Oporto, epicentro de la vida judía en Portugal, tiene una de las sinagogas más majestuosas de Europa, la Kadoorie Mekor Haim, famosa por la celebración del Yom Kipur con casi mil personas orando a voz alzada
Por Gabriela Cantergi
Presidenta de Bnei Brit Portugal
En el corazón de la comunidad judía de Oporto (Portugal) se encuentra una nativa de Brooklyn conocida cariñosamente como “La jefa”. A sus 95 años, Marilyn Flitterman asiste regularmente a la sinagoga central, toca el piano en un grupo de jazz y conduce su automóvil descapotable todos los días. Es una inspiración para una comunidad que permaneció inactiva durante casi un siglo, pero que en poco más de una década ha se ha regenerado en términos religiosos, culturales, educativos y filantrópicos. Flitterman cuenta lo que vio cuando llegó a Oporto en 1970: “En lugar de una comunidad de un millón de judíos, estaba mi familia, tres o cuatro familias más, eso era todo”.
La sede de la comunidad judía de Oporto, una de las sinagogas más majestuosas de Europa, llamada Kadoorie Mekor Haim, es famosa hoy en día por el Iom Kipur que celebra cada año, con casi mil personas orando a la vez en voz alta. Miembros de treinta países y muchos jóvenes animan este maravilloso ambiente. Un visitante judío que ha visitado más de 55 países, escribió lo siguiente de la Comunidad: “No creo que haya escuchado nunca antes una oración y un canto tan apasionados en una sinagoga. No fue solo el poder de las voces rezando al unísono lo que me conmovió tanto, fue también el simbolismo de tantos judíos reunidos en una sinagoga en un país que fue duramente afectado por la Inquisición”.
EDUCACIÓN, CULTURA E HISTORIA
Lo que más destaca de esta comunidad es su éxito en la promoción de la cultura y el conocimiento de la historia judía. Las “Jornadas Europeas de Cultura Judía”, celebradas desde hace veinte años el primer domingo de cada septiembre, adquirieron aún mayor visibilidad a partir del momento en que la Comunidad Judía de Oporto decidió celebrar ese día, mostrando una vida judía plena: sinagogas, un museo del Holocausto, un museo judío, cine, películas históricas, galerías de arte, restaurantes kosher, un coro litúrgico, conferencias, presentaciones de libros y mucho más.
Es inusual que una comunidad judía supervise un Museo del Holocausto, en especial uno que en solo tres años ha acogido a 150.000 adolescentes, del apenas un millón que viven en el país. Portugal fue neutral durante la Segunda Guerra Mundial y, y en la memoria judía, es más conocido por la expulsión de los judíos y la Inquisición (1536-1821).
La comunidad ha dedicado un Museo Judío a recordar los tiempos inquisitoriales, así como una película documental titulada “1618”, cuyos derechos han sido vendidos a compañías aéreas de países árabes y musulmanes y a Samuel Goldwyn Films en Estados Unidos. El objetivo es promover la historia judía en todas sus dimensiones.
El último documental cinematográfico de la comunidad se estrenó en abril de este año: “1506 – El Genocidio de Lisboa”, disponible en YouTube y Vimeo en inglés, francés, español, portugués y hebreo. El último subtítulo de esta obra cinematográfica dice que la masacre “no se menciona en los programas escolares y ha sido olvidada”. De hecho, poca gente sabe hoy en día que la capital portuguesa fue el escenario de una de las mayores operaciones de genocidio en Europa contra los judíos mucho antes del Holocausto. Alrededor de 4.000 personas de todas las edades fueron asesinadas y quemadas en la hoguera, con connotaciones malignas.
“El más joven tenía diez años, el mayor 110, y muchos Espinosa tienen sus nombres en este monumento. Unos años más tarde, Baruch Espinosa nació en Ámsterdam”, señala junto a un monumento que recuerda esa masacre Michael Rothwell, nieto de judíos alemanes asesinados en Auschwitz y director de los dos museos de la comunidad. Los nombres de sus abuelos están escritos en la “sala conmemorativa donde se muestran los nombres de miles de víctimas”.
La comunidad tiene convenios con escuelas de todo el país, los museos son gratuitos y muy a menudo pagamos el transporte de los niños desde la escuela, en caso de que no puedan permitirse el viaje. Los museos de la comunidad judía de Oporto desempeñan un papel nacional importante, al igual que su pinacoteca, la biblioteca judía más grande de la Península Ibérica y otras instalaciones culturales. Las películas históricas, por su parte, pretenden llegar a un público internacional.
