El guardián de mi hermano

“Entonces el Eterno dijo a Cáin: ¿Dónde está tu hermano Hébel?” Y dijo: ¿No sé; acaso soy yo el guardián de mi hermano?”
Libro del Génesis 4-9

La pregunta eterna.

Y la respuesta que siempre cicla en nuestro pensamiento y talla en nuestros corazones. Que en ocasiones concuerda con nuestros postulados y principios judíos, y por otro lado en otras situaciones, decepciona hasta la profundidad de los abismos, sea por accionar de algunos integrantes de la Comunidad y en otros casos por la actividad cuasi- mafiosa de Instituciones que con chapa incluso de representar al judaísmo ortodoxo, nos provocan un inmenso y aterrador desconcierto de nuestra condición de judíos comprometidos con el destino de nuestro pueblo.

Virtudes y miserias.

Tanto de particulares, como en el concurso de grupos de personas.
Por un lado, vemos a soldados jóvenes y reservistas ofrendar todo en aras de la supervivencia de Israel, y en el otro rincón apreciamos miserias y mezquindades en nuestra comunidad judía criolla. En este último caso, la estafa o engaño, que se da a diversos niveles, y cuya raíz anida en una desmedida ambición de dinero y de obtener un falso prestigio. Sin reparar en el daño ocasionado al buen nombre y honor de familias que son presionadas buscando su destrucción.

 

Los impuros.

Los impuros o temeím, han estado presentes, aunque execrados del seno comunitario, representados por la otrora poderosa Tzvi Migdal. Una organización que en las primeras décadas del siglo XX se dedicaba a la trata de blancas. Jóvenes judías reclutadas en particular de Polonia eran traídas engañadas, con la promesa de buenos matrimonios y oportunidades laborales, eran luego prostituidas en prostíbulos de la Capital Federal y en la ciudad de Rosario.

 

Los impuros de hoy.

Cuesta creerlo, y sin mencionar nombre y apellido, una Institución que se dice judía ortodoxa, acciona y se apropia bajo un escudo legal, fundamentado en falsas acusaciones, de menores, para alejarlos el mayor tiempo posible de sus progenitores.

El lucro, obviamente es el eje y la causa, y la excusa o razón, manipulando un tema sensible.

 

El guardián de mi hermano.

Si nuestro cuerpo y nuestro espíritu resiste, dado que el asesinato del inocente se repite y reitera a perpetuidad.

Y volvemos a ver mil veces a un Cáin que con diferentes rostros continúa asesinando a su hermano, debido a que lo odia porque lo envidia o por ambicionar lo ajeno. O por maldad y crueldad innata, que no se frena bajo ningún concepto.

Y volvemos y regresamos al punto final de estas líneas, rogando que la venida del Mesías hijo de David, traiga una restauración de una justicia plena y verdadera tan anhelada y necesitada como el mismo oxígeno que respiramos.

El hombre no es un ser confiable, y lo único que nos queda es D’os (Hashem), qué es la causa que no tiene ninguna otra causa que lo origina.

Pues como dice el Salmista: “Toda persona termina defraudando”.

Shavua Tov.

Dr. Natalio Daitch