Un clamor en el desierto. Reflexión.

“Voz que clama (que grita) en el desierto: preparad el camino de Hashem; enderezad calzada en el yermo para nuestro D’os”.
Libro de Isaías 40:3

En medio de las festividades.

Pasado Iom Kipur, el día del perdón, nos preparamos para la festividad de Sucot. No cabe duda que ambas celebraciones, aunque impresionan distintas, entran en sintonía, ya que el despertar del judío, se engancha con el punto de que la Sucá (fiestas de las Cabañas), nos muestra que la vida del hombre es como esa morada frágil.

Sea en formato duro o inyectable, o en formato chocolate o dulce, el mensaje es el mismo.

El profeta Jonás no puede escapar a la orden divina, Nimbe la capital de Asiria se arrepiente, y nuestra vida en este mundo físico, puede cambiar de un momento a otro. Y la rueda de la fortuna, girar como la espada flamígera de los ángeles guardianes del paraíso, y cortar en ambos sentidos nuestra existencia.

Hay imponderables y variables. Fatalidades y también sucesos repentinos y milagrosos, y eventos de salvación divina.

El árbol de la vida.

La Torá o el legado y la herencia del Todopoderoso hacia su pueblo, para los creyentes, constituye la única y verdadera tabla de salvación.

Todo el resto de lo que nos ofrece la sociedad, podríamos compararlo a fuegos fatuos, fuegos de artificio, y los modelos sean para niños, adolescentes o adultos, como ídolos de barro.

Una versión actualizada de la vieja idolatría en versión siglo XXI.

Amar al prójimo.

No siempre el cumplimiento de las mitzvot o preceptos, y el estudio de las Sagradas Escrituras y de la Ley que de ella emana, es un seguro para una sociedad donde impere la justicia y la verdad.

Podríamos decir, que el hombre puede “adaptar la Torá de D’os y convertirla en una Torá a su interés”. Una Torá a medida de los intereses particulares de cada judío.

Este punto, ha sido reiterativo y obsesivamente señalado por todos los profetas de Israel.

Cuando pienso en el tópico, viene a mi cabeza que, cada hebreo debería tener presente en cada día las máximas de: “Y amarás a tu prójimo como a ti mismo”, y lo que afirma el salmista en el Tehilím 16:7 “A D’os he puesto siempre delante de mi”.

Final:  De la conjunción de ambas máximas, podría surgir el producto de persona o modelo deseado. El prototipo de judío o “Id” como decimos en Idish.

Y todo el resto de nuestro accionar, que no se compadece con nuestros hermanos, podríamos pensar que es otra cosa, “otra clase de judaísmo” pero no el judaísmo genuino y puro en su origen. Aquel viejo rabinismo, tan humano y lleno de buenas acciones (en medio de tantas dificultades económicas y persecuciones) que muchos de nuestros rebes o maestros nos enseñaron desde pequeños

En medio de la guerra y de estas pesadillas donde brota el antisemitismo por todos los costados, debemos mirarnos al espejo, en particular en esta comunidad criolla y argentina, donde hay mucho para tallar. Y muchas caries que limpiar del amplio cuerpo comunitario.

En definitiva, la limpieza espiritual e individual, debe acompañarse de una depuración colectiva o grupal. Ya que, en mi reflexión, la mirada de la divinidad “es un todo”. Solo que el hombre, o algunos intentan/mos fragmentarla o parcelarla como si esto fuera posible dentro del idishkait (judaísmo) que muchos hemos estudiado como lo verdadero, y el camino sincero de nuestros Patriarcas, detrás de los cuales intentamos protegernos.

La verdad surge por decantación que es un método de separación, para separar distintas fases dentro de una mezcla. ¡Ese es el trabajo de todos!

Jag Sucot Sameaj!¡

Dr. Natalio Daitch