya habido en la Historia. El conflicto sigue estando en las portadas de los principales medios, todos los días los medios han sido muy importantes en principio porque Rusia ha construido su narrativa a partir de sus medios oficiales en Rusia, y es muy importante esa construcción también a través de redes sociales

― ¿Podría ser la antesala de la Tercera Guerra Mundial?

― Depende de un solo factor, que es muy importante: la OTAN. En este último año de inicio de la invasión de Rusia a Ucrania, no participa del conflicto. Envía armamento, ayuda financiera y humanitaria a Ucrania, pero no lo hace de forma abierta, directa y oficialmente. No envía tropas y, en ese sentido, la guerra oficialmente se limita a Rusia-Ucrania. Si se llega a involucrar la OTAN, que es la principal alianza militar del mundo con sus hoy 30 miembros -pronto 32, cuando se sumen Suecia y Finlandia- eso sería una escalada muy importante. Si se incorpora la OTAN a este conflicto Rusia va a tener que recurrir al armamento nuclear, lo que sería catastrófico. ¿Qué viene antes? ¿El uso de armamento nuclear por parte de Rusia o la participación de la OTAN? Siempre y cuando esas dos cosas no ocurran, la guerra quedar circunscripta geográficamente a Ucrania y Rusia.

― ¿Crees que tiene fin la guerra?

― No le veo salida.

Quién es Ignacio Hutin

♦Nació en Castelar, Buenos Aires, en 1989.
♦Es magíster en Relaciones Internacionales (USAL, 2021), licenciado en Periodismo (USAL, 2014) y especializado en Liderazgo en Emergencias Humanitarias (UNDEF, 2019).
♦Es especialista en Europa Oriental, Eurasia postsoviética y Balcanes, consejero consultivo para esta región en el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), docente y coordinador del área de investigación joven en el Centro de Estudios Estratégicos de Relaciones Internacionales (CEERI).
♦ Trabajó en zonas de guerra y ha colaborado con medios gráficos, radiales y televisivos de Argentina, Chile, Uruguay, España, Serbia, Venezuela, Rusia, Estados Unidos y Bulgaria, entre ellos, InfobaePágina/12ClarínPerfilTiempo ArgentinoSputnikCNNMuy Interesante y Muy Historia.