LOS 2.000 NIÑOS JUDÍOS EXILIADOS
La inauguración del cementerio judío de Oporto, en 2023, fue un acontecimiento de inmenso simbolismo. El espacio verde, que incluye lo que se asemeja a un Monte de los Olivos, se llama Campo da Igualdade Isaac Aboab, en referencia a la mayor autoridad judía del mundo cuando los judíos fueron expulsados de España.
El rey de la época, D. João II, decidió sacar provecho de la hospitalidad de Portugal y exigió que cada persona que llegara el pago al reino de ocho cruzados, bajo pena de ser esclavizada. Muchos no pudieron pagarlos y, en 1493, el rey ordenó secuestrar a 2.000 niños judíos menores de ocho años y los envió con criminales empedernidos a las islas africanas de Santo Tomé y Príncipe, a 7.500 km de Lisboa. Ahora, la comunidad judía de Oporto está produciendo el documental “Los 2.000 niños judíos exiliados”, que se estrenará en 2024.
Otro proyecto de difusión es el libro “Dos Milenios de la Comunidad Judía de Oporto, cronología 1923-2023”, que explica la historia de una comunidad milenaria que fue expulsada a finales del siglo XV y, tras siglos de Inquisición, fue refundada oficialmente en 1923. La sinagoga central surgió gracias a donaciones de la comunidad sefardí mundial y a los esfuerzos de un capitán del ejército portugués, Barros Basto, que fue expulsado del ejército en 1937 por haber circuncidado a algunos de sus estudiantes, un acto considerado inmoral por el tribunal militar. Basto es por ello conocido como el “Dreyfus portugués”.
La comunidad judía de la época, compuesta en su totalidad por asquenazíes y formada por unas cuarenta personas, consideró la persecución de su líder como una señal de que se avecinaban tiempos peligrosos, y la comunidad pasó casi a la clandestinidad. En las décadas siguientes, la gran sinagoga no tuvo prácticamente ninguna actividad y existió en silencio. Esta secuencia de acontecimientos dio lugar a una película basada en hechos reales, “Sefarad”, que la comunidad produjo hace unos años y que está disponible en YouTube.
LA RECUPERACIÓN DE UNA COMUNIDAD
La sinagoga era casi un edificio fantasma a principios de 2012, cuando los pocos miembros de la comunidad restauraron el enorme edificio y convencieron a un hotel cercano de que abriera un restaurante “kosher” para atender a turistas judíos. El hotel aceptó pagar a un rabino de Israel para organizar esta obra y, de repente, la comunidad adquirió un hotel, un establecimiento de comida judía, turistas judíos y un líder religioso.
Al mismo tiempo, la comunidad pidió a una universidad local que impartiera cursos de odontología para jóvenes estudiantes franceses, ante la escasez de plazas en universidades del país galo y la alta demanda. Hoy en día, la comunidad cuenta con 300 jóvenes estudiantes de Francia y ha creado una segunda sinagoga para ellos, y también ha concertado con Jabad Lubavitch que una pareja sefardí de esta organización se radique en Portugal para atender sus necesidades espirituales.
Además, la Bnei Brit de Portugal, una de las secciones de la comunidad judía de Oporto, incluye miembros de todo Portugal y de todos los continentes. No sólo defiende los derechos humanos en general, sino también los derechos humanos judíos, a menudo olvidados. Su trabajo se lleva a cabo en colaboración con el Observatorio Internacional de Derechos Humanos con sede en Portugal.
Cientos de escolares portugueses conmemoran la Noche de los Cristales Rotos en Oporto. Hace diez años, cuando le preguntaron por qué el antisemitismo no era rampante en Portugal, Samuel Yanovsky, un antiguo miembro de la comunidad judía de Oporto, respondió simplemente: “Porque no hay suficientes judíos”. Yanovsky provenía de una familia bielorrusa que había huido de los pogromos vecinos y siempre recordaba el día en que asistió a la inauguración de la sinagoga Kadoorie Mekor Haim en 1938, cuando en toda Europa las sinagogas estaban cerrando sus puertas. A sus 90 años, creía que “la comunidad debe invertir en la cultura, la historia y en Jabad, porque tienen muchos hijos y garantizarán nuestra continuidad como pueblo”.
Jabad, con sede en Nueva York, es una organización con la que la comunidad judía de Oporto coopera a muchos niveles, en catorce países, entre ellos Australia, India, Sudáfrica, China y Ucrania. Durante años, se han servido comidas de Shabat en muchos puntos diferentes del mundo. Se han construido mikvaot, sinagogas y cementerios. No es de extrañar que la comunidad judía de Oporto fuera el principal patrocinador del mayor Centro Jabad de Europa, con sede en Cascais, cerca de Lisboa, al mismo tiempo que refuerza su increíble papel en la promoción de la cultura judía en Portugal.